Leonor y Puigdemont, dos fotos, dos Españas

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira SIN COBERTURA

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Carles Puigdemont ofreciendo una rueda de prensa durante la conferencia inaugural de las jornadas interparlamentarias de Junts der Catalunya.
Carles Puigdemont ofreciendo una rueda de prensa durante la conferencia inaugural de las jornadas interparlamentarias de Junts der Catalunya. Europa Press | EUROPAPRESS

01 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La cita en el Congreso para ver a Leonor de Borbón jurar su lealtad a la Constitución que sancionó su abuelo no era más que un trámite. Similar al que realizan todos los cargos electos, de diputados a concejales, por cierto. Pero su singularidad radica en que da continuidad a la monarquía parlamentaria que ha traído estabilidad y progreso real a España en las cuatro últimas décadas. Y que pone de manifiesto que aquellos que dicen defender nuestra carta magna no hacen más que trabajar para demolerla cada día un poquito, con toda clase de maniobras que arrebatan al Estado parte de sus capacidades de autodefensa para privilegiar a unas minorías que solo miran por su propio interés e ignoran a la mayoría.

La princesa de Asturias demostró sencillez y valentía ante el reto que le espera. «Les pido confianza», dijo a los españoles apenas cumplimentado el trámite entre medias de su formación militar en la Academia de Zaragoza y con un manejo de los idiomas cooficiales que para sí quisiera la polémica Francina Armengol ahora que tendrá que lidiar con todos ellos en los plenos del Congreso.

Pero esa naturalidad de Leonor de Borbón deja en evidencia a buena parte de la clase política española. Esa clase política que pide respeto para sus ideas e intenta boicotear un acto plenamente constitucional. Esos políticos que olvidan lo que hicieron sus mayores, como el PNV del viejo Arzallus o la Convergència de un Jordi Pujol que está a las puertas del banquillo por corrupto.

La futura reina de la segunda mitad del siglo XXI ha despertado la leonormanía. Ese cariño popular que añoran algunos altos cargos abucheados en sus cada vez más escasas apariciones públicas sin palmeros. Y demuestra que no hace falta esconderse en reuniones clandestinas o forzadas para cumplir con los preceptos constitucionales. Leonor garantiza la continuidad de la monarquía parlamentaria. Carles Puigdemont nos promete un carrusel de emociones enmarcado en el «lo volveremos a hacer» que aboca al país a una nueva ronda de concesiones con los independentistas de incierto final. No bastó con los indultos y tampoco bastará con la amnistía. La jura de la princesa de Asturias demostró que en dos fotos caben todas las Españas. En una están los que quieren seguir disfrutando de un modelo de estabilidad y en la otra los egoístas. Es fácil elegir.

Visto lo visto en las últimas apariciones públicas de la heredera, parece que arranca la era de los republicanos leonoristas.