Un titular así puede inducir a error por lo que necesito hacer algunas aclaraciones para matizarla y darle su verdadero sentido a la pregunta.
A los 16 años, al terminar la educación secundaria obligatoria, existen dos posibles itinerarios formativos: la formación profesional de grado medio y el bachillerato. Todavía hay algunas familias y alumnado que tienen la creencia equivocada de que «si puede» se vaya a Bachillerato y que a FP vayan «los otros». Sin embargo, basta con mirar a otros países del norte de Europa para comprobar cómo la FP es, hoy en día, una muy buena opción para cualquier chica o chico por la formación y oportunidades laborales que ofrece.
Dicho esto, hablemos de lo que llamamos formación profesional de grado básico (FPGB). Qué es y cómo puede optimizarse.
El sistema educativo tiene la obligación de garantizar el derecho a la educación de todo el alumnado. Cuando se dan circunstancias de diverso tipo que hacen que un alumno no haya podido conseguir las competencias necesarias para seguir formándose, se le da esta opción para adquirirlas.
La FPGB consta de dos cursos con una formación académica y de iniciación profesional en forma de talleres, y de un período de prácticas en empresas, que les posibilita conocer la realidad laboral y, en ocasiones, es una inserción laboral. Es una muy buena oportunidad para «ponerse a punto» y poder continuar su itinerario formativo en los ciclos de grado medio.
El alumnado que accede a la FPGB son chicos y chicas que, en muchos casos, acumulan malas experiencias educativas, de las que no son culpables en absoluto, porque el fracaso escolar es un fracaso de la escuela y no del alumnado que lo sufre. Conviene tener esto claro y preguntarnos cómo hemos llegado aquí, cuáles son sus causas. La respuesta es muy compleja porque son muchas y diversas, unas sociales, otras familiares y, por supuesto, otras escolares.
En primer lugar, el alumnado de FPGB para «ponerse a punto» necesita recuperar su autoestima personal y académica, tener experiencias de éxito y comprobar que son capaces de aprender a autorregularse, crear buenos hábitos y mantener relaciones de confianza con el profesorado y con el grupo.
Este alumnado llega al centro con muy malas experiencias previas, con comportamientos que muestran, en algunos casos, una fuerte inadaptación y desafección escolar. Podríamos decir con cuadros graves, de ahí la similitud con la unidad de cuidados intensivos (uci). Necesitan cuidados intensivos, ser escuchados, entendidos y apoyados para que lleguen a ser personas autónomas y dueñas de sí mismas. Siguiendo con el símil de medicina, diríamos que una vez curado el traumatismo, comienza la rehabilitación y no al revés.
El profesorado de estos centros se enfrenta a casos que exigen una fuerte cualificación profesional: actitud, compromiso con cada chica o chico y aptitud, conocimientos psicológicos y pedagógicos adecuados para poder intervenir con éxito. No es una tarea fácil y que demandan personas muy maduras, pacientes y resilientes.
Las condiciones laborales de este profesorado, cuando no pertenecen a la red pública, son en bastantes ocasiones, precarias y con contratos intermitentes y mal pagados.
Además de mostrar mi admiración al profesorado que, a pesar de todo ello, lo hace bien, pienso que se debe seleccionar a los mejores y dotarles de las muy buenas condiciones laborales, formación y apoyos. Se lo merecen, por la gran labor social que realizan. Como los médicos de la uci.
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