El servicio, que ha despertado el interés de Microsoft por la empresa OpenAI, tantea crear una versión de pago para profesionales
12 ene 2023 . Actualizado a las 09:55 h.ChatGPT es el sistema de inteligencia artificial más avanzado y más demandado del momento actual. Cualquier persona puede acceder al servicio de forma gratuita, aunque el enorme tráfico de usuarios hace que esté colapsado con frecuencia. Ahora Microsoft planea invertir 9.300 millones de euros en OpenAI, la empresa fundada por empresarios como Elon Musk y que ha abierto al mundo un sistema que permite interactuar directamente con un bot al que es posible pedirle que escriba pequeñas historias, que componga un soneto, que cuente un chiste o que resuelva un código de programación. También permite mantener una pequeña conversación más compleja que la que proporcionan asistentes más extendidos, como Siri o Alexa. OpenAI tantea la posibilidad de crear una versión de pago orientada a un uso profesional.
«ChatGPT es un modelo capaz de generar texto en lenguaje humano. En concreto lo han configurado para que pueda responder a nuestras preguntas y chatear con nosotros. Modelos de este tipo ya existían, pero la diferencia con los modelos anteriores es que ha mejorado mucho la comprensión que tiene de nuestras preguntas y su capacidad para hacer lo que le pedimos», explica Carlos Gómez, catedrático de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidade de A Coruña e investigador del Centro de Investigación en TIC (Citic) de la UDC.
Algunos usuarios lo emplean como un sustituto de Google para intentar resolver sus dudas, pero no es esta su principal virtud. «Este modelo imita la forma en que nosotros nos expresamos, pero muchas veces las cosas que dice no están fundamentadas en la verdad. Lo que hace es decir una serie de cosas que tienen coherencia y sentido, pero que pueden ser totalmente falsas. No tiene la capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso», afirma este experto.
La primera reflexión ante un sistema tan preciso es la duda sobre si este chatbot entiende y piensa por sí mismo. «El principio en el que se basa es algo tan sencillo como coger las palabras de un texto y predecir cuál es la siguiente palabra más probable y lo hace a partir de cantidades gigantescas datos de textos humanos. ¿Entiende o no? Es un debate que existe. Se puede pensar que solo está haciendo estadísticas, pero, por otro lado, lo que se observa es que para muchas cosas es como si entendiera, porque sabe qué le estás pidiendo y sabe resolver la tarea», afirma Carlos Gómez. Para este catedrático, sistemas como este demuestran que los avances en este terreno «van mucho más rápido de lo que se predecía».
Para Pedro Cabalar, coordinador general del Máster en Inteligencia Artificial implantado este curso en las universidades gallegas, es preciso diferenciar la impresión que produce interactuar con este chat de lo que realmente hay detrás. «Cuando aparecieron las primeras calculadoras la gente creía que la máquina era más inteligente que una persona promedio. Hoy en día sabemos que no es así. Ese mismo fenómeno que ocurrió entonces con la aritmética está ocurriendo ahora con el lenguaje. La máquina lo manipula de una manera que causa la impresión de que hay una mente detrás. En realidad lo que estamos viendo no es más que un intento de construir frases que suenen a lo que ya se ha visto, sin desmerecerlo para nada desde el punto de vista técnico —explica—. Está más preocupado de construir una frase que suene bien que de hacer un razonamiento real, aunque algo de razonamiento hay».
El temor más extendido ante el veloz progreso de las máquinas es el que lleva a recelar de que estas puedan hacer todo el trabajo en el futuro. «Históricamente la tecnología ha permitido que haga falta menos esfuerzo humano para hacer las cosas y esto ha sido bueno. Que con la revolución industrial una máquina pudiera hacer el trabajo de varios humanos a la larga ha servido para que tengamos una mayor calidad de vida. Cuando se producen avances como este hay que pensar en cómo repartir el trabajo y construir una sociedad con más tiempo de ocio, con mayor calidad de vida y más tiempo para encargarnos de nuestros hijos. Es un problema político. Nunca deberíamos ver como algo malo una tecnología que nos ahorra esfuerzos», apunta Carlos Gómez.
Existen más riesgos: si el sistema se entrena con textos generados por personas, los posibles sesgos ideológicos predominantes en ellos también condicionarán a esta inteligencia artificial. Además, estos modelos necesitan alimentarse de gran cantidad de datos y trabajar con máquinas muy potentes, algo que solo las grandes empresas pueden financiar. «Eso crea ciertos problemas. Uno de ellos es que se conviertan en un oligopolio, porque solo entidades muy grandes y con mucho dinero pueden entrenarlos. Para un departamento universitario o una empresa pequeña ahora mismo está fuera del alcance entrenar un modelo de este tipo». Se añade esto la desventaja que tienen las lenguas minoritarias con menos textos publicados y menor capacidad para entrenar bien al algoritmo.
Para Pedro Cabalar, ChatGPT ha supuesto un gran avance desde el punto de vista técnico. «Hasta este momento la generación de texto por parte de un algoritmo era mucho más rudimentaria. Es cierto que GPT ya venía funcionando desde antes. Lo más novedoso de ChatGPT es el hecho de haberlo abierto al público de esta manera».
La popularización del sistema ha aumentado las interacciones y la variedad de las consultas que la gente realiza. «Cada vez que hacemos una consulta y mantenemos un chat estamos alimentando y entrenando al algoritmo con más información. En este momento lo que le está dando mucho valor es que millones de personas estamos ayudándoles a mejorar la herramienta», subraya Cabalar, que afirma que un aspecto que lo distingue de herramientas previas es «que tiene memoria». «Cuando mantienes un chat recuerda las preguntas previas e incluso es capaz de registrar órdenes e instrucciones. Esto sí causa la impresión de que hay alguien detrás, aunque enseguida se nota ese efecto de repetición», añade. La creatividad humana es la seña diferencial que la máquina no alcanza.
Pasada la sorpresa inicial, ¿podría este sistema quedarse obsoleto enseguida? «Ahora mismo tenemos un pico de fascinación porque es algo novedoso. Probablemente en poco tiempo descubriremos que no hay mucho más que lo que vemos. Hay una buena herramienta de generación de textos que en muchos casos acierta», dice Cabalar.