Una Ucrania rota intenta sobrevivir a la guerra

Héctor Estepa
Héctor Estepa JARKOV | E. LA VOZ

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Olena Zhuravlova, ante la tumba de su marido muerto en el Dombás en el cementerio de Leópolis.
Olena Zhuravlova, ante la tumba de su marido muerto en el Dombás en el cementerio de Leópolis. HECTOR ESTEPA

La vida del país cambió de un plumazo hace hoy un año. Las viudas lloran a los muertos en el frente y las familias malviven entre cortes de luz y agua que hacen «valorar las pequeñas cosas»

24 feb 2023 . Actualizado a las 12:12 h.

Los dedos nerviosos de Olena acarician insistentemente su anillo de casada mientras habla de su marido, Oleksii. La joya se mueve de lado a lado mientras sus palabras llenan de desconsuelo las paredes del vetusto edificio residencial soviético en el que habita en Leópolis.

Oleksii murió sirviendo en el frente del Dombás, apenas dos meses después de que Rusia invadiese Ucrania. Dejó un huérfano y una mujer devastada. En una repisa de madera, Olena Zhuravlova ha colocado, con mucho cariño, dos fotografías de su marido y una medalla, acompañada de una carta de condolencia firmada por el presidente Volodímir Zelenski. Una dosis de orgullo sumergida en un océano de dolor.

«Nunca lo dudó. La guerra empezó un jueves y él se alistó el viernes. Fue imposible pararlo. Dijo que lo hacía para que su hijo no tuviera que ir a la guerra», recuerda su viuda.

La guerra de Ucrania cumple un año sin que se atisbe su final en el horizonte. El drama de Olena es apenas un grano de arena en la catástrofe que asola al país. Más de 8.000 civiles han muerto en los 365 días transcurridos desde el inicio de la invasión rusa y, de ellos, al menos 430 son niños. Esa es apenas la cifra verificada por la ONU. La real es, sin duda, mucho mayor.

El conflicto ha dejado al país en situación de crisis humanitaria. Más de 8 millones de personas han dejado Ucrania. Muchos de los que se han quedado malviven. El 40 % de la población —casi 18 millones de personas— necesita ayuda humanitaria en un país hundido en la tragedia y donde la guerra ha roto familias para siempre.

Decenas de banderas azules y amarillas de Ucrania se extienden a las afueras de uno de los cementerios de Leópolis. Allí comenzaron las autoridades a enterrar a los soldados fallecidos en la guerra. Algunas de las lápidas, las de la hilera exterior, anuncian un drama reciente. Son militares que murieron hace apenas unos días.

Allí está también la tumba de Oleksii. Dos veces por semana Olena visita a su marido. «Mi vida se divide entre antes y después de su muerte. Lo echo mucho de menos. No puedo imaginarme mi vida sin él», dice, mientras pone con afecto una rosa sobre el sepulcro. 

Nada es ya normal

En Kiev, escenario de algunas de las batallas más cruentas de la guerra en los primeros días de la invasión rusa, buena parte de los negocios han vuelto a su actividad. En las calles de la gran ciudad los restaurantes y bares están abiertos, las luces de neón que los anuncian han vuelto a aparecer y los trabajadores van a la oficina.

Pero nada es ya normal. La vida de los tres millones de habitantes de la urbe cambió de un plumazo el 24 de febrero del 2022. Muchos perdieron familiares y amigos en las cruentas batallas de Bucha, Irpin y otras localidades de las afueras de la ciudad, que fueron escenario de algunas de las más graves violaciones de derechos humanos que se han dado en el conflicto. Miles abandonaron también la ciudad, para no volver.

«No me podía creer que lo que estaba ocurriendo era real», dice Irina Dobrovolska, de 36 años, madre de cuatro hijos, que cría sola, y que decidió quedarse en la ciudad con sus pequeños aunque su empresa cerró y se quedó sin trabajo. Le movió el ánimo de ayudar. «Comencé a trabajar como voluntaria en la Cruz Roja. Tenía un coche y conduzco bien, así que me convertí en conductora. Recorríamos Kiev para llevarles comida, ropa y medicina a los refugiados. Me pagaban en comida porque no pagan con dinero», rememora.

