Ignacio Cirac: «El Premio Nobel no me quita el sueño»

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

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CESAR QUIAN

El físico español más reconocido a nivel mundial y padre conceptual de los futuros ordenadores cuánticos avanza que quien consiga crear el primero tendrá acceso a las comunicaciones de otros países

21 jun 2022 . Actualizado a las 18:07 h.

Juan Ignacio Cirac (Manresa, 1965) es una de las figuras más reconocidas de la ciencia mundial. Pero ni la fama ni los múltiples reconocimientos le han hecho perder ni la humildad ni la amabilidad. Paciente, pero determinado, es uno de los padres, junto a su colega Peter Zoller, de la concepción de los ordenadores cuánticos, lo que le ha llevado a ser distinguido con todo tipo de premios, desde el Príncipe de Asturias al Premio Wolf, considerado unánimemente como la antesala de los Nobel. Cirac, que es director de la División de Teoría del Instituto Max-Planck de Óptica Cuántica (Alemania) recibió ayer uno más, pero que le ha hecho especial ilusión: fue investido doctor honoris causa por la Universidade da Coruña, apadrinado por el Catedrático de Química Moisés Canle.

 —¿Cómo podría explicar de forma sencilla la física cuántica y por qué va cambiar nuestro mundo?

—Es una teoría que nos explica lo que pasa en el mundo de las cosas más pequeñas, en el mundo microscópico. De la misma forma que en nuestro mundo estamos acostumbrados a que la cosas se caen, que si algo se mueve luego se frena, pues estas leyes en el mundo en el que vivimos no son las mismas que en el mundo de las cosas más pequeñas. Esas leyes son las de la física cuántica. Algunas de estas leyes ya nos afectan mucho en lo que es la electrónica, los ordenadores, incluso en comunicaciones. Pero hay otras que son un poco más exóticas y que estamos intentando ver cómo aprovecharlas en el campo de la computación cuántica, de la comunicación cuántica y en general en el proceso de transmisión de información.

—¿Por qué serán tan importantes los ordenadores cuánticos?

—Hay muchos cálculos, muchos problemas que necesitan unos cálculos muy grandes. Por ejemplo, cuando uno diseña fármacos o materiales, cuando uno resuelve las ecuaciones para predecir el tiempo que va a hacer el siguiente día, cuando hace una modelización... Algo que nosotros no utilizamos directamente, pero que indirectamente nos afecta. Pero hay muchos de estos cálculos que los superordenadores que tenemos no son capaces de hacerlos, porque no tienen capacidad suficiente. Y es ahí donde los ordenadores cuánticos tendrían su potencial, en hacer cálculos matemáticos que son muy complicados.

—Póngame un ejemplo.

—Hay muchos tipos de problemas que un ordenador cuántico podría hacer en cuestión de minutos u horas y un superordenador no lo podría hacer ni en toda la edad del universo, ni en 13.000 millones de años. Por ejemplo, cálculos relacionados con el movimiento de las moléculas o los átomos, imposibles para los superordenadores actuales.

—¿Queda mucho para tenerlos?

—Tenemos prototipos que ya demuestran su funcionamiento, pero no son lo suficientemente grandes como para aprovechar toda la potencia que tienen. Para poder escalarlos todavía nos hace falta mucho tiempo.

—Hay muchos países en la carrera. ¿Por qué es importante ser el primero en conseguirlos?

—Es muy importante porque los primeros que logren los ordenadores cuánticos tendrán la capacidad de resolver problemas que son muy complicados. Por ejemplo, pueden crear fármacos, materiales, nuevas patentes.., de tal forma que les daría una ventaja estratégica muy grande con respecto a los demás. Por eso están todos los gobiernos interesados en desarrollar los ordenadores cuánticos y en la lucha por ser primeros.

—Y el Gobierno que los posea podrá descifrar todo tipo de mensajes, que no es algo menor.

—Claro. Ese es otro ejemplo muy claro. Podrá acceder a las comunicaciones y secretos de otros países, que dejarán de ser seguras.

—¿Quién lidera la carrera?

—Quienes están liderando parte del proceso son los chinos, porque están dedicando mucha financiación y haciendo un esfuerzo muy grande, porque se ha convertido en una prioridad nacional; luego la industria norteamericana también está muy avanzada y la parte europea tiene el liderazgo desde el punto de vista científico, pero no del tecnológico. Y por eso existen varias medidas para promover la generación industrial de ordenadores cuánticos.

—¿Puede decirse que Europa tiene el conocimiento científico, pero le falta liderazgo empresarial?

