Castillo pierde apoyos en Perú tras decretar el estado de excepción y provocar una nueva crisis política
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La decisión fue criticada entre sus socios en el Congreso y provocó revueltas en Lima y Callao
06 abr 2022 . Actualizado a las 20:28 h.Pedro Castillo camina de nuevo sobre un alambre muy fino. El presidente peruano soliviantó a la ciudadanía este martes, decretando el estado de excepción y el toque de queda para los 11 millones de habitantes de Lima y Callao, tras la explosión de protestas capitaneadas por transportistas y agricultores en otras provincias que han dejado cinco muertos.
La decisión fue muy criticada incluso entre sus socios en el Congreso. «El Gobierno no solo ha traicionado sus promesas de cambio, sino que ahora repite el método de resolución de conflictos de la derecha: ningunear a quienes se movilizan con legítimo malestar por la situación económica», escribió en Twitter la izquierdista Verónica Mendoza, jefa de Juntos por Perú, un partido alineado con Castillo en el Congreso que rechazó la destitución del presidente en la fallida moción de censura celebrada lunes 28 de marzo.
El maestro rural, cuyo índice de desaprobación supera el 66 % a los ocho meses de haber iniciado su mandato, se está quedando sin aliados. Las protestas de los transportistas iniciaron a las pocas horas de celebrarse la moción de censura. Hubo bloqueos de carreteras en reclamo del fin de los impuestos a los carburantes tras la subida del valor de las materias primas. Pronto se sumaron los agricultores y otros gremios, debido al incremento generalizado de los precios.
El Gobierno reaccionó este fin de semana eliminando las tasas a los repostajes y subiendo un 10 % el salario mínimo, medidas insuficientes para parte de quienes protestaban, que anunciaron nuevas movilizaciones. Fue entonces, ante los rumores de posibles saqueos en las marchas, cuando Castillo tomó su salomónica decisión, considerada desproporcionada por la mayor parte de analistas y políticos.
El presidente escuchó, de nuevo, a su grupo cerrado de consejeros, conocidos como el Gobierno en la sombra, en el que abundan conspiracionistas y ultraderechistas, aunque el mandatario se identifique con la izquierda. Varios políticos salidos del Ejecutivo ya han criticado esos grupos y a un presidente que no parece escuchar.
Cuando Castillo se dio cuenta de su error, y levantó la medida tras reunirse con la oposición en el Congreso, el daño a la imagen del Gobierno incluso para sus aliados ya estaba hecho. Una manifestación reclamando la renuncia del presidente recorría ya el centro de Lima, desoyendo la orden de toque de queda, y se produjeron altercados con las fuerzas del orden e incluso ataques a las sedes de instituciones del Estado. Esta nueva crisis deja al presidente aún más aislado, con menor margen de maniobra.