Ahora ha conseguido otro trabajo con el que mantiene a su familia. Lo pasaron mal en Navidad, cuando los cortes de luz eran constantes. «Empezamos a valorar las pequeñas cosas que antes no valorábamos. Ahora entiendes que la felicidad es tener electricidad a todas horas, agua corriente, calefacción. La mejor forma de hacer feliz a alguien es darle algo que le habías arrebatado».

Sus hijos están bien, pero su hermano sigue en la lucha. Sobrevivió a la batalla de Kiev, a pesar de ver quemarse a su comandante frente a sus ojos. Ahora lleva dos meses luchando en Bajmut, el escenario de las batallas más cruentas de las últimas semanas.

«Me preocupo, pero te acostumbras. Mi madre llora todo el tiempo. Yo me mantengo entera porque tengo hijos e intento no mostrar pánico en casa», cuenta.

La guerra no da tregua. El Ejército ucraniano respondió este jueves a unos 90 ataques rusos en el nordeste y el este del país. Muchos esperaban con preocupación algún ataque de Putin este viernes con motivo del aniversario de la invasión. En Járkov, algunos residentes han optado por dejar la urbe en dirección a los pueblos en previsión de bombardeos.

Zelenski quiere reunirse con China para que le explique su plan de paz 

El ambiguo papel de China en la invasión rusa de Ucrania está cada vez más en cuestión. «Nos gustaría reunirnos con China», declaró Volodímir Zelenski durante una conferencia de prensa con Pedro Sánchez. El presidente de Ucrania calificó de «positivo» el mero hecho de que Pekín plantee un plan para poner fin a la guerra de Ucrania, aunque afirmó que no conocía el contenido completo del plan de paz chino. «Sacaremos conclusiones cuando veamos los detalles», agregó.

El máximo responsable de la diplomacia china, Wang Yi, puso al corriente al ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, de los principales aspectos del plan durante la Conferencia de Seguridad de Múnich que se celebró el fin de semana. Kuleba agregó entonces que Kiev examinará en detalle el texto una vez que Pekín lo haga público —lo que ocurrirá previsiblemente este viernes—, pero avanzó que la integridad territorial de Ucrania no es un aspecto negociable.

Según The Wall Street Journal, la Administración Biden de Estados Unidos debate si divulgar información de inteligencia sobre la posible transferencia de armas de China a Rusia para apoyar su ofensiva en Ucrania, ante la reunión que celebrará hoy el Consejo de Seguridad de la ONU.

 Resolución en la Asamblea de la ONU

Su Asamblea General tenía previsto votar anoche una resolución, apadrinada por la Unión Europea, que reclama la retirada de las tropas rusas de Ucrania. Se espera que con una gran mayoría de sus 193 miembros respalden dicha resolución, pero es probable que China se abstenga.

Durante el debate, Hungría se desmarcó por completo de sus socios de la UE. Su ministro de Exteriores, Peter Szijarto, criticó en su intervención dos de las líneas maestras europeas ante el conflicto: «Ni la entrega de armas ni las sanciones [a Rusia] salvan vidas; al contrario, contribuyen a la escalda y prolongación del conflicto».

Putin anuncia el despliegue de misiles Satán II en un intento por fortalecer la triada nuclear 

El presidente Vladimir Putin felicitó ayer a los rusos por el Día del Defensor de la Patria y de paso anunció que tiene previsto desplegar misiles balísticos intercontinentales Sarmat, apodados Satán II por los ejércitos occidentales por su capacidad de albergar decenas de ojivas nucleares, en un intento por fortalecer la llamada triada nuclear rusa.

El anuncio llega tras la suspensión de la participación de Rusia en el Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START, por sus siglas en inglés), el último pacto firmado con EE.UU. para el control del arsenal atómico.

En una serie de discursos pronunciados ayer de cara al aniversario del inicio de la guerra, Putin anunció que el despliegue de los Sarmat estará acompañado de la entrega a las Fuerzas Armadas de misiles hipersónicos Kinzhal y Tsirkon, y del submarino portamisiles del proyecto Borei-A, Imperator Aleksandr III, lo cual representa una renovación al 100 % de las fuerzas estratégicas navales rusas. «Un ejército y una flota modernos y efectivos son la garantía de la seguridad y soberanía del país, de su desarrollo estable y su futuro», proclamó.