Moisés Ruiz, profesor de Liderazgo en la Universidad Europea: «La soberbia ha impregnado las ideas de Trump y Bolsonaro»
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El experto cree que la tradición democrática europea pone a salvo al viejo continente de los asaltos institucionales
12 ene 2023 . Actualizado a las 10:39 h.Los asaltos institucionales son la última moda de las democracias en cuyo seno viven radicales. Esta tendencia no se puede eliminar sin moderación política. Moisés Ruiz, profesor de Liderazgo y Comunicación de la Universidad Europea, explica las claves de cómo la fiebre rebelde de Brasil y Estados Unidos puede contagiar a otras democracias occidentales..
—Brasil ha iniciado la primera crisis democrática en Occidente del año. ¿Se tiene que preparar el mundo para más eventos como este?
—Sí. Ya no es un caso aislado. Donald Trump escribió el primer capítulo de este libro de asaltos violentos a las instituciones que representan a la democracia. Bolsonaro, que es una copia mala de Trump, supuestamente ha estado detrás de esta instigación al orden democrático brasileño. Cualquier país que elija a representantes con una ideología tibia con respecto al orden democrático pueden verse implicados en sucesos de similar calado. La soberbia está muy impregnada en sus libretos ideológicos y van a intentar romper esa formalidad democrática que es dar curso legal a las personas que han sido elegidas por mandato popular.
—En Europa, Bolsonaro y Trump tienen aliados como Le Pen o Meloni… ¿Qué países europeos apuntan a protagonizar incidentes similares a los de Brasil?
—Italia nos sorprende cada seis meses con una crisis de Gobierno y no sabemos hasta qué punto una parte de la sociedad puede acabar en un deterioro democrático tan lacerante como el que ha vivido la sociedad de Brasil. No se puede ver lejos, aunque la tradición democrática europea nos hace ser un poco más optimistas respecto a estos sucesos. En el tripartito de Meloni hay dos personas muy ruidosas que podrían deteriorar a la sociedad. En Francia, también hay cierto voto favorable a la ultraderecha que capitanea Le Pen. Pero hasta que no vivamos en un nivel de enfado como el de las sociedades americanas, no habrá países susceptibles de rebelarse contra sus poderes. Podrían vivir situaciones similares los países que tienen una extrema derecha en el poder apoyada por ciudadanos que no aceptan el rigor democrático.
—3. ¿España corre peligro de contagiarse de estos movimientos?
—Lo veo lejano pero no imposible. ¿Quién iba a pensar que en EE.UU. Se iba a formar algo tan extremo? Hay ciertos comportamientos en España que deberían ser evitados para no crear un caldo de cultivo intransigente. Hay tertulianos que exageran mucho. No hay que dramatizar ni llevar al extremo de la ansiedad política temas que tienen que normalizarse más. Hay exageraciones impulsadas por declaraciones políticas que podrían encauzarse más a la moderación. Los extremos que tienen PP y PSOE a sus respectivos lados no tienen una representación demasiado altisonante, no tienen la fuerza política para derribar ciertas puertas que permitan irrumpir en las instituciones de forma violenta.
—¿Qué lecciones pueden aprender los países susceptibles de sufrir los mismos ataques institucionales del caso de Bolsonaro y Trump?
——Yo creo que la lección es que la democracia es bonita, imperfecta y necesaria, y vivir en una no significa que todo el mundo tenga una vivienda o trabajo. Es un sistema político con sus virtudes y defectos, y en él caben todas las opiniones y hay que respetarlas y darles hueco. Y la española ha sido ejemplar para muchos países. Debemos defenderla y, para ello, no se debe permitir que un solo pensamiento ideológico sea el único válido, todas las ideologías tienen sus errores y sus aciertos y son legítimas. La democracia es lo más valioso que tenemos y siempre le ocurre al ser humano que se da cuenta del valor de las cosas cuando las pierde. Debemos defenderls para evitar incidentes como los de Brasil y solo a través de la tolerancia se puede lograr.
—¿Suponen los acontecimientos de EE.UU. y Brasil un golpe a la identidad de Occidente?
—Sí. No es un golpe que arrodille a la identidad occidental porque Europa está fuerte, pero supone un golpe a las identidades de los países en los que han acontecido los asaltos violentos. En Europa también tenemos nuestros problemas. Las economías a veces son muy dependientes, pero aportamos mucho al mundo y yo creo que de momento está a salvo a pesar de lo que estamos viviendo con la invasión de Putin en Ucrania. Aguantamos el golpe aunque hemos estado adormecidos. Europa ha reaccionado bien a las últimas crisis y está más unida que nunca.
—¿Estos acontecimientos socavan la unidad como aliados que tenemos con Ucrania?
——El apoyo a Ucrania no va a tener fisuras. Es un apoyo completo por parte de Europa que no tiene vuelta atrás. A Putin no le está yendo bien pero igualmente persiste en el error. Por lo que respecta a Ucrania, Europa es un amigo. Es un apoyo además tutelado por EE.UU. y aunque Biden no tenga la mayoría en el Congreso, ese apoyo se va a mantener. A partir de ahí, podemos asestar un golpe a la estrategia de Putin, que está más cerca de las opciones bolsonaristas. Aunque dudo que esté receptivo a recibir lecciones democráticas de Europa, porque está demasiado ocupado con su guerra. Esperemos que el poderío europeo sea capaz de lograr entendimientos y dar por finalizado el conflicto con Rusia.