El padre de los históricos táperes está al borde de la quiebra

Sara Cabrero
S. Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

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Tras admitir que tiene graves problemas de liquidez para seguir viva, Tupperware se ha enfrentado a caídas del 50 % en bolsa

26 abr 2023 . Actualizado a las 11:49 h.

Quién le iba a decir a Earl Tupper que aquellos pedazos de polietileno (un material que en su época se consideraba de desecho en el proceso de refinación del petróleo) con los que decidió comenzar a experimentar a principios de los años cuarenta iban a dejar una huella imborrable en la historia del consumo. Tan indeleble como que setenta años después de que la empresa Tupperware empezara a hacerse de oro con sus táperes, el apellido de este inventor sigue dando nombre a todos los recipiente de plástico con tapa que se comercializan en el mercado.

Pero la de Tapperware es una historia que no parece tener final feliz. Hace unos días, la multinacional reconocía que existen «dudas sustanciales» sobre su capacidad para continuar como negocio. Ante la difícil situación en la que está inmersa, la compañía decidió contratar asesores financieros con el objetivo de lograr acceso a financiación complementaria procedente de nuevos inversores. Asumía así que no disponía de la liquidez necesaria para seguir viva. Y la reacción no tardó en llegar. Las acciones no paran de sumar números rojos en la bolsa, donde en las peores jornadas (el lunes 10 de abril) llegaban a desplomarse más de un 48 %.

«Tupperware está haciendo todo lo que está a su alcance para mitigar los impactos de los eventos recientes, y estamos tomando medidas inmediatas para buscar financiación adicional y abordar nuestra situación financiera», apuntó el consejero delegado de la compañía, Miguel Fernández.

Dicen los expertos que el gran problema que arrastra Tupperware es no haber sabido adaptarse a los tiempos y seguir abrazando un modelo de negocio que, a pesar de que fue un auténtico revulsivo y todo un éxito durante décadas, poco recorrido tiene a día de hoy. Porque la fórmula empresarial se parece (demasiado) a la que aplicó en sus inicios Earl Tupper. El gran salto de este inventor se produjo en 1946, cuando por su cabeza voló la posibilidad de diseñar tapas herméticas que ayudaran a que los alimentos que se guardaban en sus recipientes de plástico no se vertieran. Su camino empresarial arrancó de la mano de tiendas minoristas situadas en diferentes puntos de Estados Unidos. Pero la estrategia de distribución no acababa de cuajar. Muchos clientes no estaban acostumbrados a esta forma de guardar la comida y muchos no sabían exactamente cómo utilizarlos. Y Tupper se vio obligado a repensar la logística. Fue entonces cuando la empresa fichó al verdadero cerebro que ideó la revolución de Tupperware: Brownie Wise. Esta mujer divorciada y con un hijo llevó a los recipientes de plástico a lo más alto del olimpo de los inventos. Tenía carisma y experiencia. Estaba especializada en la venta de productos de limpieza en reuniones formadas por grupos reducidos de mujeres. Tupper quiso replicar este modelo con sus productos. Y fue todo un éxito.

Las conocidas Fiestas Tupperware comenzaron a ser un éxito en Estados Unidos. Y no solo fueron citas importantes para las mujeres de los cicuenta y los sesenta. Y que estas reuniones en las que un grupo de amigas y vecinas se juntaban para conocer los últimos artículos del catálogo de Tupperware se siguieron repitiendo a lo largo de los años.

Wise fue nombrada vicepresidenta de la firma y llevó a cabo una campaña de márketing con un éxito sin precedentes. Hasta tal punto que ella misma se convirtió en un referente de los años cincuenta. Fue la primera mujer que apareció en la portada de Business Week. Convertida ya en toda una celebridad, sus relaciones con Tupper comenzaron a agrietarse y en el año 1958 fue despedida por decisión una junta directiva integrada por aque entonces solo por hombres. Ese mismo año, Tupper decidió vender la empresa a Rexall Drug por 16 millones de dólares de la época. 

Durante años, el éxito siguió sumando beneficios a sus cuentas. Pero el siglo XXI no le ha sentado nada bien a la compañía. La denostada fama que arrastra consigo el plástico, sumada a la globalización, ha poblado el mercado de opciones bastante parecidas y mucho más baratas, hiriendo de gravedad a la firma. El covid les dio algo de aire. Durante los peores meses de la pandemia, con las familias recluidas en sus casas cocinando, repuntaron sus ventas. Pero el filón fue transitorio y la empresa tiene ahora que repensarse. Están en juego sus 70 años de historia.