Putin detona el futuro de los niños

PABLO MEDINA YITOMIR / E. LA VOZ

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Un misil ruso destrozó las tres plantas de la Escuela 25 de Yitomir, un edificio que acogía a 1.300 alumnos.
Un misil ruso destrozó las tres plantas de la Escuela 25 de Yitomir, un edificio que acogía a 1.300 alumnos. PABLO MEDINA

Un ataque lanzado por la artillería rusa destrozó la Escuela 25 de Yitomir, uno de los grandes centros educativos de la ciudad

12 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La Escuela 25 de Yitomir era un lugar lleno de vida estudiantil, uno de los grandes centros educativos de la ciudad. Acogía a 1.300 alumnos en un edificio de tres plantas dividido en dos alas sin contar el recibidor. Hasta que el 4 de marzo, un misil ruso impactó contra el edificio que albergaba aulas, biblioteca e instalaciones deportivas. Por suerte, no había nadie en el complejo en el momento de la explosión. No mataron a nadie, salvo el futuro de los niños.

Los restos del colegio se esparcen por los alrededores. Cristales rotos, ventanas expulsadas por el efecto de la explosión, cuadernos, peluches… La infancia y la educación de los niños de Yitomir yace entre los escombros por los que pasean ahora perros callejeros y los profesores que se acercan para recuperar materiales escolares y limpiar un poco el destrozado edificio que, de momento, permanece inservible. La única figura que ha sobrevivido es el enorme grafiti pintado en uno de los laterales de la construcción. Una enorme mujer que representa a Ucrania. Ahí permanece, inmaculada. 

PABLO MEDINA

Iván tiene 47 años y ha pasado veinte dando clases de educación física a los chicos de la Escuela 25. Para él, ahí estaba su vida. La enseñanza lo era todo. Un paseo con él por las instalaciones del gimnasio basta para mostrar el efecto de los bombardeos rusos sobre el edificio. «Este es el efecto de la guerra. Antes, aquí, los niños jugaban al baloncesto, trepaban por cuerdas… ahora todo está inservible», narra afectado. 

Pupitres y sillas entre ruinas

En la biblioteca no hay apenas libros en las estanterías. Todos han acabado esparcidos por el suelo de la escuela, cubiertos de polvo y bajo las lámparas colgantes por el efecto de la detonación del misil ruso. Hay de todo: cuadernos para colorear, clásicos de la literatura como Camus o Lord Byron, biblias perfectamente conservadas. Incluso hay zapatos y abrigos escondidos entre las montañas de libros y apuntes que ya no servirán de lección a ningún niño. Las aulas han quedado inservibles, los pupitres y sillas han sido destruidos o apilados entre ruinas. No queda nada.

Pablo Medina

El edificio ha quedado muy deteriorado. Nadie entra salvo para recoger escombros y cristales para que nadie se corte. Iván ha entrado con ese propósito, aún incrédulo con el suceso. «Los rusos decían que esto era una instalación militar, pero aquí solo había un colegio. Queremos que cierren el espacio aéreo. Los ucranianos tenemos el espíritu cosaco, que nos permite combatir bien en tierra, pero en el aire no podemos defendernos», dice con astuto conocimiento militar. 

Putin «está enfermo»

Iván considera que Putin «está enfermo» y que debería parar la guerra de una vez. «Este centro era muy reputado, era un gran colegio y de los primeros de Ucrania en la asignatura de matemáticas. Ojalá que los rusos paren la guerra. Solo queremos paz», cuenta compungido.

Yitomir ha recibido ocho ataques desde que empezó la invasión de Ucrania el 24 de febrero. En esa fecha se cancelaron las clases para todos los centros educativos, incluidas las universidades. Ahora, el Ministerio de Educación planea dar clases de forma telemática para poder continuar con la formación de los pequeños. Al menos, de los que no se hayan visto obligados a salir del país.  Vladimir Putin ya les ha detonado el futuro.