El ministro de la Presidencia pasa de ser un discreto hombre en la sombra a factótum del Gobierno
31 oct 2021 . Actualizado a las 09:05 h.«Si hay problemas, llamad a Bolaños». «Si hay que armar algo jurídicamente, llamad a Bolaños». «Si os atascáis en la negociación, llamad a Bolaños». Llevaba mucho tiempo actuando como fontanero, sherpa y apagafuegos del presidente del Gobierno. Siempre en la sombra. Apartado de los focos. La defenestración de su némesis, Iván Redondo, maestro del espectáculo y la autopromoción —con el que empezó bien y acabó mal—, obligó sin embargo a Félix Bolaños García (Madrid, 1975) a hacer lo que menos le gusta: exponerse públicamente. Pero el sherpa sigue a lo suyo.
El superministro de Presidencia tomó las riendas de la crisis de la coalición por la reforma laboral tras el naufragio de la reunión de la comisión de seguimiento del pacto. Al día siguiente, levantó el teléfono y habló con el número dos de Yolanda Díaz, Joaquín Pérez Rey. Sin focos, como a él le gusta. Y logró un acuerdo en la batalla entre la vicepresidenta segunda, con la que tiene buena relación, y la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, sobre la representación en las negociaciones. Nuevo éxito del señor Lobo.
De Franco al indulto del «procés»
Por sus manos han pasado todos los asuntos importantes del Gobierno, mucho antes de convertirse en ministro. Y su clave es siempre el hermetismo. «Comprendedlo, no puedo hablar», es su respuesta ante cualquier asunto en marcha. Pero siempre está ahí. Fue Bolaños quien diseñó el operativo de exhumación de Franco del Valle de los Caídos. Estuvo dentro de la cripta cuando se desenterró el féretro, informando a Sánchez por un walkie-talkie. Lidió allí mismo con las iras de la familia Martínez-Bordiú Franco. Y viajó incluso en el helicóptero hasta dejar el cadáver de dictador en el cementerio de El Pardo. Misión cumplida.
Bolaños fue uno de los negociadores del pacto de coalición con Unidas Podemos, aunque en las fotos salía Redondo. Se sienta en la mesa de negociación con los independentistas catalanes desde antes de que la mesa misma se constituyera. Suya es toda la argumentación jurídica de fondo para la concesión de los indultos a los presos del procés. Pero engrasa también la relación con la Casa Real. Bolaños es quien desatascó en un cara a cara con el popular Teodoro García Egea las negociaciones para renovar el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo. Y sigue negociando para desbloquear el CGPJ. Y estuvo hasta el viernes, y seguirá a partir de mañana, en la fontanería de los Presupuestos, negociando con todos los grupos. Por encargarle, Sánchez le ha encargado hasta la imposible tarea de reformar la Constitución.
De origen humilde, hijo de dos emigrantes que se conocieron en una fábrica de Múnich, y que a su regreso a España abrieron una pajarería en Móstoles, Bolaños se licenció en Derecho y, tras ser el número uno en los cursos generales de la Abogacía y Derecho Laboral, trabajó durante cuatro años en el departamento laboral en el prestigioso bufete Uría Menéndez. En el 2005, ingresó como letrado asesor en el Banco de España, en donde fue luego jefe de la división de Asesoría Jurídica Laboral y Documentación Jurídica hasta el 2018. Pero, veterano afiliado socialista, desde el 2008 era ya miembro del comité regional del PSOE de Madrid.
Siempre fiel a Pedro Sánchez
Conoció a Pedro Sánchez y ya no se separó de él. Lo ayudó a llegar a la secretaría general del PSOE y permaneció fiel a él cuando fue defenestrado, hasta resituarlo como líder de los socialistas. Pese a ser la eterna mano derecha de Sánchez, antes de ser ministro era difícil que alguien hablara mal, dentro y fuera del PSOE, de este hombre discreto, serio, y muy preparado, cuya máxima aspiración sería hacerse invisible. La oposición lo recibió, sin embargo, pidiendo su dimisión nada más recoger la cartera. Y es que Bolaños, más acostumbrado a la conversación informal con un café que a los discursos de ministros, cometió un grave error al afirmar que «en una democracia los jueces no pueden elegir a los jueces». Antes, en su toma de posesión, había mostrado otra vez su lealtad a Sánchez lanzando un dardo a Redondo al afirmar que «ser ministro ni se puede pedir, ni se puede rechazar».
Las pifias del «deshollinador»
Pero, a pesar de su fama de eficaz desatascador de problemas —«el deshollinador», le llaman algunos ministros— Bolaños se ha ocupado de tantas cosas que en su carrera hay también puntos negros. Fue él el arquitecto jurídico de todos los decretos sobre el estado de alarma, que acaba de anular el Tribunal Constitucional por considerar que debió recurrirse al estado de excepción, y no al de alarma, para recortar libertades en la lucha contra la pandemia. Su éxito fue convencer a los grupos parlamentarios —salvo a Vox, pero incluido el PP, que se abstuvo— de que se hicieran el harakiri aceptando otorgar poderes especiales al presidente del Gobierno durante seis meses y renunciando en todo ese tiempo a un control pleno del Ejecutivo, lo que también ha sido declarado inconstitucional.
Pero en su carrera hay también pifias puramente políticas. Fue él, como director del Gabinete de Sánchez, quien negoció con Ciudadanos, junto a José Luis Ábalos, la fallida moción de censura de Murcia, que dio un vuelco al tablero político nacional muy negativo para el PSOE. Y aunque Sánchez hizo pagar al exministro de Transportes los platos rotos echándolo del Gobierno, catapultó a Bolaños hasta convertirlo no solo en el factótum del Ejecutivo, sino también en hombre fuerte del PSOE tras el pasado congreso. Antes, cómo no, el sherpa redactó los estatutos.
Euforia por el apoyo de ERC y PNV a los Presupuestos
El ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, calificó ayer el acuerdo al que llegó este viernes el Gobierno con ERC y PNV para superar el primer examen de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) en el Congreso de los Diputados como un «paso muy importante» para que España «tenga unos Presupuestos de recuperación justa».
Bolaños, que participó este sábado en Toledo en el congreso regional del PSOE de Castilla-La Mancha, señaló que los PGE son unas cuentas a las que se deberían sumar «todos aquellos que quieren que a España le vaya bien», según recoge Europa Press.
El titular de la cartera de Presidencia destacó que las cuentas del 2022 permitirán ayudar a los jóvenes con el alquiler de la vivienda, subir el salario mínimo, las pensiones y las retribuciones de todos los empleados públicos, así como asignar «la mayor partida de la historia en becas».
Además, el ministro reivindicó el papel de la socialdemocracia para «tener unas relaciones laborales del siglo XXI» en España, razón por la que, según recalcó, «todo el Gobierno en su conjunto va a trabajar por una reforma laboral que sea equilibrada y pactada».
Bolaños insistió en que, «a diferencia de otras crisis en las que salió recortado el Estado del bienestar, en esta salimos reforzando el Estado del bienestar». «Y lo vamos a hacer con estos Presupuestos y con esta reforma laboral», que se pactará lo antes posible con los agentes sociales, según apostilló.