Dolores Vázquez: «En la cárcel me llamaban de todo, bollera, lesbiana, cosa que yo nunca he sentido»
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La gallega, víctima del mayor error judicial en España, reclama que el Estado le pida perdón en el documental de HBO «Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof»
22 oct 2021 . Actualizado a las 16:10 h.Dolores Vázquez, que pagó con 519 días de prisión por un crimen que no había cometido, habla por primera vez de su caso, el mayor error judicial en la historia de España, en la docuserie Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof, producida por Toñi Moreno y que el próximo martes 26 llegará a HBO Max.
Vázquez regaba el jardín de su chalé cuando dos agentes de la Guardia Civil se personaron en la casa, le leyeron los derechos y la esposaron. Había sido acusada del asesinato de Rocío Wanninkhof, la hija de su expareja, Alicia Hornos. La joven, de 19 años, había desaparecido el 9 de octubre de 1999 en la Cala de Mijas (Málaga). Unos días más tarde, el 2 de noviembre, un hombre halló su cuerpo sin vida en unos terrenos ubicados entre Marbella y San Pedro de Alcántara. Había sido apuñalada repetidamente.
El suceso conmocionó a la opinión pública, y la Guardia Civil trató de acelerar sus pesquisas sin evidencias, basándose en conjeturas y estrechando el círculo sobre Dolores. Pronto se elaboró la teoría del móvil perfecto: una venganza sentimental porque la madre no había querido volver con ella.
«Me metieron en un calabozo, pero no me explicaban nada y no tenía voz. Me encendían y me apagaban la luz y me decían: 'Sabemos que te da miedo la oscuridad'. No era cierto, pero sí que tengo un poco de claustrofobia», afirma Dolores en declaraciones del propio documental recogidas por Colpisa.
Aterida de frío, se acurrucó junto a la pared: «Solo quería que me llevaran ante el juez para declarar». No creía lo que le estaba pasando, «era una pesadilla», relata con emoción. Cuando se personó ante el magistrado -«tengo su cara grabada», dice-, no entendía ninguna de las preguntas que le hacían. «Yo pensaba que me iban a dejar en libertad. Siempre he tenido fe en la justicia, pero ese día dejé de creer», expone.
«En la cárcel estaba lejos del suicidio, tenía que luchar. Los gritos eran tremendos, me llamaban de todo, la bollera, la lesbiana, cosa que yo nunca me he sentido así», señala Dolores Vázquez en otros fragmentos de esta producción recopilados por Europa Press. La gallega asegura que toda su vida se la debe a Sonia Carabantes.
«No soy lesbiana perversa, no puedo salir del armario cuando yo no me he sentido al 100% lesbiana, no todas las mujeres son lesbianas por haber tenido una experiencia con una mujer. Siempre me han buscado a mí las mujeres, yo nunca fui detrás de una mujer», relata Vázquez, de quien se ofrecían detalles como que «había hecho kárate, que era deportista, que era muy masculina» como elementos negativos.
Tras haber sido condenada y encarcelada sin motivo, Vázquez siempre ha esperado «un perdón por parte de la Guardia Civil, del Ministerio del Interior, del Fiscal» y que «admitan que se han equivocado» con ella. «Si no me dan indemnización que se olviden, que con el perdón hubiese sido suficiente», para añadir que cree que el Estado debe pedirle perdón.
En este punto, Dolores Vázquez ha subrayado que cree que la Guardia Civil «ha utilizado toda esta trama de fabricación de mentiras, de calumnias»: «La han utilizado y han sabido hacerlo, igual que los medios que en este país o te hunden o te elevan. Parece que la gente no quiere ver nunca la verdad».
«Me decían que lo había hecho y no lo recordaba, que la había acuchillado y no lo recordaba. Rocío era una hija para mí», apostilla Dolores Vázquez, quien recuerda que, tras salir de la cárcel, sintió «miedo a volver a prisión sin motivo» y a volver a comerse «el marrón»: «Yo no he matado a Rocío y mira dónde he terminado».
En la actualidad, Dolores Vázquez vive en Betanzos, ciudad donde nació y donde lleva «una vida normal», aunque no ha vuelto «a tener una vida normal». «Mentalmente me siento más fuerte y necesito que la gente sepa un poco más del caso y que esto no vuelva a ocurrir», aclara.
Ninguna entrevista en veinte años
La productora del documental, la presentadora Toñi Moreno, quien en su día cubrió el caso para el programa Andalucía directo en Canal Sur, asegura que no fue fácil convencerla para que ofreciera por primera vez su versión ante las cámaras. «Loli no ha dado ninguna entrevista en estos veinte años», explica. «Cuando la volví a ver, me la encontré anclada en ese momento de su vida y le dije: 'Mira Loli, necesitas dar un paso al frente porque vives en lo que te pasó y en lo que te hicieron'», relata.
El factor que hizo que se decidiera a contar su historia fue el hecho de saber que la joven generación que actualmente estudia Derecho o Periodismo no sabe quién es ni lo que ocurrió con su caso. «Creemos -le dijeron- que esa gente merece que les hables del error judicial más grande que se ha cometido en este país para que esto no vuelva a pasar». Por eso accedió a relatar los duros días que pasó en prisión por un crimen que, como más tarde se descubriría, había cometido un ciudadano británico, Tony Alexander King.
El trato rudo de los funcionarios en la cárcel la atemorizó, pero lo que más la impresionó fueron las celdas. «Tenía pesadillas con el sonido de los cerrojos», comenta. Comenzó a hacer bolitas de papel higiénico para taponar sus oídos y apagar su ruido ensordecedor. Aislada por prevención del resto de reclusas en la prisión de Alhaurín, los gritos de «¡bollera!, ¡lesbiana!, ¡asesina!» sacudían los muros de la cárcel cuando por megafonía una voz anunciaba que tenía visita de su abogado. Pasaban los meses y la Guardia Civil seguía sin pruebas, esperando a que se derrumbara en cualquier interrogatorio. Pero Loli no cedió.
El jurado popular la condenó a quince años y un día, pero su abogado presentó un recurso contra la sentencia ante el TSJ de Andalucía, que ordenó celebrar un segundo juicio a la vista de la falta de motivación detectada en el veredicto del jurado. Dolores salió de la cárcel tras pasar 17 meses en prisión y fue otro terrible suceso lo que probó su inocencia. Los restos de ADN hallados en el cadáver de Sonia Carabantes, una joven de 17 años, asesinada en agosto del 2003 en Coín (Málaga). Junto a su cadáver, aparecieron restos de ADN que coincidían con los que habían sido hallados en una colilla que fue recogida en su momento junto al cuerpo de Rocío. Pertenecían a Tony Alexander King, quien acabó confesando la autoría de ambos crímenes.
Loli se autoexilió en el Reino Unido, no volvió a trabajar, ni se enamoró y hace unos años regresó a su Betanzos natal. «Al final -explica Moreno- ha sido muy generosa y creo que esto es un antes y un después en su vida, creo que para ella ha sido una catarsis».
Nunca recibió indemnización alguna ni disculpas por parte del Estado o la justicia. «Este documental pone al descubierto los fallos del sistema y la poca empatía y humildad de muchas personas. Hasta el ministro del Interior de entonces, Ángel Acebes, llegó a decir que Dolores tenía un perfil delincuencial a una señora que ni siquiera tenía una multa de tráfico», sostiene Toñi Moreno. Eso sí, la periodista ve muy difícil que se acabe con los juicios mediáticos. «Es muy complicado porque mientras eso genere ingresos... Ahora, dentro de todo eso, tú puedes contar la verdad. Tenemos que hacer autocrítica», dice.