«Es preciosa, pero nunca volveré aquí en verano», asegura una visitante de Parma asfixiada por las altas temperaturas
27 jul 2023 . Actualizado a las 09:07 h.Los científicos de la NASA estiman que julio podría ser el más caluroso de la historia, y lo cierto es que el de Italia está siendo un verano abrasador. En Parma, ciudad artística a poco más de una hora de Milán famosa por su teatro de ópera (el célebre compositor Giuseppe Verdi nació a pocos kilómetros de aquí en 1813), el calor es tan intenso y agobiante que una turista francesa, Marie, dijo a La Voz: «Parma es preciosa, pero nunca volveré aquí en verano».
Un par de turistas austríacos caminan por el centro histórico bebiendo constantemente agua de sus botellitas, en los parques jóvenes e inmigrantes buscan algo de frescor tumbados en la hierba a la sombra de los árboles. Un jubilado de la ciudad dice: «He salido a comprar unos medicamentos para mi mujer, pero ahora me voy directo a casa. Pocas veces he visto Parma tan calurosa y vacía, es como si estuviéramos otra vez en cuarentena por la pandemia». Silvia, estudiante universitaria, dice a La Voz: «Estoy un poco preocupada, porque la crisis climática acaba de empezar y yo soy joven, tendré que sufrir las consecuencias durante muchos años».
Pero el calor no es un problema solo para Parma. En Vicenza, elegante ciudad cerca de Venecia, turistas y vecinos acuden en masa a bares y heladerías. Lo mismo ocurre en Mantua, ciudad renacentista del norte de Italia. Los que pueden dejan las ciudades para refugiarse donde la temperatura es más fresca, o sea en pueblos de montaña como Recoaro, una localidad termal de las Pequeñas Dolomitas donde La Voz se encuentra con un grupo de ancianas de Roma. «¡Qué bonito es esto! Estamos aquí de vacaciones, pero si pudiera me mudaría», dice una de ellas con una sonrisa. En la capital del país transalpino se han rozado los 42 grados, una temperatura récord, y han aumentado los ingresos hospitalarios por golpes de calor y deshidratación.
Los ancianos son el grupo demográfico más afectado, pero los trabajadores jóvenes y de mediana edad también corren peligro. Cerca de Milán, un trabajador de 44 años que trabajaba en una obra murió de calor; en Florencia, el calor mató a un hombre de 60 años que limpiaba un almacén. El INPS (el organismo de seguridad social italiano) ha recordado que la jornada laboral puede suspenderse o reducirse si la temperatura —o la sensación térmica— supera los 35 grados.
El calor empieza a asustar seriamente a los italianos. No solo por los riesgos para la salud, sino porque podría alejar a los turistas. Alemanes, franceses, holandeses, británicos y estadounidenses no están acostumbrados a temperaturas tan altas, y las declaraciones del ministro alemán de Sanidad, Karl Lauterbach, de vacaciones en el centro de Italia, han causado revuelo: «La ola de calor es impresionante aquí. Si sigue así, estos destinos vacacionales no tendrán futuro a largo plazo. El cambio climático está destruyendo el sur de Europa. Una era está llegando a su fin», escribió en redes. El ministro elogió la basílica de San Francisco de Siena, en la Toscana, y añadió: «Las iglesias deberían estar abiertas durante las olas de calor para servir de cámaras frigoríficas y ofrecer refugio». La ministra italiana de Turismo, la ultraderechista Daniela Santanché, agradeció a su homólogo la elección de Italia para sus vacaciones y le aseguró que la sostenibilidad tiene mucha importancia en su plan estratégico de turismo.