La banca de inversión se suma al recorte de las tecnológicas

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SHANNON STAPLETON | REUTERS

El peor año de Wall Street desde el 2008 se salda con miles de despidos de trabajadores cualificados, mientras en otras partes del mundo escasean

16 ene 2023 . Actualizado a las 09:06 h.

En el 2020, miles de hogares estadounidenses se llenaron de bicicletas estáticas de última generación que costaban cerca de 2.000 dólares. Las vendía Peloton, una mítica empresa especializada en equipo deportivo que aprovechó el bum del confinamiento, con millones de personas deseando hacer ejercicio en sus casas, para crecer a velocidad de la luz. Sus acciones alcanzaron los 50.000 millones de dólares y Amazon o Nike aparecieron como posibles socios comerciales. Pero entonces, el virus pasó y la oportunidad que había abierto se cerró de golpe. El fin de la pandemia pasó factura a sus ventas y la compañía anunció el pasado otoño que planeaba eliminar unos 500 puestos de trabajo.

La historia de Peloton comparte ingredientes con la caída en desgracia de gigantes a los que sus malos resultados les han obligado a comunicar listas de despidos masivos durante el último año. Es el caso de las grandes tecnológicas, pero también de la banca de inversión. Enormes empresas que subieron como la espuma a golpe de covid y que cayeron después, con la vuelta a la normalidad. Sus recortes de plantilla esconden, además, otra paradoja: se trata de perfiles cualificados o corporativos, los que tradicionalmente conservan más fácilmente su trabajo durante las crisis.

Fueron las estrellas bursátiles durante los meses pandémicos y los anteriores: Meta (compañía matriz de Facebook y WhatsApp), Twitter, Netflix o Amazon. Paralelamente, con la buena marcha de la economía, también la banca de inversión acumulaba grandes números en sus cuentas de resultados. Justo en la rampa de salida de la pandemia, la Bolsa remontó de la caída y con el dinero fluyendo hacia particulares y empresas, la fiesta de la inversión benefició a la banca que actúa de intermediaria. Pero tanto las grandes firmas bancarias como las tecnológicas se toparon entonces con un mismo enemigo: los tipos de interés.

Caída de las tecnológicas

La guerra en Ucrania y la inflación obligaron el pasado año a dar un volantazo a la política monetaria. La Reserva Federal estadounidense y, tiempo después, el Banco Central Europeo se dispusieron a elevar los tipos para combatir una subida de precios récord. El sector tecnológico es especialmente sensible a estos movimientos. Por un lado, su desarrollo necesita de ingentes cantidades de financiación, ahora mucho más cara. Por otro, su valor bursátil, normalmente alto, suele basarse precisamente en sus grandes posibilidades de crecimiento. Se presupone de ellas que, por el propio devenir de la evolución tecnológica, valdrán más en el largo plazo. Sin embargo, en tiempos de incertidumbre económica, los inversores cambian el rumbo y apuestan por compañías sólidas y consolidadas, donde los beneficios están prácticamente garantizados. Por eso, a pesar de que durante la pandemia las tecnológicas se convirtieron en las mejores apuestas —sobre todo porque sus productos y servicios se hicieron casi imprescindibles para una gran parte de la humanidad — ahora, han pinchado todas sus expectativas de ingresos.

Los últimos resultados empresariales mostraron que las cinco grandes tecnológicas —Amazon, Meta, Alphabet (Google), Apple y Microsoft— obtuvieron un beneficio conjunto un 19,3 % inferior al del 2021. Y por el camino, su fuerza laboral se ha visto recortada. En las oficinas de Facebook de todo el mundo trabajan aproximadamente 87.000 personas. En los próximos meses serán 11.000 menos, tras la oleada de despidos anunciada por Zuckerberg el pasado noviembre. Semanas después llegó Elon Musk. El hombre más rico del mundo compró Twitter a golpe de talonario, por 44.000 millones de euros, para anunciar casi días después que se deshacía del 50 % de su plantilla, unos 3.600 trabajadores. El último en sumarse fue Amazon. La compañía de Jeff Bezos despedirá a 18.000 trabajadores durante este año. El objetivo de esta «reestructuración de la plantilla» era, en palabras del director ejecutivo de la firma, «mejorar las oportunidades a largo plazo con una estructura de costes más sólida». El CEO justificó los despidos asegurando que «las empresas que duran muchos años pasan por distintas fases».

Despidos en Wall Street

Al goteo de la destrucción de empleo tecnológico se ha sumado el de la banca de inversión. Wall Street registró en el 2022 su peor ejercicio desde el 2008. El índice S&P 500, homólogo del Ibex 500, perdió un 19 % tras años de ascenso casi estelar. El debacle ha tirado por la borda la confianza de los inversores, en medio de un anuncio casi constante de recesión y las financieras se han resentido. Goldman Sachs, un gigante en lo suyo, despedirá hasta 3.200 empleados en los próximos días, como parte de un plan de recorte de gastos. Un mes antes, la financiera estadounidense Morgan Stanley despidió a un 2 % de su plantilla en todo el mundo. La entidad fue una de las grandes beneficiadas del bum de fusiones y adquisiciones corporativas que ha frenado ya su ritmo. También Credit Suisse, anunció el pasado octubre que prescindiría de 2.700 empleados. Y hasta Coinbase, la quinta plataforma de compra y venta de criptomonedas, prescindirá de 950 trabajadores.

Los despidos de cuello blanco, un fenómeno que todavía no ha llegado a España

 

Upton Sinclair, escritor estadounidense, fue el primero en utilizar, a principios del siglo XX, el término «trabajador de cuello blanco» que se refiere a aquellos profesionales que realizan tareas administrativas, o de oficina. La expresión viene, por supuesto, de la tradicional obligatoriedad de llevar camisa blanca en estos puestos de trabajo. La ya calificada como «recesión de cuello blanco» por The Whasington Post, afecta intensamente, por ahora, al otro lado del Atlántico.

Habitualmente, durante las épocas económicas poco favorables, los malos datos de empleo se ceban primero con los trabajadores menos cualificados. La construcción, el comercio, la restauración o la industria suelen verse más afectados. Después, si la recesión es profunda —como la del 2008—afecta a los eslabones más resistentes que suelen ser precisamente, entre otros, los de la banca y la tecnología. Sin embargo, por ahora, nada hace indicar que la coyuntura económica vaya a parecerse a la de la última crisis. Las previsiones apuntan a una especie de bache, una breve depresión en la economía que se sorteará en cuanto la inflación amaine durante el 2023. Entonces, ¿por qué hay oleadas de despidos? El propio Marck Zuckberg, propietario de Meta, admitió que el error había sido el exceso de optimismo que les llevó a contratar a demasiado personal. Esa sobrecontratación parece ser otro de los factores que acompaña al goteo de ajustes de plantillas. «Al comienzo de la pandemia, el mundo se movió rápidamente a lo digital y el aumento del comercio electrónico condujo a un crecimiento descomunal de los ingresos», reconoció entonces Zuckerberg.

Escasez en Europa

La situación resulta todavía más paradójica teniendo en cuenta que en Europa, y en mayor medida en España, las compañías buscan desesperadas perfiles tecnológicos. Su demanda se duplica en nuestro país cada dos años. En concreto, el 47 % de las compañías tuvo problemas para cubrir vacantes informáticas en el 2022. La escasez es tal, que Openbank, el banco digital de Grupo Santander, ha lanzado una campaña ofreciendo 1.000 euros en efectivo a cualquier persona que recomiende a un candidato para cubrir los perfiles tecnológicos que necesita.