Ucrania cambia la política europea

Yasmeen Serhan THE ATLANTIC

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María Pedreda

La nueva victoria de Orbán en Hungría supone un desafío para el consenso en la UE sobre Putin

10 abr 2022 . Actualizado a las 19:41 h.

Hungría se enfrentó la semana pasada a unas elecciones dividida entre la reelección del primer ministro Viktor Orbán, al frente del país durante los últimos doce años, y la propia democracia húngara. En Francia, los votantes decidirán este fin de semana entre el presidente Emmanuel Macron y un nuevo liderazgo, probablemente más extremo.

En circunstancias normales, las campañas electorales estarían enfocadas a nivel nacional e impulsadas por factores de política interna como la economía, la inmigración y la respuesta a la pandemia. Pero la invasión rusa de Ucrania ha cambiado el juego. De repente, las elecciones francesas se han centrado en quién puede liderar mejor al país durante la primera gran guerra de Europa en décadas. Y en Hungría, una elección que habría determinado el camino del país hacia una mayor autocracia o democracia liberal, se vio ensombrecida por conversaciones sobre guerra y paz, de Oriente contra Occidente.

La guerra en Ucrania ha trastocado por completo la política europea: Alemania está abandonando los tabúes contra el gasto en defensa; Finlandia y Suecia comenzaron a reconsiderar su postura hacia Rusia y hacia la OTAN, y Polonia se está tornando de paria a socio de Bruselas. Las elecciones de Hungría y Francia ofrecen señales adicionales de cómo los residentes del continente, ya afectados por el aumento de los precios de la energía y recibiendo a millones de refugiados que huyen de Ucrania, están respondiendo a una guerra que es poco probable que termine pronto.

El primer resultado se vio en Hungría. Durante meses, las elecciones se enmarcaron en gran medida como un referendo sobre Viktor Orbán, en lo que fue el mayor desafío a su Gobierno en más de una década. A diferencia de los comicios anteriores, cuando enfrentó una oposición mayoritariamente fracturada, esta vez Orbán competía con una coalición de seis partidos que se unieron con el objetivo explícito de derrocarlo. En el relato de la oposición, se trataba de una cita electoral para salvar la democracia húngara de los impulsos autocráticos de Orbán. Para el partido gobernante, Fidesz, se trataba de preservar a Hungría como la defensora de los valores tradicionales, evitando la injerencia de la llamada izquierda internacional.

Cuándo Rusia invadió Ucrania, iniciando una crisis continental y enviando a millones de refugiados ucranianos a los países vecinos, incluida Hungría, tanto Orbán como sus oponentes tuvieron que adaptar rápidamente sus mensajes políticos. «La guerra en Ucrania transformó por completo la campaña electoral», explicó András Bíró-Nagy, director del think tank Policy Solutions, en Budapest. La oposición aprovechó la condición de Orbán como el último aliado de Vladimir Putin en Europa; en tanto el primer ministro ha tratado de lograr un equilibrio entre apoyar el consenso europeo sobre Ucrania y no quemar puentes con Moscú.

Mientras la oposición trató de caracterizar las elecciones como una opción entre una Hungría alineada con Rusia o una en sintonía con la OTAN y con Occidente, «Orbán buscó desesperadamente reformular los acontecimientos en torno a la necesidad de paz y seguridad del pueblo húngaro en tiempos tan turbulentos». A diferencia de muchos de sus socios europeos, el primer ministro húngaro descartó suministrar armamento a Ucrania o permitir el paso de armas con ese destino. También rechazó el embargo de energía rusa, argumentando un impacto potencial en las familias húngaras.

Estas posiciones han convertido a Orbán en una especie de paria en Europa y han aislado a Hungría de sus aliados tradicionales: Polonia y República Checa. Los ministros de Defensa polaco y checo se negaron a asistir a una reunión con su homólogo húngaro debido a la postura de Budapest sobre Ucrania. El cuidadoso acto de equilibrio de Orbán incluso obtuvo la condena directa del presidente ucraniano Volodímir Zelenski, quien retó al dirigente magiar a «decidir de que lado estaba».

Pero en lo que respecta a las elecciones, la estrategia de Orbán parece haber funcionado. El hecho de que el sistema electoral húngaro ya esté manipulado a favor de Fidesz (sin mencionar el control desproporcionado del primer ministro sobre los medios de comunicación y los fondos estatales del país) hizo que la perspectiva de una sorpresa electoral fuera poco probable. Y, debido a la incertidumbre en torno a la guerra, «la gente eligió al malo conocido», afirma István Kiss, director ejecutivo del Instituto Danubio en Budapest y exasesor de Fidesz. 

Otro caso: Francia vota pensando en fortalecer Europa

Ucrania está dominando también la narrativa electoral en Francia, aunque no necesariamente se aprecie. A poco de celebrarse la primera ronda de la contienda, «parece que en Francia no hay una campaña presidencial en marcha», aseguró Georgina Wright, directora del Programa de Europa en el Institut Montaigne de París. Al igual que en Hungría, «Ucrania ha eclipsado por completo las elecciones».

Aunque los franceses rara vez votan pensando en la política exterior, la guerra ha logrado contrarrestar esta tendencia, debido, al menos en parte, al hecho de que Francia ha desempeñado un papel destacado en las disputas diplomáticas de Occidente con Rusia.

Macron no solo viajó a Moscú en las semanas previas a la guerra, para evitar una invasión, sino que ha recibido docenas de llamadas de Putin y de Zelenski en busca de una solución diplomática. «Los franceses están buscando quién puede guiarlos a través de esta crisis», indicó Wright, «y existe la sensación de que probablemente Macron sea la única persona capaz de hacerlo».

En esto ayuda el hecho de que Macron sea quizás el único candidato viable que no ha sido visto como demasiado comprensivo con el Kremlin. Marine Le Pen, la líder de extrema derecha principal rival de Macron, no ha ocultado su afinidad por Putin ni sus inversiones en sus anteriores campañas.

A pesar de su condena a la invasión, en sus folletos de campaña Jean-Luc Mélenchon, quien durante mucho tiempo abogó por que Francia se retirara de la OTAN, ha tenido que dar marcha atrás a algunos comentarios en los que minimizaba la amenaza planteada por Moscú.

Aún así, en caso de darse una revancha con Le Pen, las encuestas proyectan un margen de victoria menor para Macron en comparación con su segunda vuelta del 2017, lo que es indicativo de cómo se ha disipado el atractivo del presidente francés tras cinco años en el poder.

Así como la guerra en Ucrania ha afectado a estas elecciones, sus resultados afectarán también a Ucrania, específicamente en lo que respecta a cómo Europa responde a la crisis, ya sea manteniendo el statu quo o cambiando su política. La victoria de Macron representaría una victoria para quienes han abogado por un gobierno más fuerte en Europa, una posición fortalecida por la invasión rusa. Que Orbán haya retenido el poder es un nuevo desafío para el consenso europeo sobre Putin, sobre todo para reducir la dependencia del continente del petróleo y el gas rusos.

© The Atlantic. Distribuido por Tribune Content. Traducido por L.Maya.