Rocío Núñez, experta en reproducción asistida: «Cada vez hay más mujeres jóvenes con menopausia precoz»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

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Rocío Núñez es bióloga especializada en infertilidad. Comenzó su trayectoria en el laboratorio de andrología del Hospital Ramón y Cajal, donde se familiarizó con la infertilidad masculina.
Rocío Núñez es bióloga especializada en infertilidad. Comenzó su trayectoria en el laboratorio de andrología del Hospital Ramón y Cajal, donde se familiarizó con la infertilidad masculina.

La doctora en biología explica los factores que han llevado a la situación actual de descenso de la fertilidad en mujeres y hombres a nivel mundial, un panorama al que se puede dar respuesta en muchos casos desde el laboratorio

22 mar 2023 . Actualizado a las 18:21 h.

En los últimos años, la caída de la fertilidad a nivel mundial ha sido objeto de preocupación para la ciencia. No por nada la novela El cuento de la criada, cuya primera edición es del año 1985, ha alcanzado su máxima relevancia cultural en la segunda década del siglo XXI, convirtiéndose en una serie televisiva multipremiada. La dificultad a nivel poblacional para concebir que retrata el libro es, cada vez más, una realidad. El modo de vida en las sociedades de hoy ha llevado a que las personas esperen más y más para tener su primer hijo, y con este aumento en la edad de la maternidad y paternidad han surgido cada vez más dificultades para lograr ese deseado embarazo.

Aquí es donde intervienen las técnicas de reproducción asistida. Hoy, más que nunca, la vida empieza, muchas veces, en un laboratorio, y no hay nadie mejor para hacer un recorrido guiado por esos procesos que alguien que se dedica a ello. Con ese objetivo, la doctora en Biología y experta en Reproducción Asistida y Bioética Rocío Núñez Calonge abre las puertas de su laboratorio y relata sus experiencias en su nuevo libro, Diario de una bióloga.

—Si nos planteamos tener hijos, lo más frecuente es buscar el embarazo de manera natural. ¿Cuándo es momento de ir por el camino de la reproducción asistida?

—Es muy importante la edad de la mujer. En una mujer joven, si después de dos años de intentarlo no se ha quedado embarazada, es recomendable o importante que acuda a un especialista. Pero, por encima de los 35 años, no hay que esperar tanto. Con un año, como mucho, es suficiente. Porque a partir de los 35 empiezan a bajar mucho las posibilidades de un embarazo, con lo cual, cuanto antes se empiece, más opciones habrá.

 —¿Cuáles son los principales problemas que impiden concebir de forma natural?

—El principal problema es la edad de la mujer, precisamente. Con la incorporación de la mujer al trabajo, hasta que no estás un poco asentada no tienes una situación en la que puedas plantearte tener hijos. Cuando empiezas a planteártelo, quizás no lo consigues, y te plantas en los 38 años. En muchos casos, sobre todo si vamos a la medicina pública, donde las listas de espera son de más de un año, hay mujeres de 40 e incluso de más de 40 que se plantean tener su primer hijo. Esa es la causa principal. Luego, como causas médicas propiamente dichas, están presentes por igual el factor femenino y el masculino. En las mujeres, puede haber problemas con la calidad de los óvulos, o puede que haya alguna patología como el ovario poliquístico. Pero las proporciones son bastante más bajas que en esa primera causa.

—¿Cómo comienza el proceso de la reproducción asistida?

—Una mujer que se plantee consultar con un especialista y esté empezando a leer en redes y en todos los sitios de Internet con información, lo que tiene que hacer es olvidarse de todo lo que lea e ir al médico, para que, según su caso en particular y según el diagnóstico que le hagan, decida el camino que tiene que recorrer. ¿Por qué empezar a hablar de la fecundación in vitro cuando a lo mejor no es necesaria y hay un proceso más sencillo para que se quede embarazada? Lo principal es que vaya a un especialista y que le hagan un estudio de diagnóstico donde se compruebe, si es una pareja, con el factor masculino también, dónde puede encontrarse el problema. Y, en función del problema que se encuentre, decidir el tratamiento que se necesite. Pero no hay que presuponer de antemano el procedimiento que hay que hacer.

—¿Qué opciones de tratamiento hay?

