Goteras en el Parlamento británico

Juan Francisco Alonso LONDRES

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JUAN FRANCISCO ALONSO

La restauración podría demorarse siete décadas si los diputados no se mudan a otra sede, más que lo que llevó construir el edificio en el XIX

14 mar 2022 . Actualizado a las 09:00 h.

Los turistas que han comenzado a regresar Londres, tras el parón forzado por el covid-19, ya pueden fotografiarse con uno de los iconos de la ciudad: el Big Ben. Con la llegada del 2022, los andamios que durante casi un lustro han cubierto la emblemática torre del reloj del palacio de Westminster, la sede del Parlamento británico, han comenzado a desaparecer, dejando ver de nuevo los relieves de la torre de 96 metros de altura y sus detalles en dorado. Esto hizo creer que la restauración estaba cerca de culminar. Sin embargo, un reciente informe ha hecho trizas esas expectativas.

Los trabajos están lejos de terminar, es más, parte de ellos han sido paralizados debido a que hace unas semanas se descubrió que trabajadores legislativos han podido estar expuesto a materiales tóxicos como el asbesto desde que las obras se iniciaron. Así lo admitió la comisión encargada de llevar adelante el Plan de Restauración y de Reparaciones, la cual advirtió que si los diputados y los lores no se mudan a otro edificio las labores pueden demorarse 76 años, es decir, justo el doble de lo que tomó su construcción en el siglo XIX.

Pero si lo anterior no fuera suficiente, en el informe también se advierte que los costes también crecerán y podrían terminar alcanzando 22.000 millones de libras (26.000 millones de euros). Cifra que no incluye la inflación.

Cuando en el 2017 las autoridades decidieron emprender la ambiciosa empresa de recuperar la estructura neogótica, que tiene el tamaño de 16 campos de fútbol y que contiene 1.100 habitaciones, 100 escaleras y 4,8 kilómetros de pasillos, se decidió mudar temporalmente a los parlamentarios y a su personal a un edificio que antes fue ocupado por el Ministerio de Salud. No obstante, el año pasado sus señorías desecharon este plan y ahora hay que paralizar el ambicioso proyecto y limitarse a acometer refacciones puntuales en las áreas más críticas de la estructura, que en 1987 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Otro Notre Dame

La posibilidad de que se paralice la restauración alarma a los actuales responsable de la misma. «Hasta ahora se ha hecho un trabajo estupendo, pero lo que resta por hacer para que el edificio sea seguro es de otra escala», explicó un miembro de la comisión al londinense diario The Mirror. El experto, quien declaró bajo la condición que se reservara su identidad, admitió que la principal preocupación del equipo es el vetusto cableado eléctrico, el cual se teme pueda desatar en Westminster un incendio similar al que devoró a la parisina catedral de Notre Dame en abril del 2019.

Entre el 2017 y el 2019 se registraron 19 fuegos dentro de la Casa del Parlamento, pero todos ellos fueron controlados rápidamente y no dejaron daños ni víctimas. Sin embargo, las llamas son solo uno de los peligros que acechan a la icónica edificación diseñada por Charles Barry, las filtraciones y goteras son otros. En los últimos tres años las autoridades han registrado 15 incidentes por mampostería que se ha desprendido de la estructura ubicada en la orilla norte del río Támesis. 

Escenarios

Si los parlamentarios aceptaran mudarse, las obras podrían demorarse un máximo de dos décadas y tener un coste de 13.000 millones de libras (15.500 millones de euros). En cambio, si insisten en permanecer hasta que llegue el momento de intervenir en la sala de sesiones y otras dependencias, el tiempo de los trabajos se podría extender casi dos décadas más y el monto se elevaría un 50 %.

Una de las ideas que está en la mesa es utilizar barcos para entregar materiales y eliminar los desechos a través del Támesis. Esto ayudaría a minimizar la interrupción de las labores. En las próximas semanas se espera que se conozca la decisión final, mientras tanto los turistas que lleguen a la capital británica podrán volver a fotografiarse con el Big Ben.