La dimisión de Máximo Kirchner desata una crisis en el peronismo

Héctor Estepa
Héctor Estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

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El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Áxel Kicillof (a la izquierda), y el diputado Máximo Kirchner, hijo del fallecido presidente argentino y de la actual vicepresidenta del país, Cristina Fernández
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Áxel Kicillof (a la izquierda), y el diputado Máximo Kirchner, hijo del fallecido presidente argentino y de la actual vicepresidenta del país, Cristina Fernández AGUSTIN MARCARIAN

El hijo de la vicepresidenta renuncia a su cargo de jefe de filas del oficialismo en la Cámara de los Diputados en señal de protesta por el acuerdo suscrito por Alberto Fernández con el FMI

20 mar 2022 . Actualizado a las 22:01 h.

La unidad del oficialismo argentino se resquebraja. Máximo Kirchner, hijo de los expresidentes Héctor y Cristina, y líder del núcleo duro del peronismo, a la sombra, eso sí, de su madre, actual vicepresidenta, dimitió este lunes de su cargo como jefe y portavoz de la bancada gubernamental en la Cámara de Diputados en protesta por el acuerdo, anunciado el viernes, entre el presidente Alberto Fernández y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar los 44.000 millones de dólares que Argentina debe al organismo internacional.

Su salida evidencia una vez más las profundas divisiones entre el Ejecutivo y el ala más izquierdista de la coalición, que ya sufrió fuertes tensiones tras la dura derrota en las primarias legislativas del año pasado.

«Esta decisión nace de no compartir la estrategia utilizada y mucho menos los resultados obtenidos en la negociación con el FMI, llevada adelante exclusivamente por el gabinete económico y el grupo negociador, que responde y cuenta con la absoluta confianza del presidente de la nación, a quien nunca dejé de decirle mi visión para no llegar a este resultado», relató Kirchner en su misiva de renuncia. Puntualizó, eso sí, que continuaría «dentro del bloque para facilitar la tarea del presidente y de su entorno», alejando, al menos temporalmente, la posibilidad de una ruptura total.

Medidas de ajuste

El acuerdo de principios adoptado entre el equipo económico de Fernández y el FMI obliga a Argentina a alcanzar un equilibrio fiscal primario en el 2025, cuando la intención original del Gobierno era postergar ese requisito al 2027.

El Ejecutivo vendió el viernes que no se iba a realizar un ajuste para conseguir las metas, pero emisarios del mismo FMI recalcaron ese mismo día que la organización requería medidas concretas, como la reducción de los subsidios de energía, un tema muy controvertido en el país.

El kirchnerismo hizo pronto mutis sobre el acuerdo. Al cierre de esta edición, la vicepresidenta Cristina Fernández Kirchner todavía no había dado su opinión, exhibiendo un sonoro silencio que este martes hizo tambalearse el precio del dólar en el mercado paralelo.

El presidente aseguró en la cadena C5N que Máximo le dijo aseguró haber «hablado con Cristina» y «que ella no apoyaba su renuncia», extremo que a la mayor parte de los analistas les resulta extraña según cómo funcionan las decisiones políticas en el kirchnerismo.

El FMI ha pedido que haya un acuerdo amplio en el Congreso para aprobar el pacto, algo que ahora se complica. El oficialismo unido no tiene mayoría en ninguna de las dos Cámaras. Ha de buscar el apoyo de la oposición para aprobar el acuerdo.

Varios legisladores independientes y la oposición centroderechista se han inclinado por apoyar al Gobierno, pero una renuncia del ala izquierdista del oficialismo a dar su visto bueno podría hacerles repensar su posición, algo que abocaría a Argentina a dejar de ejecutar los pagos o a tramitar el acuerdo por decreto.

El presidente Fernández podría verse obligado también a buscar la aprobación de todas sus medidas económicas, no solo el pacto, en la oposición, algo que supondría la ruptura de facto de la coalición oficialista.