Esta es la historia de dos lugares de la Tierra cuyos nombres no describen la naturaleza del lugar
05 dic 2022 . Actualizado a las 15:18 h.Los españoles han sido históricamente grandes exploradores. No se puede decir lo mismo como traductores. Una de las confusiones más famosas tiene que ver con un banco de pesca muy conocido en Galicia: El Gran Sol. Este caladero está situado al suroeste del Reino Unido. No se trata precisamente de una zona geográfica donde predominen los días soleados. Más bien al contrario. El tiempo suele ser húmedo y gélido. Y es que el origen del término no guarda ninguna relación con las condiciones meteorológicas. Cuando los gallegos empezaron a faenar por esas aguas a comienzos del XX, las únicas cartas náuticas estaban en francés.
Los seres humanos tenemos una capacidad increíble para reconocer animales y objetos en las formas que hay en la naturaleza. De hecho existe un fenómeno psicológico que describe esta costumbre y que se llama «pareidolia». Solo hace falta alzar la vista una noche. Las constelaciones tienen forma reconocibles, como un cangrejo o un león.
Los pescadores galos observaron que sobre los mapas ese caladero tan productivo tenía forma como de lenguado. Así que los franceses bautizaron esa zona del Atlántico como «Le Grande Sole» que significa «El Gran Lenguado». Claro que después llegaron los españoles y tras ver en los mapas esas dos palabras empezaron a referirse al caladero como El Gran Sol.
Otro caso es Isla Decepción, uno de los sitios más increíbles de la Antártida, donde conviven el hielo y el fuego. Y es que se trata de un volcán activo con forma de herradura que alberga una caldera inundada a la cual se accede a través de un pequeño estrecho conocido como Fuelles de Neptuno. Acoge la base española Gabriel de Castilla, una de las dos que España tiene en la Antártida.
Los cazadores de ballenas del siglo XIX pensaron que allí encontrarían refugio y estarían a salvo del mar antártico, el más hostil de la Tierra. Fue lo que imaginó el capitán estadounidense Nathan Palmer. Pero no era ni mucho menos lo que parecía. Además de un volcán, los fortísimos vientos generan intensos temporales dentro de la propia isla. No se trata de precisamente de un lugar apacible. Así que Palmer la bautizó como Decepcion Island, que significa «Isla Engaño» para acreditar que era de todo menos lo que esperaba.
Años más tarde llegaron los españoles y tradujeron el nombre creado por Palmer como Isla Decepción. El término en castellano no puede hacerle menos justicia a uno de los lugares más sorprendentes de la Antártida, también el más visitado.