La orquesta Sinfónica de Kiev y la orquesta de las Fuerzas navales ucranianas ofrecieron dos conciertos en el corazón de dos ciudades asediadas por la invasión rusa. Durante un rato, la guerra no fue protagonista, sino escenario de la historia
09 mar 2022 . Actualizado a las 21:17 h.La guerra es tan atroz que cualquier acto de belleza es, al mismo tiempo, un acto de resistencia. Por eso es reseñable -y si cabe, sobrecoge todavía más- que durante unos minutos la música haya hecho callar a las bombas que destrozan Ucrania. Sucedió en la localidad portuaria de Odesa, pero también en pleno centro de Kiev.
En Odesa, la orquesta de las fuerzas navales ucranias se encargó de devolver un poco de vida a una localidad que teme desde hace días la llegada del Ejército del Kremlin y del horror que este arrastra consigo. Seguramente los habitantes de la ciudad tengan presente en cada momento de cada día aquellas imágenes que mostraban una larga hilera de buques de la Marina rusa dirigiéndose hacia sus costas.
Las calles de Odesa, que esperan ya la agresión rusa, se han convertido en un improvisado campo de batalla. La localidad está rodeada de barricadas antitanque y sacos terreros, que intentan proteger los lugares más emblemáticos, así como dificultar el acceso de las tropas del Kremlin. La ciudadanía odesita ha convertido su ciudad en su trinchera. Ahí esperan. Saben que la batalla que ya se está librando a 138 kilómetros al este, en la ciudad de Mikolaiv, los alcanzará tarde o temprano.
Pero este martes apostaron de nuevo por la resistencia. Así, en lugar de escuchar a lo lejos el sonido de las alarmas antiaéreas y las explosiones, los habitantes de Odesa se despertaron escuchando los acordes de una canción que les decía «No te preocupes, sé feliz» (Don't worry, be happy). Una guitarra, un acordeón, trompetas, trombones y el edificio de la Ópera y Ballet de la ciudad al fondo. Alrededor, poco a poco, las personas que se animaban a acercarse. Y de repente, la guerra hizo silencio. La imagen, seguramente, pasará a la historia.
Algo similar sucedió en la mañana de este miércoles en el centro de la capital. En este caso, fue la orquesta sinfónica de Kiev la que decidió cambiar el sonido que retumba en sus cabezas desde hace dos semanas. Lo hicieron, nada más y nada menos, que bajo la dirección de Herman Makarenko, el director de la Orquesta y del Teatro Académico Nacional de Ópera y Ballet de Ucrania. Los músicos se plantaron en la histórica plaza Maidán, también conocida como plaza de la Independencia, que tantas otras veces fue símbolo de la resistencia de Ucrania.
Kiev espera la llegada de las fuerzas rusas en cualquier momento y, sin embargo, desafió este miércoles la probabilidad, la política, la diplomacia y la propia guerra. Ante la mirada de una ciudadanía conmovida, los músicos interpretaron el himno de la Unión Europea, la novena sinfonía de Beethoven, y el himno nacional de Ucrania, entre otras melodías. «Tocamos para que no se destruya esta ciudad», aseguraron. También pidieron «a los gobiernos y pueblos del mundo» que detuvieran la guerra que poco a poco los consume. Sin eufemismos: que poco a poco los mata.
Esta también es la resistencia de Ucrania, una resistencia que, por otra parte, habla de la identidad de un pueblo.