Su madre tuvo que decidir entre quedarse con el niño en Zaporiyia, uno de los puntos calientes de la guerra en Ucrania, o dejarlo viajar 1.200 kilómetros sin ninguna compañía. El horror de la guerra la obligó a optar por la segunda opción
08 mar 2022 . Actualizado a las 09:28 h.Zaporiyia es uno de los puntos calientes de la guerra en Ucrania. Hace dos semanas seguro que era un lugar normal, con supermercados, escuelas, comercios, familias y cines. Sin embargo, ahora la mirada del Kremlin ha reducido la ciudad a una central nuclear, de la que no se va a mover y que defenderá con uñas y dientes. Por eso, aunque hace dos semanas Zaporiyia era el hogar de muchos niños, este lunes, uno de tan solo 11 años se vio obligado a huir de la localidad. El niño recorrió 1.700 kilómetros hasta reunirse con unos familiares en Bratislava. Pero como si fuera poco, tuvo que hacer la mayor parte del trayecto solo: 1.200 kilómetros de guerra, éxodo, peligro y tristeza atravesados sin cogerle la mano a nadie. Cuando llegó a su destino, su rostro se hizo viral: la Policía eslovaca contó su historia en las redes sociales.
«Con solo una bolsa de plástico, pasaporte y un número de teléfono escrito en su mano, llegó completamente solo», explicó la policía. Su madre, viuda, estaba obligada a permanecer en Ucrania para cuidar de la abuela del niño, que está inmovilizada. Pero ante la amenaza de que el niño se marchara solo y la de que permaneciera en mitad del bombardeo incesante y los ataques del Ejército ruso, la mujer decidió que corría menos peligro emigrando en soledad.
Esa es la decisión desesperada que la guerra le obligó a tomar a Júlia Volodymyrivná y da una idea de lo insoportable que tiene que ser ahora mismo vivir en las localidades más afectadas de Ucrania. Por eso, Volodymyrivná puso a su hijo de 11 años en un tren con destino a Eslovaquia y se quedó mirando cómo se alejaba. Sin garantías. Sin certezas. Con el corazón detenido.
Después de varias horas, cerca de la frontera, el menor fue acompañado hasta el paso fronterizo por policías aduaneros. A doce días del inicio del conflicto, al que se le ha denominado el éxodo de los peluches, ya deben haber visto muchas cosas, pero tal vez a esta no se acostumbren nunca. Y ojalá. «Se ganó a todos con su sonrisa, su valentía y su determinación, algo que corresponde a un verdadero héroe», resume el cuerpo de seguridad.
Tras pasar a Eslovaquia, país de la Unión Europea, unos voluntarios se hicieron cargo. Ellos contactaron con la familia que el niño llevaba grabada en su brazo, en forma de un número telefónico. Pero mientras su familia en Bratislava iba a buscarlo, al otro lado de la frontera, seguro que a su madre los segundos se le pegaban al cuerpo como el frío o como la humedad. Hasta que llegó el mensaje, la llamada, el aviso de que todo estaba bien.
«Estoy muy agradecida de que salvaran la vida de mi hijo», dijo Volodymyrivná en un vídeo antes de romper a llorar para pedir a quien esté al otro lado de la pantalla que se ocupe de los niños ucranianos. «Protejan, por favor, a nuestros niños y denles un lugar seguro», pidió Volodymyrivná.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) urgen a proteger a los menores que huyen del conflicto solos o separados de sus familias.La directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, han destacado que los niños que no tienen protección parental sufren un elevado riesgo de violencia, abuso y explotación. Cuando los niños cruzan fronteras, los riesgos se multiplican y el tráfico también aumenta en las emergencias. Por eso, las organizaciones pidieron a todos los países vecinos, que se encuentran recibiendo refugiados, que garanticen la inmediata identificación y el registro de los niños que abandonan Ucrania en soledad o separados de sus familias.