La juventud iraní desafía por tercera semana al régimen de los ayatolás
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Los manifestantes no solo exigen el castigo a los responsables de la muerte de la joven Mahsa Amini, tras ser arrestada por llevar mal el velo , sino la caída del régimen instaurado tras la Revolución Islámica de 1979
19 oct 2022 . Actualizado a las 11:03 h.Desde hace casi tres semanas, una potente ola de protestas antigubernamentales sacude al régimen iraní a raíz de la muerte el pasado 16 de septiembre bajo custodia policial de Mahsa Amini, una joven de 22 que había sido arrestada tres días antes por no llevar correctamente el hiyab o el velo islámico. Según el régimen, Amini murió a causa de un ataque al corazón, pero varios testimonios aseguran que fue brutalmente golpeada por los agentes de policía antes de su muerte.
Los manifestantes no exigen solamente el castigo a los responsables de la muerte de la joven, sino la caída del régimen, que ha reaccionado con una represión brutal de las protestas. Las fuerzas de seguridad han llegado a utilizar disparos y gases lacrimógenos para disolver las concentraciones. De acuerdo con los datos oficiales, han muerto ya 42 personas, incluido un policía. Sin embargo, los grupos de derechos humanos elevan la cifra a al menos 92. Además, más de 1.200 personas han sido arrestadas, incluidos una veintena de periodistas y el cantante Shervin Hajipour, cuya canción Baraye (Para) es ya el himno de las protestas.
La letra de la canción está compuesta de los tuits de los iraníes que protestan: el estribillo repite el eslogan que resuena en las calles. «Mujer, vida, libertad». Este martes, un tribunal le concedió la libertad bajo fianza a Hajipour.
¿Cuál es la raíz de las protestas?
La principal es el rechazo a las estrictas normas morales impuestas por el régimen teocrático iraní, sobre todo a las mujeres. El hiyab, obligatorio desde 1981 para todas las mujeres que hayan alcanzado la pubertad, es el símbolo de la opresión de un sistema patriarcal y fundamentalista que cuenta con una Policía Moral para hacer cumplir normas que regulan cómo vestirse, qué comer o beber. Por ello, en una muestra de desafío a las autoridades, decenas de mujeres han quemado en la vía pública sus velos.
Ahora bien, las movilizaciones también son una expresión de la frustración de amplios sectores de la sociedad ante la crisis económica que atraviesa el país, que se traduce en carestía de algunos productos, un alto desempleo e inflación. Esta situación viene provocada por la corrupción y un duro régimen de sanciones aplicado por EE.UU. como castigo por el programa nuclear iraní, que impide a Teherán la venta del petróleo y su acceso al mercado financiero internacional.
¿Quién lidera las movilizaciones?
Las mujeres. Ellas fueron las primeras en salir a las calles, y constituyen el grueso de los manifestantes. Desde hace años, el movimiento feminista pide el cambio de numerosas normas machistas, más allá del hiyab, como las que limitan su derecho a viajar o trabajar, o su derecho al divorcio. Tras la victoria del presidente ultraconservador Ibrahim Raisí, el régimen ha endurecido la aplicación de las normas morales, lo que ha generado un gran malestar entre los jóvenes.
El desapego de las jóvenes manifestantes hacia un régimen gerontocrático, casi exclusivamente gobernado por ancianos, todos hombres, es comprensible. Jamenéi tiene 83 años, y el ayatolá Jannati, presidente del poderoso Consejo de los Guardianes, 95. Además, no hay que olvidar que las mujeres iraníes tienen, de media, un nivel educativo más elevado que los hombres.
Las protestas han sido especialmente fuertes en el nordeste del país, donde habita la minoría kurda, a la que pertenecía Amini, y que representa aproximadamente un 10 % de la población iraní.
¿Hay precedentes de protestas de esta envergadura?
Sí, las últimas fueron en el 2019, y la chispa que las desencadenó fue un aumento en el precio de la gasolina. La represión fue entonces aún más implacable, pues algunas estimaciones sitúan el balance de fallecidos por encima del millar. Ahora bien, las movilizaciones que constituyeron un mayor desafío para el régimen fueron las del 2009, motivadas por las sospechas de pucherazo para permitir la victoria del conservador Mahmud Ahmadineyad.
El régimen instaurado tras la Revolución Islámica de 1979 ha conseguido mantener un grado de apoyo significativo gracias sobre todo a la celebración de elecciones presidenciales en las que se solían enfrentar su ala reformista y conservadora. Sin embargo, los conservadores monopolizan actualmente todas las esferas del poder, y las presidenciales del año pasado batieron el récord de abstención, un 52 %, ya que jóvenes y clases medias apenas participaron.
¿Podría llegar a caer el régimen de los ayatolás?
Difícilmente. El régimen cuenta con un cuerpo paramilitar leal y profundamente ideologizado, los Guardianes de la Revolución, con experiencia en sofocar movilizaciones. Sus 190.000 miembros forman parte de una especie de Estado dentro del Estado, con tentáculos en la prensa y el mundo de los negocios, por lo que tiene mucho que perder en caso de un cambio de sistema político. Ahora bien, si continúa creciendo la distancia entre el régimen y la mayoría de la sociedad, a medio o largo plazo los cambios serán inevitables.