Las ausencias de siete países protagonizan una deslucida Cumbre de las Américas
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Cuba, Venezuela y Nicaragua no están invitadas a la cita de Los Ángeles, a la que han decidido no asistir México, Honduras, Guatemala y El Salvador
10 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.La Cumbre de las Américas que se celebra esta semana en Los Ángeles está profundamente marcada por la decisión de Joe Biden de no invitar a los líderes de Cuba, Venezuela y Nicaragua y por la ausencia de los jefes de Estado de otros cuatro países, lo que parte de los analistas ven como una señal del declive de la influencia de EE.UU. en la región.
«La democracia está siendo atacada en todo el mundo, y renovamos nuestra convicción de que la democracia no solo es el rasgo definitorio de la historia de América, sino también un ingrediente esencial de su futuro», dijo el presidente estadounidense el miércoles, como justificando la ausencia de los tres Estados latinoamericanos que Washington considera dictaduras.
La decisión de dejar fuera a Cuba, Venezuela y Nicaragua provocó la renuncia a viajar a Los Ángeles del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y de la líder hondureña, Xiomara Castro.
Tampoco están presentes en la cumbre el Gobierno de Guatemala, del derechista Alejandro Giammatei, ni el líder salvadoreño, Nayib Bukele, que han expresado recientemente sus diferencias con Washington.
El presidente centroderechista uruguayo, Luis Lacalle Pou, tampoco asistió tras contagiarse de covid-19, aunque hace poco también aseguró que EE.UU. no tiene una «visión» de América Latina.
No solo las ausencias son reseñables. También las presencias. La Casa Blanca ha tenido que propiciar, incluso con viajes de trabajo, la asistencia a la cumbre de líderes como el brasileño Jair Bolsonaro —apoyó a Donald Trump durante el polémico recuento electoral del 2020— y el argentino Alberto Fernández.
Una pérdida de influencia que se produce mientras China afianza su posición estratégica en una región donde Pekín actúa con diplomacia e inversiones sin atender al currículo democrático de sus socios.
Biden está intentando aprobar un plan económico común para la región, y también una estrategia para lidiar con los miles de latinoamericanos que cada año intentan cruzar a EE.UU., tras calificar la inmigración de sin papeles como «inaceptable».
Parece difícil que pueda hacerlo, a pesar de abrir la puerta a inversiones por valor de 1.900 millones de dólares para sus vecinos del sur, sin la presencia en la cumbre de los líderes de los países centroamericanos y de Venezuela, los principales focos de la migración.