La principal carretera de la Franja se convierte en una zona de batalla

Andrés Rey REDACCIÓN / LA VOZ

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Soldados israelíes en Israel, junto a la frontera con la Franja de Gaza.
Soldados israelíes en Israel, junto a la frontera con la Franja de Gaza. AMIR COHEN | REUTERS

Israel ataca el sur, donde casi 1,9 millones de gazatíes están atrapados

05 dic 2023 . Actualizado a las 10:28 h.

La carretera de Saladino, esa que recorrieron miles y miles de palestinos para huir hacia el sur de la Franja de Gaza, es una «zona de batalla». Así la llamó ayer el Ejército israelí, al mismo tiempo que intensificaba su ofensiva terrestre contra la ciudad meridional de Jan Yunis.

Una ciudad llena de civiles hacinados. Siguiendo las órdenes de las tropas, casi 1,9 millones de gazatíes —un 85 % de la población— abandonaron sus hogares y se refugian en casas de amigos, familiares y en instalaciones de la ONU. Y desde el sur sienten cómo los ataques se acercan cada vez más sin poder moverse, pendientes de que las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) cumplan su promesa y abran rutas alternativas para regresar al norte.

«Es mentira que ningún lugar sea seguro», dijo a la BBC un asesor de Benjamin Netanyahu, Mark Regev. «Hay zonas designadas como más seguras, a las que la gente puede y debe trasladarse», añadió, y aseguró que «Israel no considera a la población civil como un objetivo». Cuando le preguntaron cuánto tiempo les dan a las personas para abandonar una zona antes de que sea atacada, Regev no dio una respuesta clara.

Muchos de los cientos de civiles muertos estos días estaban, precisamente, en las zonas seguras designadas por el Ejército antes de la tregua temporal. Según el Ministerio de Sanidad de Gaza, los palestinos asesinados ya son 15.899.

Instrucciones contradictorias

La mayoría de gazatíes no conocen el mapa del Ejército israelí —el que divide la Franja en 2.400 sectores—, y los que sí lo conocen no pueden ver las instrucciones de evacuación. Se ha difundido online, a través de X (Twitter) y en folletos con códigos QR. Pero en Gaza no hay internet y muchos ni siquiera pueden cargar sus teléfonos móviles.

Al mismo tiempo, el Estado judío ha emitido más de 260.000 licencias de armas desde el principio de la guerra. Porque «en cualquier lugar donde haya un arma se puede salvar una vida», opina el ministro de Seguridad Nacional israelí, el ultraderechista Iramar Ben Gvir, que ha agilizado los trámites para conseguir el permiso.

Pero el foco del país está en otro trámite: el juicio contra Benjamin Netanyahu por presunta corrupción, que se reanudó ayer después de un parón administrativo de dos meses. «Será juzgado no solo como criminal de guerra, sino también como el carnicero de Gaza, como Milosevic», vaticinó el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Slobodan Milosevic, expresidente de Serbia, fue detenido en el 2001 y acusado por el Tribunal Penal Internacional de ser responsable del genocidio bosnio durante la guerra de los Balcanes.

Turquía también ha dejado claro que no permitirá al servicio secreto israelí asesinar a miembros de Hamás en su territorio. La advertencia llega después de que The Wall Street Journal revelase instrucciones de Netanyahu al Mossad para matar a dirigentes islamistas en países cercanos a Israel.

Además del juicio, sobre el primer ministro israelí se cierne la indignación de los familiares de secuestrados por Hamás que todavía siguen en la Franja. Señalan que Netanyahu los «ignora y humilla», que se niega a reunirse con ellos y amenazan con incrementar sus protestas. «Ayer se concretó una reunión para el miércoles», aseguró la oficina de Netanyahu, prometió que está estudiando adelantar el encuentro y confirmó que 15 de los 137 rehenes que todavía estaban en manos de Hamás ya han perdido la vida.