La UE y la no-UE se confunden

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

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Los líderes de la UE durante la foto de familia de la cumbre informal de Granada.
Los líderes de la UE durante la foto de familia de la cumbre informal de Granada. miguel angel molina | EFE

07 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La celebración en una sola cumbre de dos reuniones distintas, el jueves la de la Comunidad Política Europea (CPE, que incluye países que no son de la UE), y ayer la informal de líderes de la Unión, no se sabe si ha servido para sumar, como se pretendía, o ha terminado por restar. El apoyo a Ucrania, que es para lo que en el fondo se creó el año pasado la CPE, ha quedado bastante desdibujado entre tanto líder y las habituales agendas digitales y medioambientales, algo que ni siquiera la presencia del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha podido mitigar. Al final, quien ha sacado partido de esta confusión entre la UE y la no-UE ha sido la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que llegó a Granada con la emergencia de la inmigración irregular como el tema principal en su carpeta.

Después de asegurarse que el viernes se discutiría esto en el foro de la UE, convocó por su cuenta el jueves una reunión con el primer ministro británico, Rishi Sunak, a quien también le interesaba que este asunto estuviese en el centro de la cumbre. El Reino Unido representa la línea dura en el asunto de la inmigración irregular y Meloni quería insinuar que si Bruselas no atiende a sus exigencias, podría actuar por su cuenta. Ha conseguido que la Unión Europea acepte firmar con Gran Bretaña y Albania un plan para luchar contra las mafias del tráfico de personas. Sin embargo, ayer era la UE la que tenía que aprobar su propio plan sobre inmigración y a última hora suprimió ese párrafo de la declaración final. Patada a seguir, por tanto.

Respecto al otro asunto que ha dominado la cumbre, la ampliación, hay aquí un efecto perverso que se repite una y otra vez. Los líderes de la UE tienen un gran incentivo para presentarse como defensores de la integración de nuevos países, puesto que mejora sus credenciales europeístas sin coste para ellos. Saben que las integraciones son procesos muy largos y que no van a ser ellos quienes tengan que enfrentarse a las dificultades que surjan. Para esos líderes que les siguen, por el contrario, no hay ningún incentivo en proseguir esa ampliación para la que la UE no está ahora mismo preparada ni económica ni políticamente.

La propuesta de integración de Armenia y Azerbaiyán que reflotó ayer el presidente del Consejo Europeo Charles Michel es un buen ejemplo de esta clase de ligereza: se trata de dos países en pleno conflicto armado y su localización geográfica hace que su entrada en la UE solo tenga sentido si también entra Turquía, lo que por el momento se decía que estaba descartado. Más probabilidades tienen algunos países balcánicos, cuyo valor geoestratégico ha crecido tras la invasión rusa de Ucrania. Pero estas consideraciones geoestratégicas, en el fondo más propias de la OTAN que de la Unión Europea, chocan con las dificultades de acomodar más países a un sistema de gobierno como es el europeo: ya demasiado complejo y susceptible al veto y la parálisis.