Felipe González y Alfonso Guerra piden frenar la amnistía, y un pacto de PSOE y PP

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

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Los exdirigentes socialistas aseguran que ERC y Junts «hacen represores a los demócratas», y que los constitucionalistas «no pueden ser chantajeados por nadie»

23 sep 2023 . Actualizado a las 17:16 h.

El socialismo de vieja guardia se plantó ayer y dio un golpe encima de la mesa frente a «la deriva» del actual PSOE. El expresidente del Gobierno, Felipe González, junto al que fuera su vicepresidente, Alfonso Guerra, acudieron al Ateneo de Madrid para reivindicar la vuelta «al orden constitucional» para evitar que la amnistía a los acusados del procés convierta a los demócratas en «represores» y para pedir un gran pacto constitucionalista entre PP y PSOE.

El encuentro entre ambos dirigentes socialistas se produjo con motivo de la presentación de Guerra de su libro La Rosa y las Espinas. Pero también en un contexto particular, con la negociación entre el PSOE y los socios independentistas en la fragua, además de la reciente expulsión de Nicolás Redondo de las filas del partido por sus posturas críticas con la actual dirección, las cuales comparten ambos ponentes.

En su intervención, el exvicepresidente, protagonista del día, propinó un doble ataque a los pactos del presidente del Gobierno en funciones. Alfonso Guerra cargó contra Pedro Sánchez: «Yo no he sido disidente ni desleal, lo habrá sido el otro [Sánchez] por pactar con Podemos» cuando dijo que, si lo hacía, «no podría dormir por la noche». Y quiso destacar que «la amnistía es la humillación deliberada de la generación de la Transición y de la democracia», dijo, a la par que pidió al Gobierno en funciones: «Solicito como socialista y ciudadano que no se de ese paso, que convertiría en represores a los demócratas».

Por su parte, Felipe González destacó que quien debería formar Gobierno es «quien gana las elecciones», replicando los deseos de campaña de Feijoo que ha extendido su candidatura a la Presidencia. Y además destacó que «mientras más formaciones haya en el marco constitucional, mejor», porque no se puede «iniciar algo para luego destruirlo». Y referido a la amnistía, argumentó que es «razonable» pensar que ni esta ni un referendo de autodeterminación «tienen cabida en la legalidad».

«Los represores resulta que ahora son los que intentaron arreglar lo que unos, en dos días, se cargaron el Estatuto de Autonomía, se cargaron la Constitución y montaron un Estado independiente», evaluó sobre los secesionistas para añadir que «si no hay acuerdo entre PP y PSOE, no se podrá acometer reforma alguna».

Disidencia y Cataluña

Ambos quisieron reivindicar las siglas de su partido y Guerra cargó contra la política de expulsiones de Ferraz. «Si una persona es de izquierdas, tiene la obligación de no callarse si ve injusticias y arbitrariedades, sea en la zona conservadora o en la zona progresista», dijo, en referencia a la expulsión de Redondo. Y posteriormente arrancó en la crítica a la marginación del castellano en escuelas catalanas y el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso por parte de unos partidos que están «en contra del modelo de la sociedad» que pretendía buscar su generación política.

En la misma línea se expresó Felipe González, que afirmó que «la única fuerza política» que queda que votó el marco constitucional y de convivencia de 1978 «es el PSOE», que mantiene sus siglas desde entonces. Pero para las cuestiones que afectan a Cataluña, dijo que él «sigue defendiendo las posturas del partido» que se enmarcan en el constitucionalismo y recordó que ya Salvador Illa dijo «el día después de las elecciones» que no se podía perder la vía constitucional. De hecho, revindicó la «fortaleza» con la que el líder del PSC ha encarado las negociaciones entre los socialistas, ERC y Junts. El expresidente, además, cerró con una frase directa a Ferraz: «La gente, cuando nos mira, se cree que ya no somos del partido porque solo se escucha ruido, pero seguimos siendo parte del mismo PSOE. No nos puede chantajear nadie», concluyó.

Los barones socialistas Lambán y García-Page arropan a los críticos

El Ateneo de Madrid colgó el cartel de «aforo completo» hace varios días y se llenó tanto de ciudadanos de a pie como de políticos y aristócratas. El acto estuvo orquestado por el exeurodiputado Pedro Bofill, presidente del colectivo Fernando de los Ríos, una asociación de socialistas descontentos con la «actual deriva» del PSOE y defensores de la rama constitucionalista del partido que mira al centro.

Como ya confirmaron antes de asistir, los barones socialistas Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha; y Javier Lambán, presidente de Aragón, fueron las voces del PSOE contemporáneo que arroparon a Felipe González y Alfonso Guerra. Son las dos únicas voces críticas que quedan entre los socialistas de Sánchez y comparten los rechazos de los exmandatarios respecto a las cuestiones del secesionismo y los pactos con el espacio a la izquierda de su partido.

Se unieron a ellos, expresidentes autonómicos del PSOE, como el andaluz José Rodríguez de la Borbolla y el asturiano Javier Fernández, así como Juan Carlos Ródríguez Ibarra (Extremadura) y otros antiguos cargos socialistas como Tomás Gómez y Nicolás Redondo Terrero, expulsado recientemente del partido.

Asistieron también figuras históricas como Adolfo Suárez Illana, hijo del expresidente Adolfo Suárez, muy crítico con la deriva política actual debido a la ruptura con el «espíritu» del 78, que asentó las bases de la democracia. Y hubo presencia de la aristocracia, como María Eugenia Brianda Timotea Cecilia Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba.