Cuando Islandia tiembla, la historia se tambalea

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MARKO DJURICA | REUTERS

Las erupciones volcánicas en la isla han tenido históricamente grandes repercusiones sobre Europa

19 nov 2023 . Actualizado a las 17:38 h.

Cuando Islandia tiembla, la historia se tambalea. Es una forma resumida de expresar el tremendo impacto que han tenido las erupciones en la isla, que mantiene ahora mismo una actividad volcánica incesante que anticipa una erupción potente en cualquier momento.

En 1783, que en tiempos geológicos es como decir hace un minuto, ocurrió una devastadora explosión que generó una destrucción en Europa que sembró un descontento del que acabaría brotando una de las revoluciones más importantes. En junio de aquel año se registró una violenta erupción del volcán Laki que se mantuvo activa durante ocho meses. La población islandesa quedó al límite de la extinción. Emitió enormes cantidades de dióxido sulfúrico en las capas altas de la atmósfera que crearon una nube tóxica que redujo la luz solar y destrozó los cultivos. Fue entonces cuando la gente empezó a pasar hambre.

El frío llegaría poco después cuando las partículas de azufre en la estratosfera cubrieron el planeta, impidiendo el paso normal de la radiación solar, generando un enfriamiento global. Tal y como reconoce la sismóloga estadounidense Lucy Jones en Desastres, cómo las grandes catástrofes moldean nuestra historia, la ciencia no dispone de datos suficientes para reconstruir el efecto real del Laki sobre la temperatura media, pero sí sabe que liberó seis veces más cantidad de dióxido sulfúrico que el Pinatubo, que en 1991 produjo un descenso de la temperatura media de 0,9 grados.

De aquellos años existen documentos y noticas que ayudan a hacerse una idea. «De Londres a Viena se informó de personas que habían muerto por congelación y los grandes ríos estaba helados», explica Jones. Y mientras el viejo continente se congelaba, en Francia se cocía un malestar social que acabaría estallando en la Revolución Francesa. Francia era un país muy cerealista que no tenía suficiente comida para su gente. En 1784, mientras el pueblo galo se moría de hambre y frío, a la reina María Antonieta no se le ocurrió mejor idea que manifestar que estaba encantada con la nieve porque podía pasear en trineo. Los años de hambruna coincidieron con nuevas ideas que difundían los ilustrados. Seis años después comenzaron las revueltas que acabarían en la toma de la Bastilla.

La versión de El Niño

Hay otro fenómeno natural que pudo aportar su granito de arena para que la meteorología fuese decisiva en el estallido de la Revolución Francesa. Si la explosión del Laki destrozó los cultivos durante los años posteriores y generó una hambruna en1789 se registró El Gran Niño

Según revela un artículo publicado en la revista The Medieval History Journal el fortísimo calentamiento del Pacífico provocó en Francia un invierno muy frío y una primavera muy húmeda. La investigación cita un texto escrito por un trabajador del campo francés que describió muy bien el tiempo caótica de aquel momento. Y si hay algo que de verdad hace daño a los agricultores es un tiempo impredecible. «En el año 1788 no hubo invierno, la primavera no fue favorable a las cosechas porque también hacía frío y el centeno no era bueno».