Renuncia a la coalición de centro que ayudó a crear en Colombia
06 feb 2022 . Actualizado a las 09:45 h.Ingrid Betancourt ha hecho saltar por los aires la campaña electoral de cara a las presidenciales del próximo 29 de mayo. La política colombiana, conocida a nivel global por haber sido secuestrada durante seis años por la extinta guerrilla de las FARC, ha renunciado a la coalición de centro que ella misma ayudó a crear, y en la que era precandidata presidencial, para lanzarse en solitario a la carrera para liderar el país, dejando tocada a la alianza, que tiene opciones de pasar a segunda vuelta. «Mi decisión no tiene vuelta atrás», dijo al diario El Colombiano.
Tres son las principales coaliciones que se presentan a las elecciones colombianas y que tienen serias opciones de estar en segunda vuelta: la izquierdista, liderada por Gustavo Petro, segundo en los comicios de 2018, una de centro y otra de derecha. Las tres elegirán a su líder entre varios candidatos en unas primarias a mediados de marzo. Petro lo tiene hecho, pero en las otras coaliciones el ganador no está tan claro.
Betancourt fue el pegamento para unir a distintos políticos, de centro izquierda y centro derecha, en la coalición centrista. La política colombiana anunció a mediados de enero que se postulaba a las primarias de su alianza. Apenas diez días después se enfrentó a otro candidato, el exministro de Salud Alejandro Gaviria, por los controvertidos apoyos que este había recibido, y que ella considera maquinaria y fuente de corrupción.
Las maquinarias en Colombia son, según la definición del canal RCN, redes de organizaciones de votantes, creadas por partidos políticos o un líder con la autoridad y la capacidad de conseguir votos, algo que, sin ser ilegal, en el país cafetero se relaciona con procesos de corrupción, clientelismo, y compra de votos. El enfrentamiento fue duro. Gaviria calificó de «hipócrita y oportunista» a Betancourt, visiblemente airado.
La candidata respondió, a las pocas horas, planteando un ultimátum a la coalición: o renunciaban a las maquinarias, o ella se iba. Los principales candidatos firmaron una carta donde exponían su rechazo a contar con ese tipo de apoyos, pero no censuraron a Gaviria, algo a lo que se agarró Betancourt para justificar su salida y su postulación como independiente.
Es una incógnita cómo afectará esa decisión a la carrera presidencial. Solo una empresa de sondeos tuvo el tiempo suficiente para medir la popularidad de Betancourt en el centro: tendría un 4 % de apoyos, frente al 22 % de Gaviria y al 41 % de Sergio Fajardo, tercer candidato más votado en el 2018. Es decir, tiene, por ahora, poco apoyo. A pesar de la popularidad obtenida en todo el mundo por su secuestro, cuando también era candidata presidencial, y tras su espectacular liberación en el 2008, muchos colombianos censuran que Betancourt viva en Francia y solo se acerque al país cada cuatro años para hacer política, y critican que, poco después de ser liberada, pidiese una indemnización de seis millones de dólares al Estado por su secuestro.
Betancourt es una mujer con un fuerte tirón mediático y conocida internacionalmente. En ciertos sectores de población su discurso anticorrupción podría hacerle ganar enteros, dinamitando las opciones del centro político en Colombia. Pero también sabe que su pase a segunda vuelta contra Petro o el futuro candidato de derecha se complica si sus potenciales votantes se dividen en más de una candidatura, como ya sucedió en el 2018.