¿Qué falló en la gestión de la pandemia de covid?

Raúl Romar García
R. Romar LA VOZ

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El comité critica la sobreexposición pública de Fernando Simón
El comité critica la sobreexposición pública de Fernando Simón J.Hellín POOL

La descoordinación, la falta de protocolos y medios y un confinamiento tardío son algunos de los errores que ha detectado el comité independiente encargado de evaluar el proceso, que también ha encontrado aciertos como la campaña de vacunación o el mando único

22 dic 2023 . Actualizado a las 11:10 h.

La gestión de la pandemia adoleció de muchos errores: decisiones contradictorias, descoordinación, falta de protocolos, fallos de comunicación o un confinamiento tardío en comunidades como Madrid. Pero también abundaron los aciertos, del mando único a una modélica campaña de vacunación o los ertes.

Así lo concluye el informe «Evaluación del desempeño del Sistema Nacional de Salud Español frente a la pandemia de covid-19», que se encargó hace ya más de dos años a un comité independiente formado por cuatro expertos: Rosa Urbanos; Fernando Rodríguez Artalejo; Carmen Pérez Romero y el gallego Xurxo Hervada.

El análisis, que la ministra de Sanidad, Mónica García, ha presentado al Consejo Interterritorial, se circunscribe a las cinco primeras olas, de enero del 2020 a octubre del 2021, en las que se contabilizaron casi 5 millones de casos, 431.891 hospitalizaciones, 41.138 ingresos en ucis y 87.080 fallecidos.

La falta de protocolos, origen de la tragedia en las residencias

Aunque «estábamos avisados de la posibilidad de una nueva pandemia a corto plazo», en enero del 2020 «no estábamos suficientemente preparados», faltaban reservas estratégicas del material, los sistemas de información eran débiles y apenas había recursos diagnósticos.

La Ley Orgánica de Medidas Especiales en Materia de Salud Pública de 1984 fue «insuficiente». A ello se unió la disparidad de criterios de algunos tribunales de justicia sobre las restricciones adoptadas, que «dificultó la toma de decisiones».

Si algo evidenció el covid, fue la descoordinación entre el ámbito sanitario y el sociosanitario, lo que unido a la falta de protocolos en residencias «estuvieron en el origen de la tragedia vivida».

«Probablemente por ello, y por el insuficiente entrenamiento del personal de estas instituciones, y la dificultad para cubrir las bajas laborales, el impacto de la primera ola» en estos centros «fue mucho mayor del que podría haber sido», zanja el informe. Rotar al portavoz sanitario

A veces se produjeron contradicciones entre administraciones y se apreciaron fallos de coordinación en acciones como compartir recursos médicos entre territorios, incluyendo las ucis. El Interterritorial «no fue suficientemente eficaz» para adoptar decisiones homogéneas «cuando hubiera sido conveniente que lo fueran». El famoso semáforo -que establecía una serie de medidas según el nivel de riesgo- debería haber sido vinculante para ser útil.

Hubo errores de comunicación «muy llamativos», como «realizar pronósticos innecesarios sobre la evolución de la pandemia y valoraciones apresuradas sobre las principales vías de transmisión de la infección y la efectividad de las mascarillas».

También «confusión de roles (quién informa las decisiones, quién las toma y quién las comunica), y «cierta sobreexposición del portavoz habitual», Fernando Simón, al que no nombran-, que «mantuvo actividades públicas de comunicación en el propio domicilio» cuando se contagió de covid.

Los participantes en el informe han dado una visión que «dista de ser unánime» sobre la comunicación del Gobierno y el papel de Simón.

«Comunicar bien con la ciudadanía en tiempo de pandemia es extraordinariamente difícil», por eso habría sido conveniente «contar con un grupo no excesivamente reducido de comunicadores que puedan rotar» para paliar la pérdida de confianza por los errores de comunicación, que «son difíciles de evitar».

En un escenario ideal de gestión, el comité aboga por la transparencia «informando a la población general de que en algunos casos puede no ser conveniente ni necesaria la admisión hospitalaria o en la UCI, dada la futilidad de algunas intervenciones clínicas» en pacientes con cierto nivel de gravedad».

Solo en casos extremos, «habrá que tener acordados protocolos de priorización y racionamiento de la atención (como ya los hubo) si el sistema no pudiera atender a todas las personas que lo necesiten».

De venir otra crisis, «desgraciadamente no se puede dar por hecho que se dispondrá de vacunas muy seguras y de altísima eficacia en solo un año» y «habrá que debatir si se debe priorizar también a los grupos socialmente menos favorecidos».

Porque lo que hay que tener claro, apunta, es que «una nueva pandemia de virus respiratorios de alta gravedad no solo es posible sino probable, a corto o medio plazo».

Valorar el cierre de fronteras

En ese escenario ideal sería conveniente «tener definidos» de antemano los criterios para decidir si tendría sentido cerrar las fronteras porque «es una medida controvertida, no recomendada por varios organismos internacionales, y de difícil aplicación, en especial en un país como España», pero que aun así es «interesante» valorar.

Igualmente, el confinamiento «resultó algo tardío en Madrid» y en las comunidades adyacentes, pero «llegó razonablemente a tiempo» a Galicia o Andalucía, lo que «probablemente contribuyó a un menor impacto».

En todo caso, las primeras decisiones se deben tomar por un comité de gestión de la crisis sanitaria que disponga de un comité científico-técnico asesor y cuya composición «debe hacerse pública desde el primer momento».

Aunque en el caso español hubo una «limitada transparencia» sobre quiénes asesoraron al Gobierno en las primeras fases de la pandemia», dice el informe, hay que proteger a los asesores frente a la «presión social excesiva y el vapuleo mediático».

Con todo, debería revisarse «en profundidad» la legislación para establecer un marco normativo que dé seguridad jurídica a quienes toman las decisiones, ya sea «a través de una ley de pandemias o de reforma de las normas existentes».

Y evitar «la discrepancia frontal en público de quienes lideran la lucha contra la pandemia. No se deben usar las medidas de salud pública como abono para la contienda política descarnada», expone el informe..

Pero abundaron los aciertos, sobre todo la respuesta «autónoma» y «heroica» del conjunto de profesionales sanitarios y sociosanitarios y los de salud pública, así como la de las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad. Sin olvidar una «excelente» campaña de vacunación que «es un modelo entre los grandes países del mundo», subraya.

O la creación de un mando único al comienzo de la pandemia -que ostentó Salvador Illa, al que tampoco citan-, y las reuniones continuas del CISNS.

Positivo fue además el plan de reescolarización de niños, con una reapertura más temprana de los centros educativos que en otros países del entorno.

Como también los ertes y otras medidas de protección social, la entrega de millones de profesionales de servicios esenciales, la comunicación permanente con la ciudadanía de las autoridades y de muchas sociedades científicas y profesionales independientes.