—Vamos a suponer que el problema es que los espermatozoides son muy pocos y se mueven mal. Si el problema es el factor masculino, entonces la solución tiene que ser una fecundación in vitro. La mayoría de las veces, el procedimiento se llama fecundación in vitro, pero lo que se realiza en realidad es una microinyección espermática. El tratamiento para la mujer va a ser igual. De lo que se trata es de ponerle un tratamiento de estimulación de los ovarios para que, en vez de tener un solo óvulo, que es lo que normalmente en una ovulación espontánea ocurre todos los meses, se consigan más. Cuando llega el momento de la ovulación, esos óvulos se extraen por vía vaginal en un quirófano, se pasan al laboratorio y, si es una fecundación in vitro sin más, se ponen los óvulos de un lado y los espermatozoides del otro. Eso hace que ellos solos fecunden los óvulos y al día siguiente se ve cómo está la fecundación. La diferencia con la inyección es que si hay muy pocos espermatozoides que van a ser capaces de fecundar, o se mueven mal, o hay algún otro problema del semen, se coge en el laboratorio un espermatozoide y se mete dentro del óvulo. Después de ese proceso, al día siguiente, también en el laboratorio, se ve si han fecundado los óvulos o no, y cuántos han fecundado. Se espera otro día más y, a las 48 horas, vemos que se han dividido los embriones. Ahora, la tendencia, para que no haya embarazo múltiple, es transferir a la mujer uno o, a lo sumo, en algunos casos, dos embriones. Se pueden transferir a las 48 horas o más adelante. Podemos esperar hasta los cinco días, que es cuando el óvulo fecundado ya evoluciona a un embrión mucho más desarrollado. Y ese embrión se transfiere al útero directamente. A partir de ahí, es esperar a la prueba de embarazo y ver si ha habido implantación.

—¿Estos son embarazos de riesgo?

—No, en absoluto. El embarazo se considera de riesgo cuando es múltiple, o si hay alguna patología de la mujer que pueda hacer que sea de riesgo. Por ejemplo, una patología cardíaca, o la edad. En esos casos, sí son embarazos de riesgo. Pero cuando hay riesgo para la mujer o para el niño, no se debe buscar el embarazo. Si la edad es muy avanzada, tampoco.

Rocío Núñez acaba de publicar Diario de una bióloga, un libro en el que relata los momentos más complejos y los más gratificantes de su labor.
Rocío Núñez acaba de publicar Diario de una bióloga, un libro en el que relata los momentos más complejos y los más gratificantes de su labor.

—¿Cómo se logra que ese embarazo se implante?

—Es exactamente igual que en un embarazo natural. De forma natural, la fecundación ocurre en la trompa. Los espermatozoides suben desde la vagina al útero y a la trompa. Al mismo tiempo, la trompa recoge al óvulo, que estaba en el ovario, y donde se ha recogido el óvulo ocurre la fecundación. Ese óvulo fecundado va bajando por la trompa, se va dividiendo y, cuando llega a un estado que se llama blastocisto, que, en la fecundación normal, ocurre a los siete u ocho días, ese embrión se implanta en el útero, en el endometrio, que es la capa que recubre el útero. El endometrio reconoce ese embrión y él se queda pegado. Cuando hacemos una fecundación artificial, lo que preferimos es esperar a que el embrión tenga ese estado, que sería el mismo que alcanzaría de forma natural, y cuando está en la fase de blastocisto, lo ponemos en el útero. De la misma manera que en el embarazo natural, es importante que en ese momento el útero sea receptivo, es decir, que esté en el día del ciclo necesario para que reconozca a ese embrión y se implante. Pero a veces hay problemas en el endometrio, por lo que sea, y ese endometrio no reconoce el embrión. Es entonces cuando no hay embarazos, u ocurren abortos tempranos. Pero lo normal es que esa implantación del embrión sea exactamente igual a como sería de forma natural.

—¿Cómo se sabe si el útero está preparado para recibir al embrión?

—Eso se puede ver de dos maneras. Primero, con ecografía. El útero tiene que tener una estructura de triple línea. Esto quiere decir que en la ecografía se ven tres capitas, que indican que el endometrio tiene el grosor suficiente y que está preparado morfológicamente. Pero de forma bioquímica, no lo sabemos. Suponemos que sí. Otra forma es hacer un análisis de hormonas y ver si el nivel de esas hormonas es suficiente para que se pueda producir la implantación. Por otra parte, durante ese tiempo se da a la mujer progesterona para que ese endometrio esté preparado. Se puede dar por vía vaginal, oral, o a veces, incluso, intramuscular. Tiene que estar con la progesterona durante un tiempo para que ese endometrio esté receptivo.

—Todo este procedimiento, entonces, se hace respetando esos tiempos...

—Claro. Es importantísimo coordinar el tiempo de la mujer con el tiempo del embrión. El momento de desarrollo del embrión tiene que estar sincronizado con el desarrollo del endometrio. Esa es la ventana de implantación, que es un período corto de tiempo. Por eso, en reproducción asistida, dependemos del ciclo de la mujer. Y por eso se trabaja todos los días, fines de semana, fiestas. Porque el día que toca es el día que toca. No podemos elegir hacer la transferencia este día porque a mí me interesa. El día que el endometrio esté preparado es cuando debe hacerse.

—Hay una parte del proceso que aún no podemos controlar...

—No es que no podamos, es que no debemos ni tampoco queremos. Porque tenemos que intentar que sea todo lo más natural posible. Por eso es igual que un embarazo espontáneo. No tiene por qué haber diferencias.

—¿Por qué motivos puede fallar el proceso de la fecundación «in vitro»?

—El modo de vida, la alimentación y los factores externos como la contaminación y el tabaco, alcohol, drogas, todo eso afecta a la reproducción en la mujer y en el hombre. Pero, por ejemplo, en el hombre, se está viendo que la calidad del semen está disminuyendo cada vez más. En el caso de la mujer, es lo mismo. Cada vez más, hay mujeres que aún siendo jóvenes es como si tuvieran una menopausia precoz: les quedan pocos óvulos, son de mala calidad. Eso está aumentando cada vez más.

