Aragonés desaira a Sánchez y le advierte de que el «procés» no ha terminado
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El presidente catalán abandonó la cumbre hispano-francesa antes de que sonara el himno de España
20 ene 2023 . Actualizado a las 09:32 h.La crónica del Gobierno de que con los indultos, primero, y con la reforma del Código Penal, después, se ha pacificado Cataluña y el desafío al Estado ha terminado no coincide para nada con el relato independentista de los pragmáticos de ERC, de los radicales de Junts y de los hiperventilados de la CUP, aunque cada uno lo expresa a su manera. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, lo puso de manifiesto ayer después de recibir en la explanada del Museo de Arte Contemporáneo tanto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como al jefe del Estado francés, Emmanuel Macron, quienes viajaron a Barcelona para celebrar la cumbre hispano-francesa.
Aunque Aragonès deseaba tener un papel más protagonista en la cita, se tuvo que conformar con ese saludo en el que aprovechó para decirle a Sánchez que el procés no se ha acabado y que se mantendrá vivo hasta que Cataluña celebre un referendo sobre la independencia. El presidente catalán le agradeció a Macron la visita y le trasladó que Cataluña quiere ser un socio europeo.
Después, a diferencia de la Delegada del Gobierno, Maria Eugènia Gay, la alcaldesa Ada Colau y la presidenta de la Diputación, Núria Marín, Aragonès abandonó el enclave para evitar asistir a los honores militares, el pase de revista a las tropas y el sonar de los himnos de España y Francia. Y se dirigió al palacio de la Generalitat para desde allí tener el eco que no tuvo en la cumbre. Ante la prensa, pidió que la Generalitat pueda participar en todos los encuentros que se desprendan de la reunión para poder dar «una respuesta útil» a los catalanes.
Voz propia y soberanía
«Mientras siga ignorando esta realidad, habrá conflicto político», aseguró el dirigente republicano. «Defendemos la participación en plenitud en las instituciones europeas, con voz propia y como un Estado más, como hacen Francia, España y el resto de Estados, con los que queremos compartir nuestra soberanía en igualdad de condiciones», reivindicó.
Aragonès le recordó al Gobierno que el independentismo no está dispuesto a renunciar a ejercer la autodeterminación en esta segunda fase, tras superar la desjudicialización, que, por cierto, está todavía por ver cómo afecta la reforma del Código Penal a los encausados. Su propuesta ahora es un acuerdo de claridad, para celebrar una consulta pactada. Según Aragonès, España puede seguir mirando hacia otro lado en relación al caso catalán, pero eso no eliminará el conflicto. «El conflicto político no ha terminado, pese a lo que pueda decir el Gobierno. Mientras Cataluña no pueda decidir su futuro y se acepte el resultado de una elección libre, democrática y pacífica, seguirá habiendo un conflicto. Se puede mirar hacia otro lado, pero esto no elimina el conflicto», remató.
Aragonès, muy criticado en el independentismo por haber asistido a la cumbre mientras el presidente de ERC, Oriol Junqueras, estaba en la manifestación contra la cita, trató de quitar importancia a la pitada a este último. «Eran expresiones minoritarias» que no representan al conjunto del movimiento nacionalista, aseguró.
En que el procés no ha terminado sí coinciden con el presidente catalán las entidades independentistas. «El procés no está muerto, está bien vivo», expresó la presidenta de la ANC, Dolors Feliu. El independentismo «ha vuelto a demostrar de manera unitaria que aquí no se ha terminado nada», señaló, por su parte, el presidente de Òmnium, Xavier Antich.
Para el Ejecutivo, los gestos de Aragonès son una manera de reivindicarse ante el secesionismo en víspera de las citas electorales de mayo.
«Junqueras, traidor, te queremos en prisión»
m. l.
El independentismo catalán fracasó de una manera estrepitosa en su protesta unitaria de ayer ante la cumbre hispano-francesa por varias razones. Ese acto conjunto de Junts, ERC y CUP, pero también de Òmnium, ANC y el Consejo para la República, reunió únicamente a 6.500 personas en Barcelona, según la Guardia Urbana, muy lejos de las 150.000 que participaron en la Diada del 2022 convocada contra el Gobierno de ERC.
Además de la derrota del poder de convocatoria de los separatistas, también fue un fiasco lo que pretendieron vender como unidad. Tal y como le había sucedido al portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, en una manifestación en octubre del 2019 en Barcelona, cuando fue abucheado con gritos de «traidor» y «vete a Madrid», ayer los independentistas más hiperventilados se atrevieron con el líder de los republicanos. Oriol Junqueras tuvo que escuchar eso de «botifler» antes de abandonar de modo apresurado la protesta.
«Nos habéis vendido para poder enganchar a Puigdemont», censuró un manifestante, en alusión al pacto de ERC para modificar el Código Penal. Otro, que llamaba al líder de Junts «nuestro presidente», le espetó directamente a Junqueras: «Traidor, te queremos en prisión».
Con estos mimbres, la unidad independentista herida cavó su propia tumba en la que enterrar las palabras del secretario general de Junts, Jordi Turull, quien el día anterior aseguró que la protesta debería servir como «punto de inflexión» para reactivar el procés. Lo que sí ha avivado es la animadversión entre JxCat y ERC. El exvicepresidente del Parlamento catalán, Josep Costa, acusó a un agente de los Mossos de pegarle con una porra, se fue a un centro de salud y al juzgado a denunciarlo. JxCat ya pidió ayer la comparecencia del consejero de Interior, Joan Ignasi Elena. También un grupo de los CDR se separó de la concentración en la plaza de España y los Mossos tuvieron que intervenir para evitar que llegasen a la plaza de Urquinaona, epicentro de los graves disturbios en el 2019 con motivo de la sentencia del procés. Hubo tensión y los agentes cargaron con sus porras, entre otros, al vicepresidente de la ANC, el payaso Jordi Pesarrodona. En la plaza de san Jaime, corearon «Gobierno dimisión» y «Ni Sánchez ni Macron, queremos a Puigdemont».