Lucas López, español en Leópolis: «Hay una parte de la población que va a luchar hasta la muerte»

O. P. SANTIAGO / LA VOZ

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Relata el drama de la gente hacinada en las estaciones, sin saber cuándo podrá viajar hacia Polonia

08 mar 2022 . Actualizado a las 16:20 h.

«Ahora saldré con mi hijo a la aventura diaria de conseguir leche y algunas cosillas más». Así comienza hoy, de nuevo, su jornada Lucas López, hispano argentino de 40 años. Él llegó a Kiev en el año 2013, para trabajar como voluntario con la organización Emaus, para reintegrar a gente desfavorecida en la sociedad. Tres años después se estableció en Leópolis, a 60 kilómetros de la frontera con Polonia, donde vive con su esposa ucraniana, María, y con su hijo León, de 5 años. Desde hace 13 días, resistiendo la invasión rusa que deja notar sus consecuencias en todo el país.

El desabastecimiento se ha incrementado en Leópolis en los últimos días
El desabastecimiento se ha incrementado en Leópolis en los últimos días Lucas López

 Espera que la próxima semana, su esposa y su hijo partan hacia Dinamarca, donde reside el hermano de Lucas, para empezar una nueva vida, o con un amigo suyo en Francia. Pero él, pese a poder marcharse por su nacionalidad española, no lo hará: «Me voy a quedar aquí, a ayudar a la gente en lo que pueda». Cuenta que, aunque la situación no es tan drámatica como en el este del país, «todos los días suenan sirenas de alerta de bombardeos que nos ponen nerviosos». El desabastecimiento se incrementa: es la aventura matinal de intentar localizar pan, aceite, azúcar ... «Se pone cada vez más difícil. Y a eso se suma la presencia cada vez mayor del ejército y de las milicias ucranianas patrullando, porque aquí ha habido infiltrados de Rusia y de Bielorrusia. Hay un clima muy raro en las calles, en las que hay muchísimos refugiados. En las estaciones de trenes y autobuses está toda la gente durmiendo allí. Ya no hay pasajes. Estos días vino mi hermano a vernos. El domingo fue con mi esposa a la estación y no tenía billete hasta dentro de diez días. Volvieron muy traumatizados con lo que vieron: los niños durmiendo en el suelo, gente con sus mascotas, con sus maletas, no sabiendo cuándo se van a ir. Es un desastre. Lo mismo sucede en la ciudad: en todos los sitios te encuentras gente con maletas que te pregunta dónde está la estación de tren, cómo pueden salir de la ciudad. Y va a ser mucho peor».

Este éxodo masivo, relata, empezó cuando ya los primeros bombardeos a Járkov permitieron comprobar a sus habitantes «que las bombas caían también en las zonas residenciales». Explica que Járkov es una ciudad industrial muy poblada, también por el elevado número de poblaciones que concentra en su cinturón industrial.

Voluntarios trabajar para confeccionar una manta de camuflaje en Leópolis
Voluntarios trabajar para confeccionar una manta de camuflaje en Leópolis Lucas Lopez

Lucas López comenta que entre la población de Leópolis hay personas que quieren quedarse a luchar hasta las últimas consecuencias: «Hay mucha gente en las armerías comprando armas, chalecos antibalas ... Hay una parte de la población que va a luchar hasta la muerte, entre ellas muchas mujeres». Pero si falta alimentación, también carecen de esos suministros: «Lo había hasta hace una semana. Hoy hay colas de una manzana de civiles en las armerías, que buscan un arma para defensa personal, como las Glock. Son personas que ves todos los días, un panadero, un informático, adolescentes. No es gente que esté preparada de ninguna manera para el combate». Buscan además chalecos antibalas. Lucas intentó comprar uno pero ya no quedan en ningún lado.

En Leópolis tratan de proteger las estatuas de las consecuencias de posibles ataques rusos
En Leópolis tratan de proteger las estatuas de las consecuencias de posibles ataques rusos Lucas López

 Él se alistará como voluntario en Ucrania, «pero solo para defender esta ciudad. No quiero ir a Kiev, pero aquí sí: al menos, ayudar en tareas como cavar trincheras y estar con la población. Estoy ciento por ciento listo». ¿Hasta para empuñar un arma? «Si tuviera que hacerlo porque no queda otra opción, sí. Pero realmente no me planteo matar a otro ser humano, eso es muy difícil para mí». En Leópolis temen un próximo ataque sobre la ciudad o sus vías de salida.

El hermano de Lucas López debió hacer los últimos 20 kilómetros a la frontera con Polonia caminando, por el colapso existente
El hermano de Lucas López debió hacer los últimos 20 kilómetros a la frontera con Polonia caminando, por el colapso existente

¿Y por qúe su esposa y su hijo no se han ido ya con su hermano, que tuvo que tomar un taxi que le dejó a 20 kilómetros de la frontera polaca, donde empiezan las colas de coches, y hacer ese último tramo a pie? «Es una cuestión de mentalidad. La gente aquí no ve los problemas hasta que los tiene muy encima. En el caso de mi mujer, le llevó unos días darse cuenta de que la situación es muy grave. Y está el despegarse de su familia, que la ha detenido en la toma de la decisión».

 Lucas aún no le ha dicho que él quiere quedarse como voluntario, pero cree que lo entenderá. Él se queda para echar una mano, para ayudar en cuestiones que es consciente de que no cambiarán el curso de la guerra, pero que ve necesarias en un país atacado por una potencia mundial. Nació en Argentina pero tiene nacionalidad española, tras llegar a Barcelona con 15 años, y destaca el buen comportamiento de la embajada española en Kiev, que a través del cónsul en Leópolis le dio las claves del punto de encuentro para una rápida evacuación de ser preciso. Hasta entonces seguirá en la ciudad donde fundó su familia: «Lo que me dicta el corazón es estar aquí y echar una mano». Lo está haciendo ya, ayudando a descargar camiones que llegan con material humanitario siempre escaso, y él mismo ha contribuido con pañales para niños, calefactores y medicamentos. «Comestibles ya no dono más, porque no nos quedarían para nosotros». Y sería aún más angustiosa la aventura diaria de salir a buscar víveres. De resistir en esta guerra cruel desatada por Rusia.