Moscú envía al opositor Navalni a una cárcel del Ártico tras haber pedido el voto contra Putin en las elecciones de marzo
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La prisión de Lobo polar es una de las más alejadas de la civilización en Rusia
26 dic 2023 . Actualizado a las 08:18 h.El destacado opositor ruso, Alexéi Navalni, en paradero desconocido desde hace ya varias semanas, habría sido trasladado por las autoridades rusas a una prisión en la ciudad de Jarp, en el distrito autónomo de Yamalia-Nenetsia, uno de los puntos más al norte del territorio de Rusia, según informa Europa Press.
Así lo ha publicado la portavoz de Navalni, Kira Yarmish, en sus redes sociales. «Hemos encontrado a Alexéi Navalni. Ahora se encuentra en [una cárcel] IK-3 en el asentamiento de Jarp [...] Su abogado lo ha visitado hoy. Alexéi está bien», ha compartido.
La localidad de Jarp, que tiene unos 6.000 habitantes, se encuentra a casi 2.000 kilómetros de Moscú o unas 45 horas en tren desde la capital rusa, tal y como recoge Efe. Según uno de sus colaboradores en el exilio, Iván Zhdánov, la cárcel lleva el nombre de Lobo polar y es considerada una de las prisiones más lejanas de la civilización de toda Rusia. Jarp está a menos de 50 kilómetros de Salejard, la capital administrativa de este territorio que tiene una superficie mayor que la de Francia, pero que está poblado por solo medio millón de habitantes.
Navalni está considerado uno de los principales símbolos de la disidencia al presidente Vladimir Putin y que cumple 30 años de prisión por varias causas judiciales. Su entorno denunció hace 20 días la desaparición del destacado opositor, de quien tan solo se supo que había sido evacuado de la cárcel de máxima seguridad en la que cumplía condena. Fue trasladado tras anunciar una campaña contra la reelección del presidente ruso, Vladimir Putin, en el poder desde el año 2000. El pasado 7 de diciembre, Navalni pidió desde la cárcel votar contra Putin en las elecciones del 17 de marzo del 2024.
Los abogados del opositor no contactaban con su cliente desde el pasado 5 de diciembre, lo que alertó a sus correligionarios y a las cancillerías occidentales. Por su parte, el Kremlin había negado en todo momento estar al tanto de su situación y condenó las críticas internacionales sobre este caso por considerarlas una injerencia en asuntos internos.
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