Los talibanes celebran su primer aniversario de Gobierno en Afganistán sin estridencias y con un gran despliegue de seguridad
ACTUALIDAD
Los derechos de los afganos se han minado considerablemente, en especial en las mujeres, y el hambre se ha disparado
15 ago 2022 . Actualizado a las 18:46 h.Las figuras más destacadas del Gobierno interino de los talibanes conmemoraron este lunes el primer aniversario de su regreso al poder en Afganistán, un país que sin embargo tiene poco que celebrar, con una grave crisis que ha disparado el hambre y una sociedad, sobre todo las mujeres, que han visto retroceder sus derechos ganados en las últimas dos décadas.
La celebración del aniversario tuvo lugar sin estridencias, entre las felicitaciones de los oficiales por lo que consideran como un trabajo bien hecho, durante un evento oficial al que asistieron altos cargos de los talibanes.
Pero los fundamentalistas también marcaron la jornada con un despliegue de patrullas de las fuerzas de seguridad más amplio de lo habitual en Kabul y las principales ciudades del país, mientras un grupo de mujeres protestaba por la erosión de sus derechos desde un lugar secreto días después de que una manifestación en la capital fuese dispersada con disparos al aire.
«Gran victoria»
El primer ministro del Gobierno interino, el mulá Hassan Akhund, fue el primero en celebrar en un comunicado la «gran victoria» que llevó a los talibanes a conquistar Kabul hace hoy un año, al término de una rápida ofensiva mientras las últimas tropas estadounidenses abandonaban el país.
Durante una concurrida ceremonia en Kabul, el ministro de Exteriores afgano, Amir Khan Muttaqi, pintó una imagen particularmente benigna de un país que se encuentra en medio de una profunda crisis humanitaria y económica agravada por la congelación de los fondos internacionales para la reconstrucción del país. Muttaqi declaró que la «seguridad en el país está asegurada», indicó que Afganistán mantiene «embajadas abiertas en muchos países» y precisó que el valor de la moneda afgana contra el dólar es «mejor que el de los países vecinos».
En un tono jubilatorio similar, el viceprimer ministro, Abdul Salam Hanafi, afirmó que «para la nación de combatientes este es un día de orgullo» frente a aquellos que «vendieron el país» a «los invasores».
Un Gobierno sin reconocimiento internacional
Los talibanes aprovecharon la atención internacional del aniversario para reclamar el hasta ahora elusivo reconocimiento de la comunidad internacional y prometer que el suelo afgano no será utilizado contra otros países, un punto en el que incidieron tanto el ministro de Defensa, Yaqoob Mujahid, hijo del líder fundador del movimiento talibán, el mulá Omar; como el primer ministro.
Esta promesa de los fundamentalistas, clave en el acuerdo alcanzado con Estados Unidos antes de la retirada del país, se ha visto recientemente dañada por la muerte en una operación estadounidense en Kabul del líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, y por la persiste amenaza del grupo Estado Islámico.
El Gobierno interino de los talibanes ha sido ampliamente criticado por la comunidad internacional por las restricciones impuestas a las afganas, desde la obligatoriedad del burka u otras vestimentas similares que cubran por completo el rostro hasta las trabas al acceso al trabajo para las mujeres.
Una de las decisiones más criticadas por la comunidad internacional fue el cierre de las escuelas para las jóvenes de entre 12 y 18 años, a pesar de las promesas de reapertura de los talibanes. El principal portavoz de los talibanes, Zabiullah Mujahid, denunció durante el evento que los reportes de violaciones de los derechos humanos y de las mujeres «no son correctos», siguiendo la línea mantenida hasta ahora por los fundamentalistas.
Patrullas y manifestación secreta
El primer aniversario de la llegada al poder de los talibanes se limitó a un puñado de actos oficiales y a la presencia reforzada de las fuerzas de seguridad en las grandes ciudades, días antes de la celebración del Día de la independencia de Afganistán el próximo jueves. Ante la prohibición de las manifestaciones contrarias al régimen talibán, un grupo de afganas decidió hoy protestar desde un lugar secreto y difundiendo imágenes en las redes sociales.
Portando carteles como «El trabajo, la libertad y la educación son nuestros derechos» o «Queremos justicia», las afganas pidieron a la comunidad internacional que presione a los talibanes para que dejen de violar los derechos de las afganas.
El pasado sábado, los fundamentalistas dispersaron con disparos una poco frecuente manifestación de mujeres afganas que exigían sus derechos a la educación y al trabajo. Algunos afganos recurrieron también a las redes sociales, con etiquetas como «Liberad Afganistán» o «15 de agosto, día negro», para mostrar su descontento con el régimen de los talibanes.
«En este último año, los afganos no solo han perdido un país, sino que ya no tienen democracia, independencia, reconocimiento nacional e internacional, libertad de expresión, derecho al trabajo y a la educación o un sistema político funcional», escribió en Twitter el periodista Abdul Haq Omari.
Resistencia en Panjshir
Las celebraciones no consiguieron ser empañadas por un golpe a las fuerzas de los talibán. El Frente de Resistencia Nacional (NRF) de Afganistán ha reclamado este lunes la detención de hasta cuarenta integrantes de los talibán, así como la muerte de otros cinco, en la provincia de Panjshir.
El portavoz del NRF, Sibghatulá Ahmadi, ha informado en su perfil de Twitter de esta «victoriosa» operación de la resistencia afgana en el valle de Arezoo, en el distrito de Anaaba, incluyendo una serie de fotografías en las que se encuentran los supuesto los 40 «ocupantes talibán» apresados.
La provincia de Panjshir, en el norte de Afganistán, ha sido escenario a lo largo de este último año de renovados combates entre la resistencia y el grupo fundamentalista, después de que el líder del FRN, Ahmad Masud, llamara en septiembre del 2021 a las armas para combatir a los talibán.
Masud, hijo del histórico líder de la resistencia afgana Ahmad Shah Masud, hizo un llamamiento a un «levantamiento nacional» contra los talibán, que persiste todavía a pesar de que ambos grupos intentaron abrir negociaciones en enero para poner fin a las hostilidades.