Stoltenberg promete a Ucrania «el lugar que merece» dentro de la OTAN

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

ACTUALIDAD

Jens Stoltenberg, durante su reunión con Zelenski en Kiev.
Jens Stoltenberg, durante su reunión con Zelenski en Kiev. STAFF | REUTERS

El Kremlin admite por primera vez que uno de los objetivos de su invasión es que Ucrania no se adhiera a la Alianza Atlántica

20 abr 2023 . Actualizado a las 20:51 h.

La foto del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el presidente Volodímir Zelenski se ha hecho esperar para no dar la imagen de que la invasión de Ucrania era una guerra de la Alianza. Pero este jueves, el noruego visitó Kiev por primera vez desde la invasión lanzada por Rusia con una promesa bajo el brazo: «El lugar que le corresponde a Ucrania está en la OTAN y, con el tiempo, nuestro apoyo les ayudará a hacerlo posible», citó en rueda de prensa junto a Zelenski, que busca, aunque con reticencias de la organización militar, que el proceso de adhesión se inicie en la cumbre que la organización militar celebrará en julio, algo improbable ante el temor de que Moscú lo interprete como una provocación.

Una muestra de que el apoyo de la Alianza Atlántica a Kiev seguirá siendo constante hasta el final de la guerra. Una guerra para la que Zelenski ha pedido misiles antiaéreos y para la que Stoltenberg ha prometido todo el apoyo posible tras recordar que la unión militar internacional ya ha dado 150.000 millones de euros a Ucrania, de los cuales 65.000 se han destinado a ayuda militar.

Además, Stoltenberg remarcó: «Seguiremos a vuestro lado mañana, mientras reconstruís y trabajáis por un futuro mejor para el pueblo ucraniano», declaró.

Pendientes desde Moscú

La visita no pasó desapercibida en Moscú. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, admitió por primera vez desde la invasión que uno de los objetivos de Rusia era impedir la entrada del país exsoviético en la Alianza Atlántica. «Lo contrario representaría un peligro grave para nuestro país, para su seguridad», dijo Peskov a la agencia Interfax.

Con todo, el portavoz no valoró una eventual entrada de Ucrania en la OTAN, y tampoco hay una solicitud formal en trámite sobre la mesa de Stoltenberg. No obstante, Zelenski firmó en septiembre del año pasado una solicitud para ingresar en la Alianza «por la vía rápida», petición que le reiteró a Stoltenberg durante su encuentro.

El Kremlin, por su parte, admitió el pretexto de su invasión después de que Putin le dijera a la nación rusa que invadiría Ucrania para «la desmilitarización y la desnazificación» del país. Un discurso que no se sostuvo por la cantidad de imágenes de ciudades como Mariúpol absolutamente arrasadas o los civiles torturados y ejecutados en las ciudades de Irpin y Bucha.

Posteriormente, y apoyado en un discurso ultraortodoxo promovido por el patriarca Kiril, Rusia aseguró que libraban «una guerra santa» contra un país «satánico». Distinto discurso, pero mismo argumento: los funerales en catedrales e iglesias ortodoxas dependientes del nuevo patriarcado de la Iglesia ucraniana desvinculada de las autoridades religiosas de Moscú.

Rusia también intentó justificar la anexión de Crimea del 2014 escudándose en un falso referendo, pero hacerse con la base naval de Sebastopol fue el gran premio.

Zelenski cumple cuatro años como presidente

«La tiranía rusa ha perdido el control sobre nosotros». Con esa frase coronó Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, su discurso ante el Capitolio de EE.UU. el año pasado. El punto álgido de cuatro años como jefe de Estado de Ucrania.

Natural de Krivói Rog, una pequeña localidad de la región de Dnipropetrovsk, comenzó una carrera como actor que le hizo famoso gracias a su papel en la serie El servidor del pueblo, gracias a la cual recorrería la Rusia de la que ahora se defiende. Pero eran otros tiempos.

Ya había defendido la revolución del Euromaidán, que acabó con la expulsión del prorruso Viktor Yanukóvich, y criticó asimismo la anexión de Crimea. No obstante, siempre defendió el ruso como lengua materna de Ucrania en consonancia con el ucraniano y criticó las actuaciones de su antecesor, Petro Poroshenko, de discriminar la lengua y la población rusas, tan parte del país como los ucranianos.

Sin embargo, esa política de defender lo ruso está casi extinta en el país eslavo, que persigue deshacerse de todo lazo con la potencia vecina. Prohibición de partidos prorrusos, malas caras ante el idioma por parte de civiles y el auge de manifestaciones y figuras artísticas patrióticas ahora son tendencia.

Acuerdos con Putin

El Servidor del Pueblo es también el partido con el que Zelenski le ganó las elecciones a Poroshenko en el 2019 con el 73,22 % de los votos. Su primera misión fue dialogar con un Putin con el que ratificó los acuerdos de Minsk, un papel inservible en el actual contexto.

Zelenski pasó de querer ser el buen vecino a ser el vecino de las flores pisadas del jardín. Ello le ha erigido en defensor de su pueblo, de su unidad y de su extensión territorial. Su destacable papel como «no prófugo», como fue el caso de Yanukóvich, le granjeó un apoyo popular incuestionable.

Más aún, se hizo el mejor amigo de los dos gigantes occidentales: Estados Unidos y Europa. Ha conseguido, salvo aviones, todo el suministro militar de sus socios, que le apoyarán hasta el final de la guerra. Cuatro años de presidencia difíciles, pero a la altura de un «héroe» de nuestro tiempo.