Bolsonaristas, los hijos brasileños del trumpismo estadounidense
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Los radicales que asaltaron el Congreso en Brasilia beben de teorías de la conspiración como QAnon
10 ene 2023 . Actualizado a las 10:45 h.Jura de bandera, peticiones de arresto a generales del Ejército, asalto a las instituciones de forma violenta, intenciones de derrocar a Lula da Silva y explorar la posibilidad de una «guerra santa» en caso de fracasar. El compendio de actos y declaraciones difundidos por los propios bolsonaristas el mismo día de ayer, en el que asaltaron el Congreso, el Senado y el Tribunal Supremo de Brasil, da cuenta del nivel de extremismo al que los fanáticos del expresidente brasileño se han acogido.
Con el asalto al Capitolio de EE.UU. en el 2021 como precedente, la fotografía de los radicales de derecha brasileños fue idéntica a la de sus vecinos norteamericanos: multitud de banderas, mobiliario destrozado, las palestras usadas como photocalls... Inlcuso el famoso «chamán» de tatuajes de simbología pagana nórdica tuvo un doble que vistió el verde, amarillo y azul de Brasil.
Sergio Gracia, presidente de la asociación CINVED de Córdoba especializada en estudios sobre extrema derecha, apunta a que el proceso político que derivó en los disturbios es calcado al llevado a cabo por el expresidente Donald Trump. «Lo sucedido en Brasil no deja de ser una copia de lo que sucedió en Estados Unidos en el 2021. Bolsonaro planteó dudas sobre el proceso tal como hizo Trump, cuestionando con ello a las propias Instituciones, aumentando la tensión social».
También la politóloga especializada en extrema derecha Laura Méndez incide en que ambos movimientos «han seguido la misma hoja de ruta: difusión de afirmaciones falsas de fraude electoral. Los alt-rigthers brasileños han amplificado estas falsedades durante meses interpelando a quienes denominan patriotas, ambicionando nuevas caravanas de la libertad y animando a la acción violenta».
Influencia estadounidense
El fundamento ideológico de los radicalismos de Estados Unidos tienen un fuerte componente basado en la teoría de la conspiración. QAnon se hizo famosa en Norteamérica después de que se difundiera el rumor de que una pizzería de Washington se había convertido en el cuartel general de «un grupo de élites adoradoras de Satanás que dirigen una red de explotación sexual infantil» cuyo objetivo era «controlar la política y los medios de comunicación».
Esta idea corrió como la pólvora y, a partir de entonces, muchos de sus seguidores se dedicaron a cometer actos de secuestro, asesinato y extorsión. Tan graves que el Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. tuvo que emitir un comunicado alertando del auge de movimientos violentos de extrema derecha. Los mismos que en enero del 2020 se sacarían selfis en las cámaras del Capitolio.
Políticamente, como indica Laura Méndez, existen vínculos entre los círculos de Trump y Bolsonaro. Ello propició que el intercambio de estrategias solidificara las tendencias sociales. «Sabemos que algunos miembros del círculo íntimo de Bolsonaro tuvieron contacto con ex asesores del expresidente Trump mientras se materializaba la derrota del brasileño ante Lula. Bannon y Tyrmand (Breibart) declararon en su programa War Room en octubre que las elecciones habían sido robadas», incide sobre las presidenciales estadounidenses del 2020.
Y según Gracia, la emulación de los comportamientos sociales por parte de los bolsonaristas es una comunión en las teorías conspiratorias, siendo el vehículo de radicalización estas junto a las fake news. En Brasil, las teorías como QAnon también están asentadas, llevadas a cabo por personas influyentes a través de redes sociales. «Debemos recordar lo sucedido el pasado 22 de noviembre cuando un grupo de bolsonaristas se puso con el teléfono en la cabeza a realizar señales luminosas pidiendo ayuda a los extraterrestres para 'salvar a Brasil' de Lula.
Twitter, motor de radicales
Según la politóloga Méndez, los perfiles de Twitter de convocantes y asistentes a las caravanas y manifestaciones que desembocaron en la ocupación de los edificios de los tres poderes brasileños tienen en común un campo semántico de ideas conservadoras en sus biografías: «Deus, Pátria, família», «Liberdade», «Conservadora», y «Direita» son los más comunes.
