El empresario alicantino, que empezó de la nada vendiendo sombreros mexicanos, ha consolidado Ale-Hop, una exitosa cadena de tiendas de regalos, con establecimientos en España y otros países del mundo
01 ene 2023 . Actualizado a las 09:47 h.Hace ya tiempo que salpican algunas de las calles de más de dos centenares largos de ciudades de España, Portugal, México y Croacia, incluidas algunas de las grandes urbes gallegas. Son el emblema de otras tantas tiendas. Figuras de vacas frisonas a tamaño casi real apostadas a las puertas de establecimientos en los que uno puede encontrar un sinfín de artículos de regalo de originales diseños a precios aptos casi para cualquier bolsillo. Alguien que no conozca la marca a la que representan, hasta podría llegar a pensar que detrás de ellas está una compañía suiza. Pues ya les digo que no hay que irse tan lejos. Hablamos de Ale-Hop, propiedad de los Grimalt, una familia alicantina. De Gata de Gorgos, un pueblo que no llega a los 6.400 habitantes. Allí nació Vicente Grimalt, el empresario que le dio vida a esa famosa vaca y que empezó vendiendo sombreros mexicanos. Recorriendo pueblos por España, de fiesta en fiesta, a bordo de una furgoneta, propiedad de un amigo con el que se asoció en esa aventura. De ahí que a los Grimalt les guste bromear con lo de que el negocio familiar tiene su origen en el top manta.
Hijo de agricultores, abandonó Vicente Grimalt el colegio a los 12 años. Las estrecheces en casa eran muchas. La tierra daba para lo que daba. Ni lujos, ni caprichos. Vivir. Sobrevivir, más bien. Para nada más. Así que había que arrimar el hombro en el campo. Aquello no acababa de gustarle. Lo ha contado él mismo. También que algo en su interior le decía que lo suyo era ser comerciante. Con ese gusanillo en el cuerpo, pidió trabajo en una de las pocas empresas que había por aquel entonces en su pueblo. Empezó en el almacén. No tenía formación, pero sumar y restar, sabía. Así que con un mucho de empeño y esfuerzo, pronto pasó a encargarse de la contabilidad. Hasta que se decidió a dar el paso con lo de la furgoneta.
Algunos años después, en 1990, fundó, con solo dos trabajadores, Clave Dénia, empresa dedicada a la importación y venta al por mayor. Abrió entonces su primera tienda, en Denia. De artículos de regalo, decoración y muebles. Al frente del negocio, su mujer: Pepa. Les fueron bien las cosas. Muy bien. Y empezó a madurar la idea de replicar el modelo con establecimientos más pequeños. Once años después de eso, subió la persiana el primer Ale-Hop, en Valencia. Eligieron esa expresión tan circense para el nombre por lo que de asombro entraña. Es la que utilizan los acróbatas cuando hacen algo impresionante; y lo que querían los Grimalt era precisamente eso, sorprender.
La idea de la vaca la sacó Vicente de uno de sus viajes. Recorría una feria en busca de productos cuando se topó con un stand en el que vendían animales a tamaño real. Entre ellos, una frisona. Blanca y negra, los colores de Ale-Hop, así que igual estaba bien eso de colocar una en la puerta de cada tienda para llamar la atención. Dicho y hecho. Hicieron falta cinco tiendas hasta dar con la tecla y conseguir el pelotazo. Lo dieron con la que abrieron en Benidorm. Mucha es la leche que les ha dado la vaca desde entonces.
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