La Unión planea independizarse energéticamente de Rusia, y así bajar los precios, gracias a la inmensa capacidad de almacenamiento del país
08 mar 2022 . Actualizado a las 09:26 h.Ponerse al volante o encender la luz empieza a ser inasumible para los consumidores. Los principales productos energéticos viven inmersos desde el pasado verano en una espiral alcista que se ha convertido en una carrera sin freno hacia el desastre, avivada por la guerra de Rusia contra Ucrania. Putin ha echado leña al fuego y Europa está a punto de arder. O esa es la sensación, a la vista de la evolución de los precios medios mensuales de la energía en el último año: el petróleo, un 85 % más caro; el gas natural, un 900 %; y la electricidad al por mayor, trece veces más prohibitiva (hoy alcanza un nuevo máximo histórico con 545 euros el megavatio hora). Y, a partir de ahí, incrementos en cascada de los productos que penden de esas materias primas. Como la factura de la luz de un consumidor medio con tarifa en mercado regulado, que cuesta este mes más del doble que en febrero del 2021, según cálculos realizados por el experto en regulación eléctrica José María Sancha, de la Universidad de Comillas-ICADe. O los carburantes de automoción, cuyo encarecimiento casi parece ridículo en comparación con los anteriores: un 34 % la gasolina de 95 octanos en Galicia y un 38 %, el gasoil A.
La guerra ha acelerado la carrera desenfrenada de precios porque de Rusia proceden el 40 % de las importaciones europeas de gas y el 30 % de petróleo. Y nada hay peor para los inversores que el miedo y la incertidumbre. Y hay mucho de todo eso. Más cuando se aguarda que de un día para otro se corten los suministros. De hecho, Estados Unidos ya está hablando con la Unión Europea para embargar esos productos y cortar su flujo hacia el Viejo Continente. Biden incluso está dispuesto a aliviar las sanciones a Venezuela para que produzca más petróleo y suplir así el ruso, según The New York Times.
Librarse del gas ruso
«Tenemos que liberarnos del gas, del petróleo y del carbón rusos», proclamó ayer la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Leyen. Y en ello están trabajando los políticos comunitarios, en buscar alternativas, pero para el próximo invierno. Para ya, imposible, según los Gobiernos de Alemania, el Reino Unido y Holanda, entre otros.
Von der Leyen realizó el sábado una visita relámpago a España para entrevistarse con el presidente, Pedro Sánchez. En el encuentro participó también la ministra para la Transición Energética, Teresa Ribera. Y es que la Comisión tiene un plan: que España se convierta en la gran despensa de gas para Europa. No en vano, posee un tercio de la capacidad de almacenamiento de hidrocarburo de Europa, con seis plantas regasificadoras, gestionadas por Enagás, salvo la gallega de Mugardos, propiedad de Reganosa. Von der Leyen vino a pedirle a Sánchez y a Ribera que llenen los depósitos, que Europa los va a necesitar si falla Rusia. El gas se distribuiría desde España al resto de Europa en metaneros. Fuentes del sector gasista avanzan que ya se estaban desviando barcos con destino a otros países de la Unión.
La capacidad máxima de almacenamiento conjunta de las seis regasificadoras es de 3,3 millones de metros cúbicos de gas natural licuado (GNL), que equivalen a 22.000 gigavatios hora, es decir, el 6 % de la demanda anual. Todos los tanques llenos de las seis plantas darían para casi 22 días de consumo, según datos del sector. Alemania no tiene una sola regasificadora y ahora, tras la crisis con Rusia, proyecta construir dos.
Además, Enagás guarda hidrocarburo en tres almacenamientos subterráneos, con una capacidad de producción máxima de 27 millones de metros cúbicos, según datos del gestor técnico del sistema gasista nacional.
España, además, está unida al resto del continente por dos tubos (en Irún y Larrau) con una capacidad para 7.000 millones de metros cúbicos (siete bcm) de gas natural.
Al margen de llenar los depósitos españoles de gas, la presidenta de la Comisión quiere aumentar la interconexión terrestre con Francia para que fluya más hidrocarburo procedente de Argelia, desde donde llega a España a través del gasoducto Medgaz. Esta infraestructura más las plantas regasificadoras permiten a España minimizar su exposición al gas ruso, que solo supone el 5 % de las importaciones.
Más interconexiones
El eurodiputado gallego Nicolás Casares (PSOE) resaltó que por primera vez había oído en el Parlamento europeo a un político alemán pedir mejores interconexiones con España. De hecho, la crisis energética ha rescatado del olvido el proyecto de gasoducto Midcat, entre España y Francia, y que fue descartado en el 2018 porque la propia Comisión consideraba que los 500 millones de inversión no resultarían rentables.
España se ha vuelto fundamental para Europa, resaltó el eurodiputado, más cuando, advirtió, la crisis energética «puede provocar problemas sociales dentro de los países».