Yago Álvarez (EconoCabreado): «El Gobierno ha tocado el bolsillo de sectores muy poderosos»

G. Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

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Elvira Mejías, David F. Sabadell

«Va a costar más subir de nuevo el IVA de la luz que recuperar el impuesto de sucesiones, eso sí va a doler», advierte el economista, que acaba de publicar «Pescar el salmón», un libro sobre los entresijos de la prensa económica

10 nov 2023 . Actualizado a las 13:37 h.

El periodista Yago Álvarez Barba (O Porriño, 1980) es más conocido como EconoCabreado, su apodo en la red social X (antes Twitter), que emplea para «intentar explicar la economía lo más sencilla posible». Además de desentrañar la jerga que usa la prensa especializada, «que es una barrera para que la gente no se meta en la economía y se fíe de los expertos y de los grandes medios», en los últimos años también se ha dedicado a «intentar desmontar los bulos, las narrativas y los enfoques que se dan a los artículos, para dar herramientas a la gente para descubrir qué hay detrás de esos titulares y de esas noticias». Con esa misma filosofía ha escrito Pescar el salmón, un libro en el que destripa los entresijos de la información económica y que esta semana presenta en Galicia.

—¿Están creciendo los bulos en el terreno económico?

—En el terreno económico, como hay esa barrera del lenguaje y ese desconocimiento general que tiene la ciudadanía en economía o mercados, a veces lo tienen mucho más fácil para generar narrativas y relatos sin necesidad de mentir, solo a través del enfoque o los eufemismos. Aun así, en los dos o tres últimos años ha habido una gran contraofensiva porque el Gobierno ha tocado el bolsillo de sectores muy poderosos que financian a los grandes medios, ya sea directamente en su accionariado o mediante publicidad.

—Lo que sorprende es que muchos de esos bulos en el terreno económico los propagan economistas. Desde el lado del periodismo es mucho más complicado tratar de aclarar una información falsa si quien la emite es un experto.

—Pero es que se juega a eso. A la generación del experto, a que el economista es el único capaz de saber cuál es nuestro destino y cómo manejarlo. Hay un perfecto engranaje entre aquellos que producen la literatura, los titulares, que son esos expertos, los think tanks, las Administraciones y los organismos de supervisión, y por otro lado los medios. Para un periodista es muy complicado buscar fuentes diferentes, no digamos ya para el lector normal, por eso es normal que la gente se fíe de aquellos que son llamados expertos.

—Habla en el libro de que a diferencia de lo que ocurre en la prensa política, con medios de diferentes tendencias, o incluso la deportiva, en la económica no hay esa pluralidad.

—En la prensa económica puede haber un pequeño discurso partidista, pero en ideología todos son liberales. Thatcher dijo aquello de «no hay alternativa a la economía de mercado». De hecho, cuando se jubila le preguntan cuál había sido su mejor logro, y ella dice: «Tony Blair». Que la socialdemocracia europea acabara adoptando los postulados del libre mercado fue la gran hazaña del neoliberalismo. Y eso pasa también en los medios. Ninguno pone en tela de juicio las bases de la economía de mercado y de la industria financiera.

—¿Puede tener eso que ver con el público al que se dirige la prensa económica?

—Esta idea que tenemos de que la prensa económica es solo para inversores ha cambiado mucho en la última década por el tema de las redes sociales. Quieren llegar a todo el mundo, aunque no quieran que la entienda todo el mundo. La prensa económica intenta generar opinión y transferir ideología.

—La narrativa contra los impuestos ha calado mucho, se ha convertido en un arma política muy efectiva.

—Intento tener atisbos de esperanza, creo que desde la pandemia ha cambiado la mentalidad. Hay una mayor sensación de que lo público es necesario y hace falta un Estado fuerte. El CIS cada año hace la pregunta de si crees que pagas muchos o pocos impuestos, y han aumentado quienes dicen que pagan poco o regular. Creo que la batalla no está tan perdida.

