Una rubia muy anónima

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Charlene de Carvalho-Heineken, heredera del imperio cervecero, es la mayor fortuna de Países Bajos

04 jun 2023 . Actualizado a las 10:01 h.

Es la dueña de la mayor fortuna de los Países Bajos y la principal accionista de uno de los grandes grupos cerveceros del mundo. Tratándose de Holanda, y si se cuentan entre los amantes de la cebada y el lúpulo, seguro que han reparado ya en que se trata de Heineken, figure esta rubia o no entre sus favoritas. Que para gustos, están los colores. Y lo mismo con los líquidos.

Dos credenciales más que suficientes para que les suene su cara. Pero, seguro que no. A los neerlandeses tampoco, no se apuren. Y ustedes, quizás, ni sepan de su existencia. Y eso que tiene lazos con España y nos visita con cierta frecuencia. El año pasado hasta celebró aquí su cumpleaños. En Sevilla, para más señas. Nada tiene de extraño, porque Charlene de Carvalho-Heineken (Ámsterdam, 1954) adora el anonimato. Para ella es casi una religión. Nada de fiestas: apariciones públicas, las imprescindibles; y las entrevistas, contadísimas.

No falta quien relacione ese carácter suyo tan reservado con un episodio traumático que marcó a su familia: el secuestro de su padre, Freddy Heineken, y su posterior liberación, previo pago de un rescate multimillonario. Fue en 1983. Fue hace 40 años. Pero una cosa como esa no se olvida nunca.

Ella misma contó en una de esas escasas entrevistas que ha concedido a lo largo de su vida que cuando era pequeña era «incapaz de mirar a la gente a la cara». Eso y que le daba mucha vergüenza lo de que su apellido estuviera en todos los bares del país y luciera incluso en llamativos letreros de neón. Hija única, su padre, que en más de una ocasión admitió que hubiera preferido tener más vástagos, la educó para, llegado el momento, asir las riendas del negocio. Pero, Charlene no estaba por esa labor. Por lo menos al principio. Desde muy joven defendió el derecho a decidir su propio futuro. Empeño ese que la enfrentó a su padre en no pocas ocasiones.

Estudió Fotografía y Derecho en Leiden, cerca de Ámsterdam. Acabados los estudios, sus primeros pasos laborales los dio primero en una agencia de publicidad y después en un estudio de arquitectura.

Años después, el idilio con el exactor y ahora financiero Michel de Carvalho, a quien conoció durante unas vacaciones en Suiza. De nombre artístico Michel Ray, participó en Lawrence de Arabia, en la que interpretó el papel de Farraj. De ahí su pasión por Sevilla, donde se rodó parte de la superproducción. Gran deportista también, formó parte del equipo de esquí del Reino Unido en varios Juegos Olímpicos de Invierno.

Se casaron en 1983 y, de primeras, Charlene optó por lo de ama de casa y madre de familia. Nada de negocios. Cinco hijos tiene el matrimonio. Entregada a esas labores estaba en Londres, donde residía con su esposo y sus vástagos, cuando en el 2002 la sorprendió la muerte de su padre. Y todo cambió para ella. Hubo de tomar las riendas del emporio. Y al frente sigue. Ayudada por Michel, además de marido, su mano derecha. Difícil eso de conjugar trabajo y pasión y que no acabe todo en desamor o algo peor. No es su caso. Al menos, de momento.

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