Este nuevo golpe a las finanzas descentralizadas hunde el bitcoin un 12 %
13 jun 2022 . Actualizado a las 22:59 h.Cuando el mercado de cripto apenas había empezado a levantar cabeza tras el descalabro de Terra-Luna, un nuevo escándalo que pone en duda la seguridad de este ecosistema ha vuelto a hacer temblar sus cimientos.
Los protagonistas, en esta ocasión, han sido las plataforma de intercambio y préstamos cripto Binance (la más grande del mundo) y Celsius Network. Tras varios días de rumores sobre el estado de las cuentas de la segunda, la compañía ha informado este lunes que ha procedido a bloquear los depósitos de sus clientes para evitar que intercambien o retiren su dinero, comprometiendo la viabilidad e la empresa, que se escuda en las «condiciones extremas» del mercado para justificar el corralito: «Estamos tomando esta decisión para poner a Celsius en una mejor posición para cumplir, con el tiempo, sus obligaciones de retirada», ha informado en un comunicado.
No es de extrañar que esto ocurra. La plataforma ofrecía a sus clientes jugosos descuentos de hasta el 25 % e intereses a cambio, eso sí, de cobrarlos con sus propios activos CEL, que se han hundido ya un 50 %. No ha sido lo único que se ha desplomado. Celsius, que en junio del 2021 llegó a estar valorada en 3.400 millones dólares, hoy ya solo vale 76.
Pérdidas
Las maniobras comenzaron el fin de semana, cuando algunos clientes se quejaron de que tenían problemas para poder operar. Comenzaron las especulaciones que apuntaron a los problemas de liquidez de la compañía a raíz de un hackeo que habría afectado a sus reservas, las retiradas continuas de fondos de los usuarios y las pérdidas a las que se vio expuesta tras el derrumbe de Terra-Luna y su protocolo Anchor, que también ofrecía intereses de hasta el 20 % para los clientes que cobraran esas bonificaciones con activos del propio chiringuito, inflando su valor de mercado.
Según reportan portales cripto, Celsius habría derivado más de 300 millones de dólares de reservas virtuales hacia el mercado de derivados FTX, con sede en las Bahamas.
Efecto contagio
El corralito ha contagiado a todo el ecosistema cripto, desgastado por los sobresaltos de los últimos meses y por los vientos de cambio en torno a su regulación, especialmente en Estados Unidos. El síntoma más grave ha sido la suspensión de operaciones de venta en Binance, la mayor casa de cambio cripto que, escudándose en el pánico de lo inversores ha tenido que paralizar las ventas de bitcoins. Supuestamente el colapso de la red está detrás del corralito, aunque la plataforma afrontaría graves problemas de liquidez en caso de una huida masiva.
El bitcoin, que se ha dejado un 46 % de su valor en los últimos seis meses, hoy se desploma casi un 12 % adicional, hasta los 22.393 dólares, una cifra que no se veía desde diciembre del 2020. No obstante, la criptomoneda reina hoy todavía vale un 874 % más que hace cinco años.
El efecto arrastre también se está llevando por delante el valor del ether o ETH (Ethereum), que sufre a estas horas una caída del 14,8 %.
Ni siquiera los elevados datos de inflación de las principales economías del mundo han sido incentivo suficiente para seguir alimentando la burbuja cripto, que está sufriendo correcciones que se podrían extender hasta final de año, a medida que algunos proyectos vayan desapareciendo del mapa.
Consecuencias
¿Qué pasa con el dinero de los depositantes? Quien haya invertido dinero en la adquisición de criptoactivos (incluidas criptomonedas) y los tenga depositados en esta plataforma se expone a perder la totalidad de sus ahorros porque no hay ninguna entidad que respalde esos depósitos, al contrario de lo que ocurre con divisas como el euro, que cuentan con la supervisión y protección del Banco Central Europeo (BCE) y los respectivos bancos centrales de cada país miembro. De hecho, los primeros 100.000 euros depositados en cualquier entidad bancaria están garantizados en caso de quiebra. Eso no ocurre en el ecosistema cripto. La ventaja que ofrecen las finanzas descentralizadas es que escapan con facilidad a la vigilancia de las autoridades, dando más libertad a los usuarios para escapar de Hacienda o para no depender de entidades financieras, pero el inconveniente es que nadie puede garantizar la seguridad de las inversiones en un mercado tremendamente complejo y opaco.