—Puede ser, pero la fiscalidad patrimonial, tanto el impuesto de sucesiones como el de patrimonio, se ha desmantelado y va a ser difícil que futuros Gobiernos la recuperen, porque será políticamente impopular.

—El patrimonio no, porque lo paga muy poca gente. Las sucesiones puede que un poco más, pero falta explicarlo mejor. Si heredas medio millón de euros prácticamente en ninguna comunidad pagas nada, porque hay exenciones de todo tipo. Más va a costar subir el IVA de la luz, que lo van a tener que hacer a finales de este año o el próximo. Eso sí va a doler.

—Habla de cómo se ha instalado en la mentalidad colectiva ese mantra que el sector privado gestiona mejor. Pero luego vemos casos como el de la mutualidad de los abogados, que ahora reciben pensiones de 300 y 400 euros.

—Porque ahí hay una grandísima batalla cultural. Por eso todos los meses hay artículos que hablan del récord de gasto en pensiones, cuando es normal que se incremente si hay un IPC que sube y una pirámide poblacional como la española. Hay intereses para que pienses que es mejor un plan de pensiones privado, pero si te pones a mirar en la historia, ¿en el 2008 cuántos fondos de planes de inversión acabaron quebrando y tuvieron que ser rescatados? Y en cambio, ¿cuántos sistemas públicos han quebrado? Ninguno. Pero hay muchísimos intereses en que ahorres de una manera privada, porque ese ahorro es la gasolina del sistema financiero.

—Contra eso que dice que el sistema público no ha quebrado, habrá quien responda que es porque se está alimentando una montaña de deuda que será insostenible.

—Posiblemente. Y posiblemente dentro de un tiempo, igual que ahora se está hablando de la condonación a las comunidades autónomas, estaremos hablando del banco central condonándole deudas a países. Yo estoy en contra de endeudarse de una manera desenfrenada, pero Keynes ya lo dijo hace cien años: cuando estás en una crisis, es el Estado el que tiene que mantener la economía a base de gasto. Si no nos hubiésemos endeudado en los últimos años para pagar los ERTE no habría la gente trabajando que hay ahora. Aplicar la austeridad, como se hizo en la anterior crisis, no funcionó. Para mí es la clave, aprovechar y generar empleo, que es lo que hace que la economía vaya mejor.

—Sobre el empleo también hay mucho ruido, se cuestionan de forma casi permanente las estadísticas del mercado laboral.

—Se ha intentado marear mucho con lo de los fijos discontinuos, cuando es una legislación de 1985. Ahora lo que se ha obligado es que no se haga fraude de ley con los contratos temporales, pero hay toda una maraña de terminología para tratar de marear a la gente.

—De hecho en el libro aborda cómo se han adoptado nuevos términos para tratar de revestir de mayor gravedad a ciertos fenómenos. Ahora ya no hay inquilinos morosos, hay inquiokupas.

—Es un término que salió casi de manera conjunta en varios medios, fue algo orquestado. Empezar a llamar así a gente que no paga su alquiler, muchos porque no pueden, es perverso, es pura aporofobia, odio al pobre. Como okupación ya es una palabra muy denostada y que incurre en delito, lo que quieren es criminalizar a la gente que no puede pagar su alquiler, no es gente que entra en una casa de una patada o por la ventana a robar. Y los están criminalizando para ir en contra de una ley, para generar una estadística que sirva para generar una alarma social que no existe en la realidad de los datos.

—Esa es otra de las técnicas de manipulación de las que habla. La estadística siempre permite coger un dato que soporte el relato que se pretenda construir.

—Siempre hay un dato, o la descontextualización de la cifra. Hubo un medio que tituló en su día: «México supera en PIB a España». Y lo ponen así, como si nosotros nos estuviéramos yendo al carajo, sin explicar que México tiene el triple de población, por lo que el PIB per cápita mexicano es tres veces inferior. Pero si te lo ponen así te crees que España se está hundiendo y que un país que antes era tercermundista nos está dejando atrás. Siempre hay una forma de descontextualizar un dato para generar una narrativa, y no te hace falta mentir, porque en este caso era cierto: México superaba en PIB a España.