Pablo Casado pone a prueba en Castilla y León su liderazgo frente a Díaz Ayuso

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ACTUALIDAD

Ayuso y Casado charlan durante un desayuno informativo
Ayuso y Casado charlan durante un desayuno informativo Alejandro Martínez Vélez | EP

El movimiento del PP adelantando las elecciones obliga a Yolanda Díaz a acelerar su proyecto político

22 dic 2021 . Actualizado a las 08:26 h.

Murcia fue el epicentro de un terremoto político cuya onda expansiva llegó a Madrid. Y Castilla y León reflejará si ese corrimiento de tierra en el tablero político nacional está o no definitivamente asentado. El adelanto de las elecciones anunciado por Alfonso Fernández Mañueco se presenta así como un test para tomar la temperatura política a nivel nacional, pero también para poner a prueba el liderazgo de Pablo Casado en el PP.

El líder de la oposición confía en que un triunfo claro de su partido en Castilla y León que le permita gobernar con el apoyo de Vox, pero sin integrar al partido de Santiago Abascal en el Gobierno, replicando así lo sucedido en Madrid, sirva para afianzar la tesis de que el impulso del PP en los sondeos no obedece solo a la fortaleza de Isabel Díaz Ayuso, sino que se trata de una tendencia transversal en toda España. Algo que reforzaría su posición en la batalla interna con la presidenta madrileña, y más si el fenómeno acabara reproduciéndose también en Andalucía.

Los sondeos apuntan a ese escenario, con una victoria clara de Fernández Mañueco que lo situaría cerca de la mayoría absoluta y que dejaría a Vox sin más opción que la de apoyar su investidura, sin muchas concesiones, porque cualquier otra posición dejaría el Gobierno autonómico en manos de la izquierda.

La maniobra política de Fernández Mañueco supone también una prueba de fuego para Ciudadanos. Después de perder el poder en Murcia, quedar fuera de los Ejecutivos autonómicos en Castilla y León y Andalucía supondría el preámbulo de su colapso como partido.

El riesgo de una rebelión interna

El guion político del PP funciona como un reloj sobre el papel, pero un improbable tropiezo en Castilla y León que diera el Gobierno regional a la izquierda con el apoyo de las diversas formaciones localistas, que anuncian ya su participación en los comicios autonómicos, dejaría sin embargo a Casado contra las cuerdas en mitad de la legislatura nacional, sin que pudiera descartarse un seísmo interno en el partido que cuestionara su candidatura en las próximas elecciones generales para impulsar la de Ayuso.

Pero si estos comicios ponen a prueba a Casado, serán también una piedra de toque para medir si hay agua en la piscina del proyecto político con vocación transversal que impulsa la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. La jugada de los populares obliga a la ministra de Trabajo a acelerar su plan de iniciar un «proceso de escucha» en la sociedad antes de dar forma definitiva a esa plataforma. Y acortan también los plazos con los que contaba Díaz para afianzar su propia proyección política, apuntada ya en todos los sondeos, con el objetivo de presentarse como una alternativa viable a Pedro Sánchez, puliendo las aristas más radicales de Unidas Podemos.

A su favor cuenta, sin embargo, que la premura de los plazos impide también que, desde Podemos, Ione Belarra e Irene Montero traten de articular un contrapoder que limite su poder y tengan que jugárselo todo a plegarse al liderazgo de Díaz.

Arrimadas admite que fue «un error» entregar el poder a los populares en cuatro comunidades, pero no se vengará 

M. A. Alonso / Colpisa

Tocados y a punto de hundirse. La decisión del presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, de apretar el botón electoral en la comunidad supone un durísimo golpe para Ciudadanos, que en la cúpula naranja aún tratan de encajar. El presidente de la Junta llevaba tiempo sopesando el adelanto electoral, pero ocultó muy bien sus cartas a sus socios de Gobierno. Negó por activa y por pasiva que fuera a adelantar los comicios e incluso se lo aseguró a la líder de Cs, Inés Arrimadas, la víspera del anuncio. «Si no conseguimos representación ya no hay partida que jugar», lamentan en la formación liberal, que se creyó a pies juntillas la palabra de Fernández Mañueco y ahora paga su ingenuidad política.

