El adiós de Mattarella abre el complejo proceso para elegir a un nuevo presidente en Italia
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La apuesta por Draghi obligaría a convocar unas elecciones anticipadas
19 dic 2021 . Actualizado a las 11:42 h.El presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella, ha querido despedir sus siete años en el palacio del Quirinal, residencia de papas y reyes en el pasado y en la actualidad del jefe del Estado, con una entrevista de 45 minutos con el papa Francisco el pasado jueves. Los dos comparten un estilo sobrio y una gran preocupación por los más débiles. Mattarella, un democratacristiano de izquierdas y profundamente católico, estuvo acompañado de sus seis nietos. «Podría interpretarse como una señal definitiva para quienes quieren proponerle un nuevo mandato; el presidente quiere volver a casa y disfrutar del cariño de sus nietos», confiesa a La Voz un senador.
La certeza de que Mattarella no quiere ser reelegido presidente de la República en enero (algo que solo ha ocurrido una vez en el 2013 con Giorgio Napolitano) contrasta con las dudas sobre quién será el escogido por una mayoría absoluta del Parlamento italiano. Algunos medios y varios políticos —entre ellos, Giancarlo Giorgetti, mano derecha del ultraderechista Matteo Salvini— sueñan con que el primer ministro Mario Draghi pase del palacio Chigi, la sede del Gobierno, al Quirinal. Una apuesta que no todos los partidos comparten. Quieren una legislatura sin sobresaltos hasta su fin en el 2023, ya que el cambio de palacio de Draghi obligaría a convocar elecciones anticipadas.
Además, no es fácil sustituir al respetado exbanquero como pegamento de la amplia y diversa coalición de Gobierno, que incluye desde el Movimiento 5 Estrellas a la Liga. «En este momento, quizá no haya una figura con suficiente carisma y autoridad para sustituir a Draghi», asegura Mario Ricciardi, académico y director de la revista política y cultural Il Mulino. «Se barajan personas de gran valía para sustituirle, pero ninguna de ellas es Draghi. No tienen la misma aura que tiene el primer ministro para una parte de la opinión pública italiana, y quizá no puedan encontrar ese punto de equilibrio y mediación que ha conseguido Draghi», añade.
Alguien que no esconde su ilusión por ser presidente es Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia y cuatro veces primer ministro. Es el favorito de Salvini y Giorgia Meloni, líder del ultranacionalista Hermanos de Italia, y cuenta con el apoyo de una parte de los medios y de muchos diputados centristas. Pero pocos en la izquierda estarían dispuestos a votarle y optan por alternativas como Paolo Gentiloni, ex primer ministro y actual comisario de Economía de la UE, o la exministra Rosy Bindi. «Creo que al final el Parlamento no elegirá a un político como presidente, sino a un intelectual, o quizás a un científico», vaticina una diputada de centroderecha.
Aunque en Italia no rige el sistema presidencial de Francia o EE.UU., «el presidente de la República tiene un fuerte poder blando», explica Fedra Negri, investigadora de Ciencias Políticas de la Universidad de Milán. El propio Mattarella no ha dudado en usar sus prerrogativas para designar tres primeros ministros o impedir que un antieuro llegara al Ministerio de Economía. En un país como Italia, donde los gobiernos tienden a ser inestables, el presidente suele tener el destino del país en sus manos.