—A Europa le faltan grandes empresas. Las tiene, pero es difícil competir contra Google, IBM, Facebook o Microsoft. No tenemos empresas de ese estilo y ahí tienen ventaja los americanos.

—¿Y España?

—España ha dado un paso adelante, porque ha puesto en marcha un programa de computación cuántica que ha supuesto una cantidad de financiación significativa y eso creo que va a hacer que haya un avance y que no nos quedemos atrás. Va a ser difícil estar entre los primeros, pero por lo menos no nos quedaremos atrás.

—Muchos aseguran que en cuanto el ordenador cuántico se haga realidad más allá de los prototipos le darán el Premio Nobel. ¿Le quita el sueño?

—Me siento un privilegiado y estoy contentísimo con los premios y reconocimientos que me han dado, incluido honores como el honoris causa que me ha dado la Universidade da Coruña. Con lo cual, el Premio Nobel no me quita el sueño, ni muchísimo menos. En algún momento es posible que lo den por algo relacionado con la información o la computación cuántica y creo que habrá muchos candidatos. Si en algún momento me lo dieran a mi estaría contentísimo, pero si se lo dan otro también.

 —Pero usted y Peter Zoller fueron los pioneros, los que sentaron las bases de esta revolución.

—Sí fuimos los pioneros en la construcción de los ordenadores cuánticos, pero hay más aspectos de la computación cuántica.

—Lo que está más avanzado ahora mismo es la comunicación cuántica. ¿Qué nos puede permitir?

—Nos permite dos cosas. En primer lugar tener comunicaciones seguras, imposibles de hackear. Si utilizamos comunicación cuántica tampoco podrá ser hackeada por los ordenadores cuánticos. Es una forma segura de enviar mensajes secretos. Y aquí el líder es China, que está mucho más avanzada que todos los demás.

—Dicen que la computación cuántica será la próxima gran revolución, incluso con un impacto muy superior a lo que fue Internet en su momento. ¿Qué se puede esperar?

—Yo creo que el hecho de que esto ocurra es una esperanza más que una certeza. Según los parámetros que se manejan sabemos que la computación cuántica es una disrupción, sabemos que tiene ciertas aplicaciones, pero por ahora no muchas, aunque creemos que va a tener muchas más. Entonces, si ocurre eso, sí que será una gran revolución, pero si las aplicaciones son solo las que conocemos será solo un gran avance tecnológico.

—Puede ofrecer cosas que ahora mismo ni imaginamos

—Sí, esa es la clave, pueden aparecer oportunidades que ahora mismo ni imaginamos.

«En Alemania estoy muy a gusto y no me planteo cambiarme»

 

 

Juan Ignacio Cirac dirige en Alemania la División de Teoría del Instituto Max-Planck de Óptica Cuántica.

—¿Se ha planteado regresar a España? Ofertas no le faltarán.

—No. Estoy muy contento en Alemania. Tengo colaboraciones con España y también estoy en el Consejo de Telefónica, lo que me aporta una conexión muy grande, pero estoy muy a gusto en Alemania y no me planteo cambiarme.

—¿Le queda entonces mucho por recorrer a la ciencia en España?

—Nos queda mucho por recorrer. Ha habido pasos, pero todavía nos queda un gran camino por recorrer.

—¿Seguimos pagando los recortes de la crisis en ciencia?

—Los años de crisis afectaron mucho al sistema de investigación en España, nos retrasaron y va a ser muy difícil recuperarnos. Pero, aunque nos recuperemos, todavía nos queda camino por recorrer para estar al nivel en financiación de la ciencia de los países de nuestro entorno.

—Y visto desde fuera, ¿Cree que se está empezando a hacer una apuesta por la ciencia o solo se queda en palabras?

—La cuestión de la apuesta por la ciencia es complicada. Yo te podría decir que falta financiación y que esa es la solución. Pero no, hay muchas más variables. La financiación es muy importante, pero tiene que haber un apoyo constante, un apoyo político independiente, un pacto a largo plazo, una concienciación de la sociedad de que la ciencia es importante y que debe ser una prioridad. Y tiene que existir una motivación para la industria española, para que invierta más en innovación, investigación y desarrollo. No solo las grandes compañías, sino también las medianas y pequeñas empresas. Hay muchas variables que cambiar, por lo que hace falta un pacto político duradero.

Falta inversión o algo más?

—La cuestión de la apuesta por la ciencia es complicada. Te podría decir que falta financiación y que esa es la solución. Pero hay muchas más variables. Falta un pacto de Estado, que la sociedad la entienda como prioridad e implicar a las empresas.