Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa rompen su relación tras ocho años juntos
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La socialité ha confirmado su separación con unas escuetas declaraciones a la revista «¡Hola!». El motivo habrían sido los celos del escritor
28 dic 2022 . Actualizado a las 17:40 h.Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa se separan tras ocho años de noviazgo. La socialité ha confirmado la noticia con una exclusiva a la revista ¡Hola!, su medio de cabecera: «Mario y yo hemos decidido poner fin a nuestra relación definitivamente». Con estas palabras, Isabel Preysler da por terminados —aparentemente, sin vuelta atrás— ocho años de un amor atípico. Por lo menos, diferente al que suele inundar las páginas del papel couché. Él, Premio Nobel de Literatura, escritor y político. Ella, que convirtió las portadas del ¡Hola! en su propia red social, socialité y empresaria. «No quiero dar ninguna declaración más y agradezco a los amigos y medios de comunicación que nos ayuden en esta decisión», sentenció.
El motivo de su separación, tal y como explican de la revista, ha sido de lo más sencillo. Simplemente, el cese de su convivencia y la intención de continuar cada uno por un camino diferente. A mediados de diciembre, tras una escena de celos infundados, Mario salió de la casa de Isabel, en la calle Miraflores de Puerta de Hierro, y se instaló en su piso cerca de la Puerta del Sol, en el centro de Madrid, sin la menor explicación. Si su intención era volver a casa después de un tiempo, lo cierto es que eso no ha ocurrido.
Según ¡Hola!, la de diciembre no era la primera vez que Mario abandonaba la casa. Ya había sucedido en otra ocasión y por la misma causa. Que la actitud se muestre de forma recurrente es lo que habría convencido definitivamente a Preysler de que no merece la pena seguir apostando por una relación sin futuro que a los dos les hace infelices. En una entrevista concedida hace unos años a ¡Hola!, Preysler respondía quien era más celoso de los dos: «¡No hay ni comparación! Mario es muchísimo más celoso que yo». Tal y como recoge la publicación, fuentes cercanas a la pareja señalan que los últimos meses juntos no fueron fáciles. Con el paso del tiempo, su convivencia se había vuelto complicada por sus diferentes trabajos.
Ocho años de amor
Se conocieron en el año 1986, cuando Isabel Preysler entrevistó a Vargas Llosa para la misma revista que ahora les dedica su portada. Fue entonces cuando surgió una amistad que, con el paso de los años, evolucionó al plano romántico. «A partir de la entrevista, Miguel —Boyer— y yo entablamos una buena amistad con Mario y su mujer, que se ha mantenido a lo largo de los años», explicó la socialité en una entrevista. Desde entonces hasta que se confirmó la noticia, los rumores sobre su relación fueron continuos.
En el 2015, la propia revista ¡Hola! revelaba su romance con unas fotografías. Ambos eran vistos en una gala de Porcelanosa celebrada en Londres y, después de un almuerzo, dando un paseo íntimo por las calles de Madrid. Isabel Preysler había enviudado el año anterior —su marido, Miguel Boyer, había fallecido en el 2014— y Mario Vargas Llosa seguía casado con Patricia Llosa, con quien tuvo a sus tres hijos, Álvaro, Gonzalo y Morgana.
La noticia pilló por sorpresa a la propia esposa del escritor, con quien llevaba cincuenta años de matrimonio. Nada más iniciarse el revuelo causado con las fotografías, emitió un comunicado en el que se mostraba incrédula por lo sucedido: «Mis hijos y yo estamos sorprendidos y muy apenados por las fotos que han aparecido en una revista del corazón. Hace apenas una semana estuvimos con toda la familia en Nueva York celebrando nuestros 50 años de casados y la entrega del doctorado de la Universidad de Princeton. Les rogamos respetar nuestra privacidad», escribía.
Desde entonces, su relación marchó viento en popa. Nunca se expusieron, pero tampoco se escondieron. Posaron juntos en alfombras rojas, acudieron de la mano a eventos y sus nombres ocuparon un lugar muy importante en las entrevistas que cada uno concedía. Isabel Preysler, que no acostumbraba a dar exclusivas más allá de su querida prensa del corazón, comenzó a salir en medios generalistas. En el 2015, hace ahora ocho años, pasaron sus primeras navidades juntos y, con naturalidad, lo explicaba en una entrevista publicada por aquel entonces en el diario El Mundo. Preguntada sobre qué le atraía de un hombre con esa edad, aseguró que su amor «no obedece a ese tipo de cálculos, sino que se basa en la comprensión, la generosidad, en el deseo de compartir muchas cosas comunes, ilusiones y proyectos».
Al principio no fue fácil enfrentarse a los miedos que les rodeaban, especialmente a la relación con los hijos de Vargas Llosa, a quienes la noticia les afectó mucho. «Para la familia no ha sido fácil. La situación los tomó por sorpresa. No esperaban que surgiera algo como esto a estas alturas de mi vida. Así que ha habido que limar las cosas», confesó el escritor en la primera entrevista que ofrecieron a ¡Hola! juntos en Nueva York, en septiembre del 2016.
Al mantener su relación lo más privada posible, tampoco fueron muchos los rumores de ruptura. Lo que sí, pronto comenzaron las especulaciones sobre una posible boda, aunque la situación legal de Mario se lo impedía. El proceso de divorcio fue largo y la firma llegó en noviembre de 2018. No obstante, el enlace nunca ocurrió. Isabel, cuando le preguntaban por ello, siempre respondía lo mismo: «Estamos maravillosamente bien como estamos. Somos muy felices así y, por el momento, y a estas alturas de la vida, no vemos la necesidad de cambiar nuestra situación. Mario me ha pedido que me case con él, pero aún no le he respondido. Nada está descartado en nuestro futuro. Todas las opciones son posibles».
Era habitual verlos juntos en las alfombras rojas de los eventos más exclusivos de la capital. No obstante, hace tan solo unos días saltaban todas las alarmas. Los dos asistian a una fiesta en el Hotel Mandarín Oriental Ritz de Madrid por separado. Uno salía primero y después el otro. Ninguno se paró a detallar cómo se encontraba y sobre todo, a hablar de la Marquesa de Griñón, por eso nada hacía presagiar que entre ellos había una ruptura sentimental de lo más aparente.