El palacio de Fontainebleau debería acoger este miércoles una nueva cumbre franco-alemana, pero las fricciones entre París y Berlín han obligado a aplazar sin fecha la cita, que se ha sustituido por un encuentro entre Macron y Scholz
26 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Este miércoles tenía que celebrarse en el palacio de Fontainebleau (en las afueras de París) la cumbre franco-alemana que se repite cada año desde el 2003 para coordinar la cooperación de los dos países al más alto nivel. Pero las relaciones entre Francia y Alemania no pasan por su mejor momento y este encuentro entre los dos Gobiernos ha sido retrasado sine die.
En su lugar, este miércoles viaja a París solo el canciller alemán, Olaf Scholz, para intentar restañar las heridas abiertas entre los dos países, porque las divergencias se multiplican en cuestiones como el proyecto MidCat, la limitación del precio del gas o el escudo antimisiles.
Al hablar de las relaciones entre París y Berlín, los alemanes, más prácticos, se refieren al «motor» germano-francés, mientras que los franceses tienen una visión más romántica y prefieren hablar de «pareja». Pero desde hace unos meses, Francia siente que su compañera mira hacia otro lado. Como, por ejemplo, al anunciar un plan de emergencia para proteger a los hogares alemanes frente a la inflación y limitar los precios de la energía, plan financiado con 200.000 millones de euros. Francia se enteró por la prensa. Y «eso no se hace», como comenta un experto.
Por otro lado, el pasado mes de marzo, durante la cumbre de Versalles para dar una respuesta a la crisis abierta por la intervención de Rusia en Ucrania, los 27 países miembros de la UE decidieron poner en marcha una estrategia que consagrara «el fortalecimiento de nuestras capacidades de defensa». La respuesta del canciller Scholz ha sido anunciar el lanzamiento de una nueva alianza, European Sky Shield, liderada por Alemania para la construcción de un nuevo escudo antimisiles. El problema es que esta iniciativa de defensa europea es calificada por la prensa gala como una bofetada a Francia y su presidente porque Alemania opta por comprar material israelí y americano dejando de lado el sistema antimisiles que desarrollan Francia e Italia. Además, Alemania muestra así su capacidad de sumar apoyos (se han unido 14 países) y refuerza su liderazgo en el seno de Europa en detrimento de la diplomacia francesa.
El problema de la energía
Las diferencias en materia de energía no son nuevas. Alemania decidió en el 2011, tras la catástrofe de Fukushima, cerrar sus centrales nucleares, mientras que Francia mantiene su parque atómico y estudia ampliarlo. Pero la crisis provocada por la invasión rusa de Ucrania ha puesto en evidencia que Francia tiene 25 reactores (de un total de 56) fuera de servicio, por falta de mantenimiento o problemas de corrosión, lo que obliga a Alemania a mantener con vida al menos dos de sus últimas centrales nucleares para garantizar el suministro eléctrico porque no podrá aprovisionarse en el país vecino.
Tampoco el adiós definitivo al MidCat ha sido ajeno a estas desavenencias franco-alemanas. Madrid y Lisboa encontraron el apoyo de Berlín para vencer las reticencias de Francia, pero esta vez Emmanuel Macron no solo dio largas, sino que zanjó definitivamente el proyecto proponiendo otro, el BarMar, sin invitar a Alemania.
Hasta ahora, los temas de discordia se discutían en privado, pero desde el 20 de octubre, Emmanuel Macron ha dejado constancia públicamente. Según el presidente francés «no es bueno que Alemania se aísle». Pero tendrá que trabajar para que no sea él a quien dejen de lado.