El cónsul de Rusia en Galicia denuncia que se está desatando «la rusofobia»
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Pedro Mouriño asegura que se acosa e insulta a la colonia que representa: «No es que me lo cuenten. Yo mismo he tenido que interponer dos denuncias por delitos de odio»
07 abr 2022 . Actualizado a las 17:47 h.«Hay una rusofobia indiscriminada. Por el mero hecho de ser ruso se están sufriendo acoso e insultos. La rusofobia es tremenda en estos momentos», denuncia categóricamente Pedro Mouriño, cónsul honorario de Rusia en Galicia desde el año 2020. Elude pronunciarse sobre la guerra, apelando a que su cometido no es político, sino de representación y asistencia al millar de rusos registrados en la comunidad gallega, pero sí insiste en que se ha enrarecido el ambiente respecto a todo lo que tenga que ver con Rusia.
«No es que me lo cuenten. Yo mismo he tenido que interponer dos denuncias por delitos de odio», asegura. «He atendido hasta situaciones de acoso a escolares en el colegio solo por el hecho de que uno de sus progenitores sea ruso. Insultos, insinuaciones de todo tipo...», mantiene.
No salva de esa situación ni a los inmigrantes llegados de Rusia que condenan la invasión. «La rusofobia es indiscriminada. No hay trazo fino en ella, lo es de manera gruesa contra cualquier ruso. Hay mucha gente de la comunidad rusa que es contraria a la guerra, o están en contra de Putin», concede, «pero por el mero hecho de ser rusos están siendo acosados», insiste. En ese trato Mouriño incluye también el bloqueo de las cuentas corrientes bancarias de los emigrados desde el país que representa en el consulado honorario ubicado en Vigo. «Aunque no te sitúes a favor de algo, porque hay gente de todo tipo de opinión, se es objeto de insultos y acoso».
El ambiente que dibuja el cónsul honorario ruso en Galicia fue advertido también hace unos días por la Embajada de Rusia en Madrid con una nota verbal ante el Ministerio de Asuntos Exteriores español. En dicho mensaje se apunta desde la representación diplomática que «últimamente se registran hechos cuando algunos cónsules honorarios de la Federación de Rusia en el Reino de España han sido objeto de insultos, incluso realizados públicamente y hasta amenazas».
La embajada encabezada por Yuri Korchagin, subraya que sus cónsules honorarios «son ciudadanos españoles», con sede en Vigo, Burgos, Las Palmas, Palma de Mallorca, Sevilla y Valencia que «están seriamente preocupados y consideran que tales acciones hostiles dificultan la realización de sus tareas de prestar asistencia a ciudadanos rusos que han encontrado en España su segunda patria», destacaba la representación diplomática tratando de fortalecer vínculos con el Gobierno antes de que el Ejecutivo de Pedro Sánchez decidiese expulsar a 27 de sus diplomáticos, aunque no a su embajador.
El representante honorario del estado ruso no se ha planteado dimitir a causa de la guerra
Pedro Mouriño se definía como «prorruso» antes de que se produjese la invasión de Ucrania. Ahora se cuida de no abordar la cuestión de la guerra. Fue propuesto para el puesto por el Gobierno de Rusia, pero fue el español el que dio su plácet. «No me he planteado cesar, yo no, no. Mis atribuciones aquí se necesitan más que nunca, la necesitan los ciudadanos rusos afincados en Galicia por los problemas que les están surgiendo», defiende. «No tenemos funciones políticas, pero si la parte española cree que nos tiene que cesar, lo acataremos», manifiesta. Mouriño avanza que esa situación, sin embargo, sería para él excepcional.
«Si ellos (el Gobierno de España) consideran que no tiene sentido que haya cónsules honorarios en territorio español con las funciones que nos establecen, si me quitan el exequatur, se cesa y punto, se respetan las decisiones. Pero sería un precedente que se hace muy pocas veces, en situación de guerra, por ejemplo, de ruptura de las relaciones diplomáticas directas, pero no indirectas», entiende.
Los sucesos independentistas ocurridos en Cataluña a finales de la década pasada propiciaron que se cesase a los cónsules honorarios en Barcelona de Grecia, Finlandia, Letonia, Filipinas y Bulgaria (el exfutbolista Hristo Stoichkov) por posicionarse sobre la secesión. «Eso fue por cuestiones de política interna, no externa como ahora» precisa Mouriño.
La guerra del PP de Madrid le puso bajo los focos
Los focos se fijaron en Pedro Mouriño (Santiago, 1974) el año pasado cuando en medio de la batalla interna del PP de Madrid trascendió su nombre como intermediario del Fondo Ruso de Inversión Directa en la negociación con la Comunidad para el suministro de la vacuna rusa Sputnik contra el covid. Desde su empresa, Iber Atlantic, representaba además, al menos antes de la guerra, intereses de Gazprom en España para vender aquí sus asfaltos o los polvos de aluminio de Rusel, el líder mundial del sector. Y a ese universo ruso llegó Mouriño desde el mismo Partido Popular.
Militante de Nuevas Generaciones, alcanzó la vicepresidencia de la EDS, la organización estudiantil oficial del PP Europeo. A ella se acercaron jóvenes rusos con la intención de integrarla. Las delegaciones de Polonia y otros antiguos países soviéticos se opusieron, pero el ahora cónsul honorario en Galicia trabó una estrecha amistad con los jóvenes rusos, como también con Pablo Casado, al que cita como amigo y atesora fotos con él en Rusia, Sudáfrica, Angola, México o haciendo el camino de Santiago.
Las tiene también con Aznar, Erdogan o con Netanyahu, aunque puestos a darle valor, se lo otorga a la carta de su nombramiento por el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, ahora en la lista negra de Estados Unidos y la UE.
Mouriño no advierte contradicción alguna por haber sido aspirante en unas primarias del PP a la alcaldía de Santiago y haberse llegado a declarar como «rusófilo». «Es un país completamente libre» y a la vez «el más conservador de Europa. Se respeta la homosexualidad, por ejemplo. Lo que no se hace es promoverla como en España», señaló, a la vez que consideraba que Rusia es objeto de «una leyenda negra que nos han inculcado desde pequeños en las películas». Él mismo está seguro de haber sido investigado tras entrelazar su vida con la de Rusia.