Los «papeles de Uber» desvelan prácticas ilegales de la empresa allí donde se asentaba
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El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación ha analizado más de 124.000 documentos en los que la compañía admite las presiones a políticos y el recurso a la violencia
11 jul 2022 . Actualizado a las 08:28 h.Tras la historia de éxito de Uber, que saltó de Silicon Valley en el 2009 para convertirse de pronto en un gigante mundial del transporte, hay una turbia crónica de sobornos, presiones e irregularidades por parte de sus directivos, con reconocidos actores secundarios que van desde Emmanuel Macron, Benjamin Netanyahu, la que fue vicepresidenta de la Comisión Europea Neeli Kroes y el mismísimo Putin. Eso es lo que relatan los papeles de Uber: más de 124.000 documentos filtrados al diario The Guardian y compartidos con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, en inglés).
Correos, documentos de Excel, mensajes de texto y otros archivos fechados entre el 2013 y el 2017 —-con Travis Kalanick al frente de la empresa— revelan las prácticas de Uber y cómo esta trataba de tejer una red clientelar entre políticos y funcionarios públicos en el lugar en el que desembarcaba. Según la investigación, la empresa llegaba a clasificar la hostilidad o predisposición de cada Administración a realizar los cambios legislativos necesarios para desarrollar su actividad. Y allí donde no era recibida con los brazos abiertos no dudaba en poner en práctica fórmulas «jodidamente ilegales», como admitía una directiva de Uber en un correo, sin descartar la violencia: hay que «abrazar el caos», escribía otra responsable de la compañía.
«Botón del pánico»
El enfrentamiento era algo habitual para Uber allí donde aterrizaba y, de hecho, se hacía un análisis del resultado: «En Italia, España, los Países Bajos y Bélgica han desarrollado tácticas interesantes para enfrentarse a las autoridades», escribió en un correo el que era director de Uber para Europa occidental.
Recogía ese mayor o menor éxito en lo que los directivos definían como pirámide de mierda, que tenía en su base las querellas de los conductores, en la zona intermedia las investigaciones regulatorias y los procedimientos administrativos, y en la cúpula las acciones legales directas.
Además, por si se producían inspecciones, la empresa disponía de un botón del pánico que desconectaba las máquinas de los servidores e imposibilitaba el acceso al contenido.
Uber ha asegurado a los periodistas de ICIJ que esas prácticas son parte del pasado.