Sánchez rechaza las críticas y afirma que regresa «muy satisfecho» de su viaje a Rabat
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Moncloa resta importancia al detalle de la bandera volteada y Feijoo censura el «acuerdo clandestino»
08 abr 2022 . Actualizado a las 18:56 h.«Me voy muy satisfecho». Es el balance realizado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de su visita de ayer a Rabat para el encuentro con Mohamed VI, según trasladó en una conversación informal al grupo de periodistas que lo acompañaron en el avión oficial. El jefe del Ejecutivo trató de responder así a las críticas tras la declaración conjunta firmada por España y Marruecos, y que Sánchez celebró como un «hito» diplomático.
En dicho documento se recoge «la plena normalización de la circulación de personas y mercancías», que «se restablecerá de manera ordenada». También la restauración «inmediata y gradual» de las conexiones marítimas de pasajeros entre ambos países. Madrid y Rabat también acordaron dar comienzo a los preparativos de la operación paso del Estrecho. Marruecos concede especial importancia al primer punto del documento, en el que España «reconoce la importancia de la cuestión del Sáhara Occidental» para el país vecino, y en la que se plasma por escrito el giro adoptado recientemente por la diplomacia española, mediante el que el Gobierno «considera la iniciativa de la autonomía marroquí como la base más seria, realista y creíble para resolver este diferendo» con este territorio. Precisamente esta cuestión, tanto en el fondo como en la forma en la que se dio a conocer, fue lo que motivó que Sánchez viajase a Rabat sin el respaldo de ningún grupo en todo el Parlamento, ni siquiera con el de los diputados de Unidas Podemos, sus socios de coalición en el Ejecutivo.
Según el presidente del Gobierno, este tema no afloró en la cena que mantuvo el jueves con Mohamed VI, en la que abordaron otras cuestiones, como la invasión de Putin en Ucrania. Desde La Moncloa trataron de poner en valor este convite, al tratarse de la primera comida tras el ayuno del Ramadán. Además del jefe del Ejecutivo, por parte de la delegación española se sentaron a la mesa el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y el embajador de España en Rabat, Ricardo Díez-Hochleitner.
En una de las imágenes distribuidas por parte de los equipos de comunicación, se aprecia una bandera de España del revés, con el escudo volteado, lo que los expertos consideran una señal de redención, y que en la oposición fue identificado como un elemento de una escenografía muy cuidada por los anfitriones. Los periodistas se interesaron por este asunto en el avión que les trasladó a Barcelona, en donde Sánchez visitó uno de los centros de refugiados ucranianos. Desde el Gobierno le restaron importancia y defendieron que se trató de un descuido.
Abascal le da la vuelta a la foto
El presidente de Vox, Santiago Abascal, no compartió estas explicaciones, y evidenció su malestar en su cuenta de Twitter, en la que difundió la misma imagen de la cena, pero completamente volteada: «Hay que darle la vuelta a todo para que las cosas vuelvan a tener sentido, y para que nuestra bandera esté como Dios manda», escribió.
Feijoo censura el «acuerdo clandestino»
El que tampoco se quedó satisfecho con el viaje de Sánchez a Rabat fue el presidente del PP, Alberto Núñez Feijoo, que en una entrevista en la Ser lamentó que lo único para lo que había servido fue para regresar a una situación más desfavorable para España a la que disfrutaba antes de que se iniciase la crisis diplomática, abierta la pasada primavera con la recepción del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para ser tratado por coronavirus.
«¿Ha merecido la pena engañar a todo el mundo y que la política de Estado se convierta en la política de un hombre? ¿Ha merecido la pena que el presidente de mi país se vaya a ver al rey de Marruecos sin un solo voto a favor del Congreso? ¿Qué ha ganado España en este proceso?», planteó. El dirigente popular dijo desconocer cualquier tipo de acuerdo con Rabat, y redujo la declaración conjunta a un regreso a la casilla de salida previa al «follón» que se desató con la «entrada ilegal» de Ghali en el país. «Pero si llevamos hablando siglos (con Marruecos) y todos los presidentes lo han hecho. Yo no conozco ese acuerdo, ese acuerdo será clandestino, si lo hay», mencionó, tras acusar a Sánchez de haber «roto el orden diplomático» de los últimos 40 años, en el que este tipo de asuntos de Estado se acuerdan previamente con el principal partido en la oposición.