No, Aitana no está hipersexualizando a tus hijos con sus bailes

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Aitana, en su concierto en Valencia en el marco de su gira nacional de su nuevo disco, «Alpha»
Aitana, en su concierto en Valencia en el marco de su gira nacional de su nuevo disco, «Alpha» Manuel Bruque | EFE

Algunos padres acusan a la artista de expresarse encima del escenario con movimientos impropios para el público infantil. «Está enseñando el Kamasutra a las niñas de 12 años», han denunciado en las redes

05 oct 2023 . Actualizado a las 13:59 h.

Cuando estás arriba del todo nada es suficiente. No le ha bastado a Aitana con demostrar que es una número uno del pop en nuestro país y tampoco con haber colocado casi todos sus temas entre los más escuchados desde que salió de Operación Triunfo. Tampoco ahora ha calmado a las fieras después de que su nuevo disco, Alpha, la haya situado en la liga de divas internacionales como Dua Lipa. Nada ha sido suficiente para despellejarla por los bailes que se ha marcado encima del escenario en su último concierto. Unos movimientos pélvicos sobre el suelo —con el culo en pompa— que han escandalizado a algunos padres que acudieron con sus hijos a ver a la artista de 22 años. A Aitana la acusan ahora de hipersexualizar a las niñas y de «enseñar el Kamasutra a las de 12 años» —como han denunciado en redes— en una mojigatería que ni en tiempos de los Supertacañones. Pero no es nada nuevo. Si Elvis en la década de los cincuenta bajó directamente a los infiernos con sus giros imposibles de caderas mientras llamaba al pecado a sus fieles, Madonna muchos años después, en 1984, se destapó como una virgen capaz de enfrentarse a la Iglesia. Vestida de novia, en las giras mundiales de aquel mítico Like a Virgin, se arrastraba por el suelo mostrando todo el deseo que se puede tener una primera vez. En aquel tiempo, cuando aún no le habíamos visto descubrirse el pecho a Sabrina con su Boys, boys, boys, las letras de las canciones eran capaces de sacudirnos, porque no se había inventado lo políticamente correcto. Siniestro cantaba Cuánta puta y yo qué viejo o Me pica un huevo y no pasaba nada. No al menos dentro de las familias, no salía la liga de los padres sobreprotectores a defender el bienestar de sus churumbeles, porque afortunadamente pasaban de nosotros y entendían que los jóvenes andaban sumergidos en sus movidas y los más pequeños escuchando los hits de Torrebruno.

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 Pero, claro, en los ochenta no había Twitter ni los más pequeñajos de la casa se iban con sus padres de madrugada a los conciertos. Y ahí está el tema. Ahora con una mano se alienta a los niños a que tengan el móvil a los 8 años, se les compra la entrada de su artista favorito para su cumpleaños, se les anima a que bailen en TikTok imitando a sus ídolos, pero con la otra algunos padres se santiguan cuando escuchan atentamente las letras del reguetón o cuando ven los bailes de Aitana. Va a tener razón Amaral cuando dice que hay que sacar más las tetas, porque esta doble moral no se entiende. Como no se entiende que los padres sigan exculpándose de la educación de sus hijos mientras acusan a otros de lo que les corresponde. Si Aitana tiene fans de 10 años no es porque cante, precisamente, «soy una taza, una tetera, una cuchara y un cucharón», así que en absoluto tiene que dar cuentas a su público infantil de cómo quiere hacer su show. Como artista no se debe a nadie, pero mucho menos a los cuatro o cinco que hiperventilan cuando la ven haciendo twerking porque tienen a sus hijos delante. Solo faltaría que, además, como le están pidiendo en redes, tenga que pedir perdón.