—¿Qué riesgos tienen estos tratamientos para las mujeres?

—Hace unos años había un riesgo de hiperestimulación. Nosotros ponemos las hormonas a la mujer para que se desarrollen los óvulos y tienes que hacer que haya muchos, pero no tantos como para que sea malo para la mujer. Entonces, había ese riesgo de hiperestimulación, de que la mujer tuviera demasiados óvulos, y eso creaba una serie de complicaciones. A veces, incluso, había que ingresarlas, porque eran cuadros graves. Eso ya prácticamente no está ocurriendo, porque las medicaciones que se utilizan ahora lo evitan. El otro riesgo que antes también había con más frecuencia era el embarazo múltiple. Porque se ponían dos o tres embriones, pensando que así había más posibilidades de embarazo. Y lo que ocurría cuando se ponían los tres era que, si los tres implantaban, un embarazo de trillizos supone un riesgo muy importante para la madre y para los niños. Entonces, ahora, eso también está prácticamente desapareciendo, porque se está poniendo solo un embrión. Esos eran los riesgos que hace unos años estaban asociados con la reproducción asistida. Quitando eso, la medicación prácticamente tiene riesgos inexistentes y el procedimiento, también. La punción es muy sencilla, se hace con sedación. No es como una cirugía. Son riesgos mínimos.

—¿Puede haber a largo plazo efectos secundarios para las mujeres que se realizan el tratamiento?

—No, en absoluto. También se habló hace años de que estos tratamientos podían producir cáncer, pero se ha visto que no. El tratamiento, aunque se hagan varios ciclos, no tiene ningún peligro a futuro ni mientras están en tratamiento.

—¿Cuándo se recomienda la congelación de óvulos?

—Es una opción. Si se prevé que hasta una edad más avanzada no se va a tener hijos, congelar los óvulos es una posibilidad para que, si se decide tener hijos con 40 años, esos óvulos sean jóvenes. Porque, si no, esos óvulos, a los 40 años, van a tener unas posibilidades de embarazo muy bajas. Pero yo creo que es mejor que se embaracen antes, cuando se pueda, más que congelar los óvulos. Porque la congelación soluciona solo parte del problema, no todo. Formar una familia a partir de los 40 años no tiene que ver solo con la calidad de los óvulos, sino con todo lo que implica el tener hijos a esa edad. Pero eso tampoco depende del todo de las mujeres. Si no tienen trabajo o no han acabado su carrera, difícil es pensar en tener hijos.

—¿Cuándo se utiliza la donación de óvulos o de semen?

—Utilizar óvulos donados suele ser la última opción, si existe una enfermedad genética, por ejemplo. La donación de semen se recomienda en el caso de que una mujer sin pareja quiera tener un hijo, o en el caso de una pareja de mujeres. En las mujeres que han pasado cierta edad, que tienen más de 40 o 42 años, si la calidad de los óvulos es muy mala y no tienen posibilidad de embarazarse con sus óvulos, hay que recurrir a la donante de óvulos.

—¿Es muy frecuente que las mujeres busquen un hijo sin tener pareja?

—Sí, ocurre bastante más que antes. Antes, una mujer soltera que tuviera hijos era algo mal visto; incluso se ocultaba. Pero ahora, la mujer ha visto que no necesita de un varón para tener un hijo o una familia, con lo cual, cada vez son más las mujeres que quieren ser madres pero que, igual, no han encontrado a un hombre que quieran que sea el padre de sus hijos. Entonces, se plantean ser madres solas, y cada vez está habiendo más familias de este tipo.

—Menciona en el libro que, muchas veces, los tratamientos no funcionan. ¿Cómo aborda el momento de dar esas malas noticias?

—Hay que, por supuesto, ser empático con la persona, con la pareja, ponerse en su situación, pero siempre decir la verdad. Si tienes que explicar que tienen que abandonar el tratamiento porque las posibilidades son prácticamente nulas, o porque ya llevan varios intentos, esa es una muy mala noticia. Pero dar falsas esperanzas es algo que no debe hacerse. Porque ellos siguen pensando en esa posibilidad y, psicológicamente, les afecta mucho y es algo muy malo. Siempre hay que hablar con sinceridad.

—¿Hay algún caso en particular que recuerde?

—Recuerdo el caso de una paciente que se había hecho varios ciclos de donación de óvulos, porque ella no tenía óvulos, ya que era bastante mayor. Le dijimos que era mejor que abandonase, porque ya había hecho varios tratamientos. Ella insistió en hacer un último intento y se embarazó. Estaba muy contenta, fue fenomenal. Y un par de años después de tener a su niño, cuando ella ya tenía 48 años, nos llamó para contarnos que estaba embarazada de manera espontánea. Eso es muy raro, pero no es imposible. Esos casos pueden ocurrir. No sabemos por qué. Hay muchas cosas que todavía desconocemos. Y al final tuvo a su niño bien y tiene dos hijos. Es un caso muy, muy extraño.