Veinte años del comienzo de la guerra contra el terrorismo de George W. Bush

La Voz REDACCIÓN

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Residentes de Kabul celebran la entrada de los milicianos de la Alianza del Norte en noviembre del 2001.
Residentes de Kabul celebran la entrada de los milicianos de la Alianza del Norte en noviembre del 2001. YANNIS BEHRAKIS | Reuters

La ocupación costó más de 2 billones de dólares y se cobró 170.000 vidas

07 oct 2021 . Actualizado a las 10:10 h.

Hace hoy veinte años, unos cincuenta Tomahawk impactaron contra objetivos talibanes y de Al Qaida nada más caer la noche en Afganistán. El presidente George W. Bush, acompañado de su «leal aliado» británico, puso así en marcha su guerra contra el terrorismo para capturar a Osama Bin Laden y vengar a los casi 3.000 muertos que dejaron los atentados del 11 de septiembre del 2001. Una aventura bélica que volvió a la casilla de salida el pasado 15 de agosto tras la toma de Kabul por los talibanes y la precipitada salida de todas las tropas extranjeras. Una caótica evacuación puso punto y final a la guerra más larga de la historia de Estados Unidos.

El 7 de octubre del 2001, sobre Kabul, Kandahar y Jalalabad, entre otras localidades afganas, cayeron los primeros misiles lanzados desde cuatro buques y dos submarinos desplegados en el golfo Pérsico y el mar Arábigo. Tras los Tomahawk vinieron los bombardeos de los B-1, B-2 y B-52, tras viajar desde la base aérea Whitman (Misuri) y la intervención de otros 25 cazas.

Apenas una hora después de que el Pentágono activara su maquina bélica al mando de Donald Rumsfeld, la Alianza del Norte comenzó la ofensiva por tierra. Los milicianos muyahidines se convirtieron en la primera fuerza de choque liderados por Abdul Rashid Dostum, tras la muerte dos días antes del 11S de Ahmad Shah Masud, el carismático León de Panshir y héroe nacional por su resistencia contra la ocupación soviética en los años 80 y en los 90 contra los talibanes. Contaron con el apoyo de fuerzas especiales del Ejército estadounidense y de la CIA, las primeras tropas en pisar Afganistán, a las que se unieron poco después soldados del Reino Unido, Canadá, Australia y varias naciones europeas, además del apoyo logísticos de otros países, en la operación Libertad Duradera.

El 17 de diciembre del 2001, los estadounidenses tomaron Kabul y acabaron con el emirato talibán. La mayoría de los dirigentes de Al Qaida y del régimen talibán escaparon al vecino Pakistán o se retiraron a zonas rurales o montañas remotas. El mulá Omar huyó en una motocicleta con destino desconocido y Bin Laden escapó del cerco impuesto a Tora Bora, un fortaleza subterránea. La decisión de los estadounidenses de dejar en manos de jefes tribales afganos la captura del líder de Al Qaida fue un error que alargó la búsqueda de su enemigo número uno hasta el 2011, cuando los Navy Seal acabaron con su vida en la operación nocturna sobre su refugio de Abbottabad, en Pakistán.

A la intervención siguió el despliegue de miles de soldados de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), para supervisar las operaciones militares y formar al Ejército afgano, la elección de Hamid Karzai como presidente del país, el envío a la base de Guantánamo de los primeros sospechosos de terrorismo y el inicio de la sangrienta resistencia de los talibanes. La ocupación duró 20 años, costó a EE.UU. más de 2 billones de dólares y se cobró más de 170.000 vidas, la mayoría civiles afganos.

La Brilat fue clave en la reconstrucción de Afganistán 

España fue uno de los países que se sumaron a la reconstrucción de Afganistán después de la guerra lanzada por Estados Unidos como represalia por el 11S. Apenas cien días después del inicio de la ofensiva militar, desembarcaron en el país asiático los primeros soldados en una misión que permaneció activa hasta el pasado septiembre cuando salió de Kabul el último contingente tras finalizar la evacuación.

El 24 de enero del 2002 llegaron los primeros 350 militares españoles a Afganistán, un país en el que no existía una estructura de Gobierno y con una población desatendida y sometida durante los talibanes. Las primera acciones de las tropas españolas se centraron en el apoyo médico, aviones de transporte, buques y helicópteros. Sin embargo, la mayor aportación de España llegó en el marco de la ISAF, evolución de la misión internacional Libertad Duradera. 

Base de Herat

Los primeros militares fueron enviados a Kabul y tres años más tarde España asumió el mando de la base de Herat, donde puso en marcha un hospital de campaña y se hizo cargo del equipo de reconstrucción provincial en Qala-i-Now. En total fueron 19 años en los que las Fuerzas Armadas realizaron 28.000 patrullas, recorrieron tres millones de kilómetros y efectuaron más de 1.400 misiones de desactivación de explosivos.

Fue una de la misiones más largas y más peligrosas. En Afganistán fallecieron 102 militares españoles en accidentes o atentados. Entre ellos las 62 víctimas mortales del accidente aéreo del avión Yakolev-42 en Turquía en el 2003 y los 17 soldados que perecieron dos años después en el accidente de helicóptero de la Brilat, de ellos doce gallegos, en Herat .

También hubo víctimas de atentados con explosivos. Una de ellas fue la soldado lucense Idoia Rodríguez, la primera mujer militar española en perder la vida en una operación internacional.

Una unidad clave en el despliegue en el país centroasiático fue la Brilat, cuya sede principal se encuentra en Pontevedra y muchos de cuyos miembros recuerdan su estancia en Herat y Mazar-i-Sharif con cierta impotencia al ver como el legado construido por los diferentes contingentes ha desaparecido ante el empuje de los talibanes.

En total, España se gastó más de 3.500 millones de euros en apoyar la reconstrucción de un país devastado por una guerra que ahora encara un in

David Beriain, el corresponsal de La Voz que contó el conflicto sobre el terreno 

«En la base española en Herat hay un hórreo entre el mástil de la bandera y la cruz de madera negra en honor de los caídos en Afganistán. Debajo, una corona de flores de plástico y tres lápidas. Una para los muertos en el accidente del Cougar con 17 nombres, diez gallegos. A la derecha hay otra para el soldado Hernández Seminario, el paracaidista de origen peruano que murió por la explosión de una bomba en Farah. A la izquierda está la más reciente, la que honra a Idoia Rodríguez Buján». Así comenzaba uno de los relatos que David Beriain envió desde Afganistán. Esta fechado el 13 de mayo del 2007.

Como corresponsal de La Voz cubrió el accidente del helicóptero de la Brilat en mayo del 2005. Entonces, entrevistó al jefe del contingente español, el coronel Miguel Moreno Álvarez. «Hay que seguir trabajando, porque lo que está en juego, la misión, es importante», le dijo. Y viajó con cuatro militares desde la base de Herat a la de Qala-i-Now, que «permite comprender los peligros a los que se enfrentan cada día en Afganistán».