Pero además, los bolsonaristas realizaron estratagemas en redes para poder llevar a cabo el asalto violento del pasado domingo esquivando la ciberseguridad de Twitter. «Los bolsonaristas utilizaron códigos ('Festa da Selma', en lugar de 'Selva', reescribiendo una expresión militar, y #BrazilianSpring, aludiendo a un despertar político) tratando de engañar al algoritmo y escapar de la vigilancia de las autoridades», explica.
El papel de los líderes cae en saco roto
Tras los incidentes en el Capitolio, se procedió a un proceso de destitución contra Donald Trump iniciado por los demócratas de Biden para dilucidar si tuvo responsabilidades en el asalto por parte de sus seguidores. El proceso fracasó, pero muchos de los ciudadanos que intervinieron en la toma violenta de la institución sí fueron condenados. Ello lleva a la pregunta de qué responsabilidades podría asumir Bolsonaro, actualmente hospitalizado en Florida, por lo acaecido en Brasilia.
Para Gracia, el perfil de «mal perdedor» del expresidente brasileño, que no asistió siquiera al traspaso de poderes como presidente a su rival, Lula da Silva, fue un detonante para los bolsonaristas, huérfanos de líder y atados a la idea de que estaban «perdiendo» su país. «Dejando esa puerta abierta, estaban dando a entender que podían hacer algo, ya que ellos confiaban en que Bolsonaro impugnara los resultados, y eso no ha ocurrido. Sus seguidores llevaban semanas esperando que el ejército diera un golpe de estado, y como no se ha dado, han actuado. Su silencio es simplemente cómplice, no desautoriza ni condena. Con el silencio legitima los actos llevados a cabo».
Sin embargo, Laura Méndez incide en que, más allá de lo que pudo pasar después de su salida de la presidencia, Bolsonaro ya empezó a cosechar el grano de la violencia durante su mandato. «Tiene una responsabilidad política clara en el ataque contra las instituciones y el orden democrático. Su discurso incendiario durante su mandato, la demonización del adversario político y la negativa a reconocer la legitimidad de Lula da Silva ha contribuido a este violento desenlace, aunque no está tan claro si podrá atribuírsele responsabilidad criminal».
Un posible eco en España
En el círculo de amistades de Trump y Bolsonaro hay muchos líderes europeos favorables a movimientos afines a los de los radicales brasileños y estadounidenses. Santiago Abascal, líder de Vox, se encuentra entre ellos. En la visita que el líder de Vox realizó a Brasil en diciembre del 2021, se mostró muy cercano al expresidente latinoamericano, que le recibió con la camiseta de la Selección Española de Fútbol. Además, el hijo de Bolsonaro fue uno de los firmantes de la Carta de Madrid de la Fundación Disenso, vinculada al partido verde español, en la que se reivindicaba el comunismo como amenaza, otra de las consignas de estos líderes
En cuanto a su relación con Trump, quedó más que fijada su buena relación en el Congreso Viva22 celebrado por Vox en octubre del año pasado, donde proyectaron un mensaje del expresidente norteamericano dándole las gracias por su «increíble trabajo» y alabando las propuestas de referendos sobre inmigración y fronteras del partido español.
Laura Méndez asegura sobre una posible réplica de lo acontecido en Brasil y Estados Unidos en España que «antes que un intento de golpe de esta magnitud, en España me preocupa más la tendencia a la radicalización de las fuerzas conservadoras tradicionales desde la irrupción de Vox, mientras intentan recuperar electores, y el papel residual del centro político».
Sin embargo, destaca el lenguaje agresivo que plagan los canales de Telegram de los afines a estas ideologías. El canal de Telegram de Alvise, por ejemplo, cuenta con más de 200 mil suscriptores. En diciembre, comunicó su intención de incumplir el artículo 2.8 de la LO 1/2002, que reza: 'Se prohíben las asociaciones secretas y las de carácter paramilitar'. Sus seguidores respondieron sugiriendo 'un nuevo alzamiento nacional'».
Por su parte, Sergio Gracia menciona que Abascal, en el 2020, «acusó al Gobierno elegido democráticamente por los españoles y españolas de ser 'la mayor estafa electoral de nuestra democracia' poniendo en duda el proceso electoral tal como hicieron Trump y Bolsonaro». Además, subraya que «en España ya hemos vivido manifestaciones donde miembros de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han apoyado a esta extrema derecha o han estado detrás de manifestaciones terraplanistas o negacionistas al más puro estilo bolsonarista o trumpista, por todo esto, no hay que descartar absolutamente nada».