El «problema Hunter» vuelve a amenazar a Biden
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Los cargos que se han presentado esta semana contra Hunter Biden, el hijo del presidente Joe Biden, no deberían ser comparables con los que enfrenta Donald Trump, su rival en las presidenciales del año que viene. Ni afectan a Biden padre directamente ni son especialmente graves. Ocultar que poseía un arma mientras era adicto a las drogas, que es de lo que se acusa a Hunter, no suena bien, pero está lejos de ser un delito con connotaciones políticas. Es el calendario lo que confiere gravedad al asunto, porque viene a coincidir con el proceso de impeachment (destitución) que han iniciado los republicanos contra Biden.
Como suele suceder con los impeachments norteamericanos, hay muy pocas probabilidades de que este conduzca de verdad a la destitución del presidente, pero estos aquelarres constitucionales sirven para crear un flujo interminable de revelaciones de todo tipo, alguna de las cuales puede acabar dando en el blanco. Más todavía después de la decisión, en su día, del Tribunal Supremo, de ampliar el grado de intromisión que se permite al Congreso en sus investigaciones. Entonces los demócratas lo celebraron porque el investigado era Trump. Ahora lamentarán aquella erosión del garantismo. Los republicanos, por su parte, esperan que, tirando del hilo de las historias que vayan saliendo sobre Hunter Biden, pueda aparecer algo que vincule a su padre con algún asunto sucio. Cuentan con que, al menos, la manera confusa de expresarse de Biden, su mala memoria y sus meteduras de pata habituales, le jueguen una mala pasada en alguna comparecencia. En todo caso, y como mínimo, el impeachment hará entrar en el dominio público lo que hasta ahora ha permanecido casi circunscrito a medios prorrepublicanos: los oscuros negocios y la vida llena de irregularidades de Hunter Biden. El presidente Biden todavía cuenta con una protección, sin embargo, y es el sentimentalismo. Las tragedias de su vida familiar son muy conocidas por el público y que despiertan una lógica empatía. Incluso su evidente cariño por su hijo Hunter, a pesar de las complicaciones en las que se ha visto metido toda su vida, le retrata como un buen padre. Esto obligará a los republicanos a andarse con pies de plomo a la hora de exponer determinados aspectos de la vida familiar de Biden. Desde luego, es difícil que aparezca algo tan grave como los cargos a los que se enfrenta Trump por intentar afectar al resultado electoral del 2020, pero, si llegase a verse implicado en algo realmente sucio (y esto no es imposible), es poco probable que el público de Biden, a diferencia del de Trump, le eleve a la categoría de mártir político. Sus posibilidades de reelección se verían seriamente dañadas, y esto en un contexto en el que las cifras dan un empate entre él y Trump.
Al final, todo es una cuestión de percepciones, y no serán los hechos probados sino la manera en la que se reflejen en la sociología electoral norteamericana, lo que decidirá si estas maniobras de politiquería judicial en las que se han embarcado los dos partidos tienen algún efecto, y si el efecto es el deseado por ellos mismos.
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