Es fácil resultar vulnerable ante las promesas de enriquecimiento rápido y sin riesgo de las entidades que operan sin licencia. Los fraudes se adaptan a los tiempos y se están vinculando ahora mucho a las criptomonedas, pero no solo giran en torno a esos activos.
02 feb 2024 . Actualizado a las 11:31 h.En plena cuesta de septiembre, con la resaca de las vacaciones reflejada en la cuenta corriente, la inflación que no da tregua y las condiciones financieras cada vez más restrictivas por las subidas de los tipos de interés, ¿quién no ha soñado con obtener algún dinero fácil para hacer más llevadera la situación? Hay que tener mucho cuidado. Los momentos de «debilidad» son especialmente propicios para dejarse atrapar por las ofertas de lo que de forma genérica se suele denominar chiringuitos financieros; un término que define de manera informal a aquellas entidades que ofrecen y prestan servicios de inversión sin estar autorizadas para hacerlo. No todas ellas son fraudulentas, pero algunas acaban siendo «instancias de fraude», según advirtió Rodrigo Buenaventura, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) durante la firma del Plan de Acción contra el Fraude Financiero, en abril del 2022.
Solo entre el 1 de julio y mediados de septiembre, la CNMV ha avisado sobre 85 entidades que no están autorizadas para prestar servicios de inversión (el doble que el verano anterior). Son ya 272 las entidades señaladas en lo que va de año. En el 2022, se contabilizaron 335 advertencias del supervisor español. Se puede consultar el listado completo de chiringuitos en la página web de la CNMV, donde también figura un listado de las entidades sin licencia detectadas por los supervisores europeos: un total de más de 11.000 avisos.
El fraude financiero es un fenómeno antiguo con reclamos de lo más variados y con víctimas también muy diversas. «No distingue entre perfiles sociales y perfiles de riesgo, ni entre niveles de competencia financiera», reconoció Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, en el mismo acto. Cabe recordar por ejemplo, la estafa piramidal orquestada por el inversor Bernard Madoff, un fraude de 18.000 millones de dólares que se destapó en diciembre del 2008 y afectó a todo tipo de inversores de todo el mundo, desde millonarios o personas con una pequeña cantidad de ahorros. Una estafa masiva y piramidal en España fue la de las compañías de filatelia Fórum y Afinsa, que arruinaron en el 2006 a muchas de las 400.000 familias de todos los estratos sociales que habían caído en sus redes con el gancho de unas rentabilidades que podían llegar a una media del 6 %, muy por encima de las que pagaban los bancos en aquel momento.
Sin llegar a esas dimensiones, los fraudes se van sucediendo en todo el mundo (en Europa, los delitos relacionados con los fraude financieros han crecido a dos dígitos) y se van adaptando a los tiempos. Se están vinculando ahora mucho a las criptomonedas, pero no solo giran en torno a estos activos. El reclamo que se utiliza en cada momento es el más vistoso, el que más puede atraer la atención, y eso va cambiando, subrayan los expertos.
«No existe un tipo concreto de víctima de los chiringuitos, puesto que a menudo se trata de estafas muy elaboradas y con apariencia de credibilidad en las que puede caer cualquiera: pequeños empresarios, particulares con cierto nivel de ahorro, profesionales liberales, etcétera. Es fácil resultar vulnerable ante las promesas de enriquecimiento rápido y sin riesgo de los chiringuitos financieros, que por muy bien construidas que estén siempre son falsas», se puede leer en la Guía de los Chiringuitos Financieros publicada por la CNMV.
El público objetivo de los chiringuitos es, por lo tanto, extenso, pero sus prácticas acaban impactando con más intensidad en los colectivos más vulnerables. En la era de internet y las redes sociales, las «víctimas propiciatorias» han pasado a ser los jóvenes y adolescentes.
De Cos admite que el fenómeno de la digitalización, siendo deseable, conlleva algunos costes que se deben aceptar. Los hay transitorios, como la exclusión financiera. Pero también más permanentes, como es el incremento del fraude financiero. Ahora bien, el correo electrónico, las redes sociales y las páginas web no son los únicos canales que utilizan los chiringuitos financieros para contactar con sus potenciales víctimas. Se siguen usando también el teléfono y la correspondencia convencional. La diferencia reside en la manera en que utilizan estos canales, el tipo de mensajes que transmiten y la actitud general que muestran para lograr sus objetivos.
Para obtener los contactos recurren a bases de datos (a menudo obtenidas de forma fraudulenta) de las que extraen direcciones de personas que, por ejemplo, han suscrito un determinado producto financiero, reciben periódicamente una publicación económica o en alguna ocasión contestaron ciertas encuestas en las que reflejaron sus gustos, aficiones y situación económica familiar.
Los chiringuitos financieros también utilizan la publicidad en periódicos, revistas u otros medios (como redes sociales) para ofrecer oportunidades de beneficio mucho más atractivas que las que proporcionan las inversiones tradicionales; «oportunidades que, naturalmente, no son tales en realidad», subrayan en la CNMV. El supervisor de los mercados españoles incide en que no se deben escatimar esfuerzos antes de decidir dónde colocar el dinero. Y asegura que hay indicadores que invitan a activar las alarmas: por ejemplo, estrategias de inversión «oscuras e incomprensibles»; la participación de un «genio que alberga algún secreto de inversión»; técnicas de ventas muy agresivas; o propuestas de reinversión o doblar la inversión cuando algo va mal en la apuesta inicial. Pero el síntoma más claro es la ausencia de licencia. De ahí que la CNMV insista en recomendar que se invierta solo con entidades autorizadas, que son las que facilitan el acceso a mecanismos de protección, como el fondo de garantía de inversiones, que permite recuperar hasta 100.000 euros.