En los últimos diez meses, Ciudadanos ha salido de tres gobiernos autonómicos. La fallida moción de censura en Murcia se saldó con su expulsión del Ejecutivo de Fernando López Miras y, de rebote, del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Isabel Díaz Ayuso reaccionó rompiendo también con sus socios y adelantando unas elecciones autonómicas que dejaron a los liberales fuera de la Asamblea madrileña. Todo apunta a que el escenario puede volver a repetirse en Castilla y León, donde Ciudadanos va a sufrir para mantener si acaso uno de sus once procuradores en las Cortes regionales.

En la cúpula naranja hablan de «traición» de Fernández Mañueco, pero también atribuyen su decisión de disolver el Parlamento autonómico a las «presiones» de la dirección nacional del PP, a la que sitúan en el epicentro de todos sus males. La maniobra, insisten en el partido naranja, responde «a un puro interés electoralista» y a un deseo de aniquilar a Ciudadanos para capitalizar su hundimiento. «Pablo Casado necesita tapar la victoria de Díaz Ayuso y necesita unas elecciones en las que cree que va a sacar un buen resultado para su carrera por llegar a la Moncloa», aseveró ayer Arrimadas. 

Dudas sobre la candidatura

La líder de los liberales reconoció por primera vez que fue un «error» entregar al PP la presidencia de cuatro comunidades autónomas tras las elecciones del 2019. Sin embargo, descartó tomar represalias y dejar caer al Ejecutivo andaluz o al Ayuntamiento de Madrid, en donde son socios del PP. «Las reacciones testosterónicas —afirmó— las podrían hacer un Pedro Sánchez o un Pablo Casado, pero yo no, porque no soy como ellos. Ni Ciudadanos es como el PP o como el PSOE».

Los naranjas consideran que su alianza en Andalucía está, de momento, a salvo y vinculan su supervivencia en la esfera nacional a la reedición de un acuerdo con el PP en esta comunidad. «Juanma Moreno va a aguantar mejor la presión de Casado y de Génova», aseguró Arrimadas.

Tras la conmoción inicial, la dirección liberal tendrá que decidir si convoca unas primarias exprés en Castilla y León, con la incógnita de si Francisco Igea, hasta ahora vicepresidente autonómico, repetirá como candidato o será sustituido por Gemma Villarroel, coordinadora del partido en Castilla y León.

Moreno niega «presiones» de la Génova para un adelanto electoral en Andalucía 

La Voz

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, aseguró este martes que no ha recibido «presiones ni injerencias» de la dirección nacional del PP para adelantar las elecciones tras la ruptura con Ciudadanos en Castilla y León. Respaldó sin embargo la decisión del presidente castellanoleonés, Alfonso Fernández Mañueco, por ser «imposible gobernar con un socio del que no te fías y no es leal», en referencia a Ciudadanos. «No siento el aliento en el cogote» de la dirección nacional del PP, subrayó Moreno, que sostuvo que los presidentes autonómicos populares no son «marionetas» sino «adultos, con una trayectoria propia y con capacidad para tomar decisiones en el ámbito de coordinación que hay en el partido». Reveló que Mañueco le había trasladado las dificultades de gobernar con Ciudadanos y que sentía que «el acuerdo PSOE, Ciudadanos y plataformas locales era una amenaza»

El vicepresidente de la Junta de Andalucía y coordinador autonómico de Ciudadanos, Juan Marín, defendió también la fortaleza de su pacto con el PP y aseguró que tanto él como Moreno quieren agotar la legislatura, por mucho «ruido externo que haya fuera». Marín sostuvo que Andalucía es ahora el «motor económico de España» y por ello lo que menos le conviene en estos momentos es un adelanto de los comicios. ¿«Vamos a convocar elecciones porque interesa a PP o Ciudadanos? Esa política se la dejamos a otros», indicó.